(EFE). Maialen Chourraut, que a sus 38 años ha logrado en Tokio su tercera medalla olímpica, esta vez la de plata en K1 de piragüismo eslalon, ha reconocido hoy tras la gesta que ahora mismo no sabe qué va a hacer en el futuro porque «hay que vivir el presente». «Acabo de terminar la competición, he estado esperando mucho tiempo este 27 de julio, por fin se ha terminado Tokio, con un sabor muy dulce en la boca y con esta medalla que era un sueño. He cumplido mi objetivo de ser rápida», explicó ante los periodistas.
«Ahora hay que disfrutar de este momento. Y también tengo que descansar. Han sido cinco años muy intensos», reconoció la palista del Atlético San Sebastián, quien aseguró que ahora necesita «un mes o dos de descanso y todo se encauzará».
Chourraut piensa en volver a casa para reunirse con su hija Ane, y es que lleva ya tres semanas en Tokio junto a su entrenador y marido, Xabi Etxaniz. «Nunca habíamos estado tan lejos y tanto tiempo», dijo la medallista, quien resaltó lo dura que ha sido la separación de su hija: «Tiene 8 añitos. Parece que ella es mayor, pero es una niña de ocho añitos, es una personita».
«No quería que unos Juegos Olímpicos fueran una mala experiencia para ella, que ha estado dos años preparándose para esto», apuntó la palista de Lasarte-Oria, quien reconoció que debido a la edad de Ane le vino bien que se aplazara un año la competición.
También ha resultado dura la vuelta a Gipuzkoa después de quince años en La Seu d’Urgell, donde nació la propia Ane y donde tenía todo a su disposición, incluido el canal olímpico de Barcelona’92. Pero consideraron que después de la pandemia querían estar más cerca de la familia y empezar otra etapa.
«En el aspecto deportivo pasamos de tener unas instalaciones buenísimas a no tener canal en Donosti y a tener que hacer muchísimos kilómetros para entrenar. Pero hay que mirar el lado positivo de las cosas, y lo positivo era que teníamos a la familia», explicó Chourraut, que retornó a sus raíces en el Atlético San Sebastián y a remar en el mar, en la playa de La Concha y el río Bidasoa: «Ha sido una gozada volver a mis raíces».
«Siempre he sido muy exigente conmigo misma y siempre me exigía más. Saqué la medalla en Río y me seguía fustigando a mí misma. Pero llegando aquí a Tokio, justo antes, me di cuenta de que tenía muchas razones para estar orgullosa de mi carrera, de cómo sacaba la vida adelante», argumentó Chourraut, quien admitió que después de cinco años ha logrado quitarse la presión del oro que logró en el canal brasileño de Deodoro.
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