Hay quien opina que sólo mirando al pasado se puede comprender mejor el presente y a la vista de su filmografía (‘Grupo 7’, ‘La isla mínima’ o incluso la serie televisiva ‘La peste’), Alberto Rodríguez parece una de estas personas. En su última película, ‘Modelo 77’, que inauguró la pasada edición de Zinemaldia, echa de nuevo la vista atrás, en esta ocasión, a aquellos primeros años de la Transición española en la que la democracia arrancaba titubeante tras 40 años de dictadura, a esos años de grandes ilusiones, de ansias de libertad, a esos tiempos de cambio. Pero lo interesante de ‘Modelo 77’ es que Alberto Rodríguez efectúa un retrato de aquel momento a pequeña escala, de forma metafórica, a través del microcosmos que conforman los presos de la cárcel Modelo de Barcelona. A ella llega, en 1976, Manuel, un joven contable (un eficaz Miguel Herrán) acusado de robo en la empresa en la que trabaja; un “turista”, como lo denominan los propios presos, que cree que no estará allí mucho tiempo porque es inocente. Su adaptación a la falta de libertad será difícil; la vida y el trato que recibe en la prisión, duros. Sólo el apoyo de El Negro (Javier Carroza) y su implicación en la Copel (Cooperativa de Presos en Lucha), el sindicato creado por reclusos en prisiones de toda España para reivindicar la amnistía general y la libertad por haber sido juzgados con leyes franquistas, le dará fuerzas para seguir.
No es un género en sí mismo, pero el cine carcelario cuenta con notables títulos que, desde ‘El hombre de Alcatraz’ (1962), de John Frankenheimer, a ‘Cadena perpetua’ (1994), de Frank Darabont, han hecho las delicias del público. Y aunque es verdad que ‘Modelo 77’ comienza como una película histórica con una carga crítica importante sobre cómo las malas artes del franquismo (el uso de la violencia, el abuso de poder, la impunidad del uniforme, la corrupción) consiguen ‘colarse’ en el nuevo orden democrático, poco a poco el filme va transitando otros espacios argumentales, con ritmos y narrativas cinematográficas diferentes, desde lo político (la lucha de los presos por sus derechos) hasta la evasión (la preparación de una gran fuga). Pero si algo prevalece en ‘Modelo 77’ es esa huella indeleble de ‘El conde de Montecristo’, la novela de Alejandro Dumas tantas veces llevadas al cine, especialmente en esa relación que poco a poco se va forjando a base de confianza y respeto entre Manuel y Pino (un magistral, como siempre, Javier Gutiérrez).
En realidad, la historia de aprendizaje mutuo y afecto que va creándose entre ellos, como la que también tiene lugar entre los personajes de Tim Robbins y Morgan Freeman en ‘Cadena perpetua’, es lo que da cuerpo y profundidad a esta historia contada con eficacia, con garra en algunos momentos. Javier Gutiérrez es una especie de abate Faria protector que comparte con Manuel su conocimiento del mundo carcelario tras una vida mayoritariamente entre barrotes y el joven contable un trasunto de un Edmundo Dantes, aunque, en este caso, más subidito y engreído. En este filme que tiene de absolutamente de todo (acción, algo de intriga, traición e incluso romanticismo a través de esa relación que se va forjando a base de recortes de anuncios publicitarios que le envía la hermana de su exnovia), las escenas más conmovedoras son aquellas en las que, en la intimidad de su celda, ambos protagonistas van desnudando poco a poco sus almas y van confiando en el otro sus traumas e incluso aquello que no se atreven a confesarse a sí mismos.
Lo mejor de ‘Modelo 77’ son, sin duda, esos detalles que se dejan caer pero que, en realidad, son los que dotan a esta película de un poso de hondura (el rótulo luminoso de la nadadora que se zambulle en libertad, al otro lado de los barrotes de la celda, los zapatos de El Negro que Manuel lleva en la penúltima escena del filme) o todo lo que se sugiere, pero no se cuenta (el reloj caro del abogado de Manuel que denota que ha habido una caída del interés en su defensa).
Uno de los aspectos más interesantes del filme es que la cámara siempre muestra el punto de vista de los presos, sólo se ve lo que ellos alcanzan a ver desde los barrotes de su celda o desde el locutorio. Sólo cuando [atención, spoiler] Manuel y Pino consiguen ser libres, el público vuelve a serlo otra vez.
Guión bien estructurado, escrito por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos y basado en historias reales de presos de la época; recreación histórica muy lograda (comprobable en las fotografías de la época que se insertan en los títulos de crédito finales), interpretaciones eficaces… ‘Modelo 77’ es una película notable que, lejos de maniqueísmos, habla sin complejos de una etapa de la reciente historia española que tiende a idealizarse, pero que tuvo sus sombras y sus dificultades, como cualquier etapa… Quizá el presente sólo pueda valorarse en su justa medida teniendo en cuenta que cualquier tiempo pasado fue peor. Que lo mejor siempre está por llegar. Información sobre el Festival de San Sebastián 2022, aquí.
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