(MERCEDES ZABALETA/EFE). Tras doce años de un ministerio marcado por las polémicas debido a sus declaraciones sobre el «feminismo radical», la eutanasia o el aborto, que comparó con el holocausto, José Ignacio Munilla deja la diócesis de San Sebastián, su ciudad natal, para ser obispo de Orihuela-Alicante.
El obispo ha partido hoy rumbo a Alicante, mientras que Roma no ha designado aún a su sucesor y probablemente la diócesis de San Sebastián será regida por un administrador hasta que se nombre el nuevo prelado.
El pasado 5 de febrero, víspera de su última misa como obispo de la capital guipuzcoana en la catedral del Buen Pastor, Munilla colgó en redes sociales el mensaje: «Ni el elogio me conmueve, ni la censura me inquieta. Soy como soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto» (Juan Ramón Jiménez), acompañado de una viñeta de Quino en la que Mafalda responde a la pregunta: «¿Practicas algún deporte de riesgo». Sí a veces doy mi opinión».
Toda una declaración de principios de un prelado que ha dejado claros sus planteamientos tanto en sermones como en declaraciones a la prensa y, sobre todo, en las redes sociales, en las que se ha destacado por su actividad.
El canal de Youtube de la diócesis cuenta con 15.000 visualizaciones diarias, según ha señalado el propio Munilla, que defiende públicamente la comunicación directa con los feligreses que permiten estos canales aunque advierte de su peligro de convertirse en «burbujas de aislamiento».
La despedida de sus fieles el pasado domingo tuvo, de hecho, algunas coincidencias con la primera misa que ofició, el 9 de enero de 2010, tras ser nombrado obispo de San Sebastián, una designación que causó rechazo entre el clero guipuzcoano –el 77 % de los párrocos firmó un manifiesto que señalaba que no era la persona «idónea para el cargo»– y en sectores nacionalistas que le acusaban de «ultraconservador» y de tratar de «despersonalizar la iglesia vasca»
Como ese 9 de enero de hace 13 años, el pasado 6 de febrero la iglesia estaba abarrotada de gente y Munilla cosechó el aplauso de los feligreses. En el exterior, la Ertzaintza tuvo que controlar las concentraciones de protesta que en esta ocasión fueron convocadas por un grupo de feministas y hace 12 años por asociaciones LGTBI.
En su homilía pidió a los fieles que acogieran a su sucesor «con los brazos abiertos». «Antes incluso de saber su nombre, ofreced una colaboración leal y humilde. Lo contrario sería demostrar que las ideologías, además de ser tapaderas de heridas no sanadas, anulan la fe y el sentido eclesial», afirmó.
El adiós a San Sebastián se produce un mes después de que Munilla anunciara que el Papa Francisco le había designado obispo de Orihuela-Alicante en una rueda de prensa en la que eludió cualquier referencia a las polémicas que han salpicado su mandato.
Entre ellas figura la publicación en 2018 de un artículo en el indicaba que «el primer Estado del mundo en legalizar la eutanasia fue la Alemania nazi».
En vísperas de la celebración del 8 de marzo de ese año, afirmó en un programa de Radio María que «el demonio ha metido un gol en sus propias filas en la causa feminista», unas declaraciones que fueron contestadas por representantes institucionales vascos y dirigentes políticos.
Entre sus caballos de batalla ha figurado en primer lugar el aborto, «una masacre de inocentes» que supone un «holocausto silencioso», y la que denomina «ideología de género», a la que ha acusado de «querer deconstruir el modelo familiar tradicional» y de ser «una metástasis del marxismo, asumida ahora por la cultura secularizada, mayoritaria en Occidente».
Munilla ha tenido que enfrentarse también a las críticas desde la propia comunidad diocesana casi desde su desembarco en San Sebastián cuando 200 cristianos de Gipuzkoa reunidos en «Kristau Taldea» cuestionaron su nombramiento y señalaron que había carecido de «transparencia y verdad».
En 2019 un manifiesto firmado por 303 laicos y agentes de pastoral de Gipuzkoa le acusaba obispo de «imponer una iglesia involucionista» «próxima al integrismo» y advertían además de las operaciones urbanísticas que llevaba a cabo el Obispado.
En respuesta, Munilla ofreció a los críticos entrar en los órganos representativos diocesanos y rebatir las acusaciones.
Durante su mandato Munilla ha tenido que gestionar también el caso de abusos sexuales por parte del exvicario general de Gipuzkoa Juan Kruz Mendizabal, que la Fiscalía archivó por haber prescrito los hechos.
El próximo obispo de Orihuela-Alicane alzó la voz también en temas como la inmigración y calificó de «indigno y vergonzoso» el acuerdo alcanzado en 2016 entre la UE y Turquía para devolver a este país a todos los refugiados que llegaran a las costas griegas.
En abril de 2018, junto con los obispos de Bilbao, Vitoria, Pamplona y Bayona pidió «sinceramente perdón» por las «complicidades, ambigüedades y omisiones» que se dieron en el seno de la Iglesia durante los años de terrorismo de ETA.
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