El 27 de junio de 1960 la explosión de una bomba en la estación de tren de Amara provocó heridas a seis personas, una de las cuales, la niña Begoña Urroz, de veinte meses, falleció al día siguiente en el hospital. ‘Muerte en Amara’ relata el contexto y autoría del atentado terrorista que causó la muerte de Begoña Urroz, una niña de 20 meses, hace 59 años en San Sebastián.
Al cumplirse el 59 aniversario de aquel atentado el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo ha publicado un informe, el número 6 de los editados hasta ahora, titulado ‘Muerte en Amara. La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz’ con el que quiere mantener vivo el recuerdo de aquella víctima del terrorismo y hacer la historia del grupo que cometió el atentado.
El trabajo, obra de del historiador Gaizka Fernández Soldevilla y el documentalista Manuel Aguilar, es el resultado de casi dos años de trabajo y de la consulta de números archivos de España y Portugal.
La conclusión principal es que la bomba de Amara fue obra de un grupo denominado Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), fruto de la fusión a principios de 1960 de la Unión de Combatientes Españoles y un grupo portugués, el Movimiento Nacional Independiente. Por medio de la violencia el DRIL buscaba el derrocamiento de las dos dictaduras ibéricas y la instauración de sendas repúblicas, que podrían federarse entre sí.
Cuatro meses antes del atentado de Amara, el 18 de febrero de 1960 el Directorio puso cuatro bombas en Madrid. Fueron detenidos dos miembros del DRIL, uno de los cuales, Antonio Abad Donoso, sería ejecutado tras un juicio sumarísimo.
Unos meses después el DRIL puso en marcha una nueva campaña terrorista. El 26 de junio de 1960 un artefacto explotó en un tren que hacía el trayecto Barcelona-Madrid. Al día siguiente, 27 de junio, se registraron explosiones e incendios en las consignas de equipaje de las estaciones del Norte de Barcelona, del Norte de San Sebastián y del Norte de Madrid. El 29 de junio hubo otro atentado en la terminal de Achuri de Bilbao.
En Amara resultaron heridas seis personas. Una de ellas era Soledad Arruti, la encargada de la consigna de equipajes. Su sobrina nieta, María Begoña Urroz Ibarrola, de 20 meses, presentaba el peor pronóstico: quemaduras en todas sus extremidades y en la cara, así como heridas contusas en pierna y pie izquierdos. Se trataba de la primogénita de un matrimonio originario del pueblo navarro de Beinza-Labayen, que había emigrado a Lasarte en busca de trabajo. El padre, Juan Urroz Gragirena, estaba empleado en la fábrica de electrodomésticos Moulinex. La madre, Jesusa Ibarrola Tellechea, había dejado a la pequeña al cargo de su tía, Soledad Arruti, mientras iba a comprarle unos zapatitos.
La niña había sido rescatada de entre las llamas por un mozo de servicio exterior de la estación, que puso en riesgo su propia vida. La llevaron a la clínica del Perpetuo Socorro, donde ingresó en estado grave. Sin embargo no pudo hacerse nada por su vida. Begoña Urroz murió el 28 de junio.
Al día siguiente, el 29, dos portavoces del DRIL reivindicaron los atentados en el diario El Nacional de Caracas. Un par de semanas después uno de ellos advirtió de que “las revoluciones para derrocar a los tiranos no se hacen con té y simpatía ni con bombones. Hay que emplear la violencia para responder a la que ellos usan”. En los años siguientes otros líderes del Directorio admitirían su responsabilidad.
La autoría del atentado de Amara y de los ocurridos en la misma fecha nunca fue aclarada. En enero de 1961 el Juzgado Especial Nacional de Actividades Extremistas requirió la comparecencia de tres sospechosos de ser los presuntos autores materiales de los atentados de junio de 1960, pero nunca fueron capturados. No hubo juicio y la Ley de Amnistía de 1977 borró la responsabilidad penal del crimen.
Ahora bien, la historia es imborrable: Begoña Urroz falleció a consecuencia de un atentado del DRIL. Es, por tanto, una víctima del terrorismo. Y el 27 de junio es un día muy adecuado para honrarlas a todas ellas.
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