(EFE). La artista vizcaína Mari Puri Herrero cumplió 80 años el pasado diciembre y sigue volcada en el trabajo de toda su vida, la pintura. En un momento en que las nuevas tecnologías han abierto múltiples posibilidades para el arte, no cree que su disciplina corra peligro. «La pintura no va a desaparecer nunca, es algo atávico», asegura.
«Muchas veces se ha dicho que la pintura desaparecería, yo nunca me lo he creído. Se ha pintado desde la época de las cavernas y siempre que he oído decir que ‘la pintura se acabó’, he pensado que era una tontería», dice en una entrevista con EFE.
Herrero (Bilbao, 1942) regresó este viernes a la galería Arteko de San Sebastián con su obra más reciente, pinturas sobre papel que son un viaje a lo esencial pero sin cortar con el pasado, y que a su vez comparten espacio con cuadros anteriores para reflejar su evolución en las últimas tres décadas.
Un tríptico, una pintura de Edimburgo de 1991, es la pieza más antigua de una exposición en la que se muestran esas figuras características de su obra junto a pinturas donde la pincelada es la protagonista sobre papeles muy resistentes, elaborados a mano en la India, pero que aparentan una levedad que le atrae.
«Nunca he hecho un salto al vacío en mi evolución desde que empecé a exponer en 1963, no se puede decir que no se me haya reconocido de una vez a otra, ha habido una continuidad. Al principio quieres atraparlo todo, luego acabas sabiendo cuáles son las cosas que te interesan, que no son tantas como al comienzo, o lo son relativamente», explica.
Añade que, aunque sigue interesada en las figuras, en los últimos años estas se han convertido en algo «más fugaz». «La naturaleza me ha envuelto mucho, me ha impresionado mucho», afirma esta creadora, que reparte su vida entre Madrid y la localidad alavesa de Menagarai, situada a media hora de Bilbao.
Los lugares donde vive o ha vivido han sido una gran influencia para ella, del Bilbao de su niñez y adolescencia, con el recuerdo «de todas las calles que terminan en el monte», al campo alavés, donde «tienes la sensación de misterio porque vives rodeada de cosas que no puedes ver de noche y que de día no se dejan ver».
Mari Puri Herrero destaca que vivimos «una época de mucho ruido, mucho marketing y mucho follón» y ella prefiere el silencio para ver lo que realmente le interesa.
«Lo que me interesa en el arte de cualquier época es lo personal. Cada persona tiene sus cosas, su mundo. Me llaman mucho la atención esos autores en los que veo que en su obra hay un mundo muy profundo», remarca la artista bilbaína, galardonada con uno de los premios Gure Artea 2022, los más importantes que se otorgan en Euskadi en el ámbito de las artes plásticas y visuales.
Esta creadora disfruta contemplando también lo que han hecho o están haciendo otros pintores. «Veo muchísimo. Soy muy aficionada al arte de siempre, he pateado mucho museo y salas de exposiciones. Me encanta la pintura, el arte en general, ver otras cosas que no tienen nada que ver conmigo», apunta.
Siempre ha considerado «injustas» las situaciones que muchas mujeres han vivido en el mundo del arte, pero dice que ella no ha sido de las activistas, sino de combatir la discriminación trabajando.
«Dar testimonio de lo que es tu trabajo, que ahí sigues, y sigues exponiendo, y no necesitas explicar que porque eres mujer no puedes hacerlo, lo haces y ya está», ha sido la manera de estar de esta artista.
El año pasado participó en ARCO en los espacios dedicados en la edición 2022 a obras creadas por mujeres, tradicionalmente menos presentes en la feria que sus compañeros. Estuvo presente también en «Baginen Bagara», la exposición que el Museo San Telmo de San Sebastián organizó sobre la invisibilidad de la mujer en el arte.
Mari Puri Herrero es, por otra parte, la creadora de la figura de Marijaia, símbolo de la Aste Nagusia bilbaína, algo que aún le resulta curioso.
«Lo que hice está hecho con pinturas y colores, con lo mismo que los cuadros, lo que pasa es que tiene un fin diferente, para divertir a la gente y la gente se lo pasa muy bien con ello. Es una cosa rara porque yo no soy nada divertida, ni muy chistosa ni nada de eso, pero eso no quiere decir que no me lo pase muy bien, no me aburro nunca», comenta.
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