(Mercedes Zabaleta/EFE). Marisa Monte, que ocupa desde hace años un puesto entre los grandes de la música brasileña, ha destilado elegancia en el concierto que ha ofrecido en el Jazzaldia, un recital con una puesta en escena sobria casi parca, muy diferente a la que tiene acostumbrado a su público, aunque su carisma e intensidad musical se han mostrado intactas.
En su debut en el Jazzaldia, esta artista que iba para cantante de ópera, pero optó por atender a su espíritu carioca y caminar por otros derroteros, no ha arriesgado en el repertorio.
Han sido temas de siempre, aunque visualmente el concierto nada ha tenido que ver con otros anteriores o con el que giró en 2022, cuando presentó su último disco ‘Portas’, en el que derrochaba fantasía y preciosismo brasilero y aparecía tocada siembre con sus coronas brillantes.
Hoy Marisa Monte ha salido al escenario del Kursaal de negro riguroso con un atuendo que parecía de inspiración bolera y una rosa roja y otra blanca en el pelo casi como único adorno, una sobriedad que también ha regido el diseño de luces.
En ese ambiente, ha recorrido su periplo artístico de más de tres décadas en el que su voz de mezzo ha hecho suyos temas del Brasil de siempre, de la bossa, de los sambas y del pop, acompañada en esta ocasión de cuatro músicos y algún apoyo pregrabado que se ha percibido en la sala.
Con un público que la ha querido desde antes de que subiera el telón, el recital ha comenzado casi por el principio, con ‘María de verdade’, de su trabajo ‘Verde, anil, amarelo con carvao’, de 1994.
Con su característico movimiento de brazos, ha continuado con las bellísimas ‘Vilarejo’ e ‘Infinito particular», del disco del mismo nombre que publicó en 2006, el mismo día que sacó al mercado ‘Universo a meu redor’, un homenajeó al samba.
Marisa Monte se ha mostrado casi dramática en su interpretación de la ‘Danca da solidao’, del sambista Paulinho da Viola’, y divertida en ‘Diariamente’, otro de sus primeros discos.
Unas de las pocas palabras que ha dirigido desde el escenario han sido para presentar el tema ‘Carinhoso’, de Pixinguinha, «que es como un himno para los brasileños», ha dicho, y que ha sido coreado por algunos de los compatriotas que han asistido al concierto.
Y así, Marisa Monte ha seguido alternando temas antiguos como ‘Eu sei’ o ‘De mais ninguem’ con algunos de su último disco ‘Portas’, de 2022, como ‘Pra melhora’.
No ha olvidado algunas de las canciones que interpretó en el trío Tribalistas que integró con Carlinhos Brown y Arnaldo Antunes y que han sido de las más aplaudidas.
‘Velha infancia’ ha sido la primera canción de Tribalistas que ha cantado la artista de Río de Janeiro, a la que han seguido la invitación al carnaval que supone ‘Carnavalia’ y ‘Ja sei namorar’, su segundo bis con el que ha cerrado el concierto y ha puesto al público a bailar.
Abre ‘la Trini’
Un sonido bien diferente es el que inaugura esta noche los conciertos de la Plaza de la Trinidad.
El encargado de abrir este emblemático escenario del festival donostiarra es el cuarteto integrado por el saxofonista Chris Potter, Brad Mehldau, uno de los pianistas más destacados de los últimos 20 años, junto con el contrabajista John Patitucci y la batería de Jonathan Blake en la batería.
Un conjunto que acaba de publicar este año el disco ‘Eagles Point’ con ocho temas originales de Chris Potter en los que se integran las voces diferentes de cada uno de ellos para obtener un resultado compacto e integrado.
Les sucede en el escenario Youn Sun Nah, nacida en Corea y que recibió su enseñanza musical en París, que presenta su disco ‘Elles’, un homenaje a las mujeres del jazz y otras cantantes como Bjork o Grace Jones.
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