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‘Maixabel’, la valentía de escuchar

El filme de Icíar Bollaín, premio Irizar del Cine Vasco en la pasada edición de Zinemaldi, es un contundente alegato contra la violencia y uno de los más notables del año

Luis Tosar y Blanca Portillo en una escena de ‘Maixabel’ de Icíar Bollaín.

Cuando Nicolás Maquiavelo ‘patentó’ la frase “el fin justifica los medios” que desde el siglo XV ha justificado y dado alas a los actos más abyectos de la humanidad quizá, a diferencia de Lady Macbeth, nunca tuvo la sensación de que, por mucho que lavase sus manos, las manchas de sangre seguirían estando ahí, haciendo presente el asesinato día tras día mucho tiempo después de haber saciado su estúpida ambición de poder; tampoco como el personaje literario de Jason Bourne (en el cine, Matt Damon), ese agente de la CIA que pierde la memoria para olvidar algo que éticamente no puede aceptar, vería desfilar en sueños los rostros de todas aquellas personas desconocidas a las que le habían ordenado quitar la vida… Pero esta historia no habla de olvidar, sino de todo lo contrario, de recordar, de tener bien presente algo que, hasta hace pocos años, era aún tabú; de reparación del dolor aunque éste siga muy presente, de buscar respuestas a la barbarie, de arrepentimiento y vergüenza, de afrontar algo que sigue doliendo por dentro, de aprender a vivir con la culpa y, de la misma forma, a cerrar heridas sin esconder las cicatrices. ‘Maixabel’, de Icíar Bollaín, Premio irizar del Cine Vasco en la pasada edición del Zinemaldi, es eso tan humano de continuar viviendo a pesar de todo y mirar atrás sin ira, siendo otro, eso sí, pero sin dejar que el rencor y la sinrazón lo emponzoñen todo.

Maixabel 6 - ‘Maixabel’, la valentía de escuchar Más allá incluso de lo estrictamente cinematográfico, ‘Maixabel’ lanza preguntas, mueve a la reflexión y enseña que hay personas, como Maixabel Lasa, que son verdaderamente un ejemplo de calidad humana. Lo mejor (y lo más hermoso) es que, a diferencia de Lady Macbeth o Jason Bourne, es un personaje de carne y hueso. Su historia es real. El 29 de julio del año 2000 el teléfono de su casa suena… Su marido, Juan María Jaúregui, político y exgobernador civil de Guipúzcoa, había sido asesinado por un comando de ETA de un tiro en la cabeza. 11 años después del atentado, recibe otra llamada: uno de los terroristas que participaron en la muerte de su marido, y que se había desmarcado de la violencia y de la propia organización, había pedido entrevistarse con ella dentro de un programa de justicia restaurativa.

Son precisamente esas dos llamadas telefónicas las que marcan, de alguna manera, el ritmo de esta notable película y la estructuran en dos partes bien diferenciadas no sólo en lo narrativo, sino también en la propia evolución de los personajes. Sólo escuchar el sonido del teléfono es necesario para que Maixabel, a la que da vida Blanca Portillo, intuya el contenido de la primera de ellas en una época terrible y negra en la que recibir una de esas llamadas era más que probable. Esas dos llamadas significan los momentos más emotivos de un filme que, conscientemente, evita cualquier concesión al sentimentalismo efectista.

Maixabel 2 - ‘Maixabel’, la valentía de escuchar Si hay algo con lo que Icíar Bollaín firma este largometraje es con su propia invisibilidad. En ‘Maixabel’ ha querido, sobre la base de la sencillez, que sean estrictamente los personajes quienes cuenten su historia, de ahí que sea, en esencia, un filme en el que el peso de la acción recae sobre los actores. Porque, aunque hay algunos momentos cinematográficamente brillantes (por ejemplo, ese singular ‘flasback’ en el que sólo los ojos de Luis Tosar y una evocación de sonidos son suficientes para recordar todos los asesinatos que ha cometido el terrorista al que interpreta), ‘Maixabel’ es una de esas películas en la que lo importante es lo que dicen (o callan) los personajes y no tanto cómo se cuenta. Quizá esa contención, esa consciente lucha contra la lágrima fácil, es lo que hace que el mensaje de este filme sea tan contundente y que, tras volver a encenderse las luces de la sala de cine, el espectador aparezca con los ojos húmedos y la garganta seca (imposible no venirse abajo en la escena final del coche).

Maixabel 5 - ‘Maixabel’, la valentía de escuchar En lo que no escatima Icíar Bollaín es la ecuanimidad. Trata con el mismo respeto a las víctimas, decidan (o no) cerrar sus heridas, como a los terroristas que, retrospectivamente, son conscientes de su monstruosidad y del daño que han infringido. Deja muy clara la sinrazón de la violencia y si por algo se posiciona la directora de ‘El olivo’ o ‘Te doy mis ojos’ es por la concordia y la paz.

Los ‘cara a cara’ entre Maixabel y los terroristas que mataron a su marido están, seguramente, entre lo mejor del cine de este año. Y, aunque tanto Blanca Portillo como Luis Tosar brindan dos interpretaciones brillantes, destaca especialmente la de Urko Olazabal. Es importante comenzar a hablar sobre lo que, a todos los niveles (políticos, sociales, familiares…) supuso la gran lacra del terrorismo de ETA y en este sentido ‘Maixabel’ llega en un momento en el que, tras la adaptación televisiva de ‘Patria’ y otras series y largometrajes que, desde diferentes perspectivas y temáticas abordan este negro episodio histórico, la gente necesita hablar de lo que pasó, del daño que supuso. El fin nunca justifica los medios y películas como ‘Maixabel’ ayudan a tenerlo siempre presente y a descubrir que la verdadera valentía es sentarse a escuchar, reconocer los errores, recordar y no la de apretar un gatillo… que, vergonzosamente, se ha echado antes a suertes.


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