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‘Mister Wain’ no es un filme sólo para amantes de los gatos

El filme protagonizado por Benedict Cumberbatch ofrece, más allá del biopic, un cuidadoso retrato de la época victoriana, de la locura y también de la genialidad

Una escena del filme ‘Mr. Wain’, dirigida por Will Sharpe

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación…”. Así arranca ‘Historia de dos ciudades’, de Charles Dickens, y aunque este libro sitúa su inicio en el año 1775 para adentrarse posteriormente en plena Revolución Francesa, el autor de ‘Oliver Twist’ y ‘David Copperfield’ bien podría estar describiendo en realidad con estas palabras su propio tiempo, la segunda mitad del siglo XIX, esa época victoriana tan llena de luces (los avances técnicos y de la ciencia moderna) como de sombras (una rígida y represora moral; un hermético clasismo), la misma que vivió (y sufrió) Louis Wain (1860-1939) al que el siempre sorprendente Benedict Cumberbach da vida en ‘Mr. Wain’, del británico Will Sharpe, de reciente estreno en cines.

Podría serlo, pero ‘Mr. Wain’ va mucho más allá de la mera película biográfica. Es también un completo retrato de época en el que destaca especialmente una brillante dirección de arte y una cuidadosa ambientación (son preciosas las localizaciones), pero, sobre todo, es un filme que propone una mirada a un tema que, superada hace ya más de un siglo la ‘herencia’ victoriana, sigue viéndose como un estigma. ¿Dónde está la frontera entre la genialidad y la locura? ¿Qué puede hacer desequilibrar la balanza a uno u otro lado? ‘Mr Wain’ refleja bien todo esto a través de un personaje real que resulta tan fascinante como sorprendente y entrañable.

Louis Wain, compositor, inventor y pintor, entre otras muchas facetas, cosechó un gran éxito con las ilustraciones caricaturescas de gatos que publicó a finales del siglo XIX en el ‘The ilustrated London news’. Fue casi la única y efímera además de poco lucrativa (olvidó registrar sus propias obras y no generó derechos de autor) alegría que vivió este curioso personaje que, sin duda, parece sacado de un libro de Dickens.

De hecho, no resulta casual que el director (que firma también el guión en colaboración con Simon Stephenson) se decante por un tono decididamente dickensiano (mitad tragedia, mitad comedia que saca provecho de lo ridículo) que, tras los titubeos iniciales, atrapa al espectador. Ya sea por la ternura y la deliciosa química que destilan en sus escenas juntos Benedict Cumberbatch y Claire Foy, que interpreta a Emily Richardson, la institutriz de sus cinco hermanas con la que acaba casándose a pesar de la oposición familiar; ya por esa fina ironía (muy dickensiana) con la que aborda situaciones y retrata personajes o incluso la forma en la que el director intenta plasmar siempre la confusión mental del protagonista con movimientos de cámara muy dinámicos o por esa pictórica textura que ofrece a veces, lo cierto es que ‘Mr. Wain’ es una de esas películas que van ganando según avanza el metraje y que, saboreadas con detenimiento, ganan.

Mr wain - 'Mister Wain' no es un filme sólo para amantes de los gatos

En un cine cada vez más plano y convencional, es gratificante encontrar este tipo de películas que apuestan por contar las historias asumiendo riesgos de enfoque y de tono (lo sencillo hubiera sido hacer un melodrama lacrimógeno y haber dejado el resto a los adorables gatitos que aparecen en muchas escenas) añadiendo, además, ese plus de cariño que aporta el cuidado de los detalles: desde el vestuario al creíble envejecimiento de Cumberbatch en la última parte del filme.

Como en toda producción británica que se precie, ‘Mr. Wain’ tiene en su más que solvente reparto una de sus principales bazas. Es obvio. A estas alturas sobra elogiar a Benedict Cumberbatch (aquí ejerce también como coproductor) como uno de los mejores actores de su generación, pero sorprende especialmente cómo es capaz de expresar distintos matices e incluso el paso del tiempo y la confusión mental del personaje sólo con sus ojos o sus manos. Consigue inferir una gran humanidad al personaje manteniendo (esa bendita) excentricidad con la que Wain consiguió poner de moda los gatos como mascota en plena época victoriana, entre otras muchas apasionantes cuestiones.

También al más puro estilo Dickens, el filme cuenta con un narrador (en la versión original, la actriz Olivia Colman), aunque son muchas las ‘voces’ que cuentan esta historia: la posesiva y estricta hermana mayor de Louis, Caroline; los gatos y la propia Emily, cuya huella se deja sentir, sin aparecer, en todo el filme.

Pese a contar la historia de un fracaso y del lento pero inexorable camino hacia la locura, ‘Mr. Wain’ no es un filme triste. Muy al contrario hay algo de optimismo en la idea de cómo el arte y, sobre todo, el amor, hacen la vida, si no más hermosa, al menos soportable y llevadera.

No es un filme sólo para amantes de los gatos (que también). Es una película para todos aquellos que aman la vida… con sus pequeñas y grandes excentricidades; con sus luces y sus sombras.


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