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Crisis sanitaria

Los hosteleros donostiarras temen que la reapertura sea «pan para hoy…»

Arreglos y dudas de última hora antes de volver a recibir mañana a los clientes. Y escepticismo, mucho escepticismo...

Lander Martija (sin mascarilla a petición del fotógrafo) da las útimas pinceladas en Pirpira Café de la Plaza Easo para reabrir mañana. Foto: A.E.

Tensión, arreglos de última hora y unas cuantas dudas sobre el nuevo decreto. En Hostelería Gipuzkoa lo saben bien porque llamadas han recibido varias. «Si podía preparar comida para llevar hasta las 21 horas, ¿ahora me obligan a terminar los pedidos a las 20 horas o esa hora de cierre es sólo de cara al público?», se preguntaba una hostelera del Antiguo, aliviada cuando ha sabido que podrá seguir preparando los pedidos hasta las 21.

Mañana sábado bares y restaurantes volverán a abrir al 50% en el interior y al 100% en las terrazas. Prohibido consumir de pie y en la barra. El ambiente es de escepticismo.

Se acerca el final de un año que ha sido la debacle para el sector con un confinamiento duro que supuso la despedida de algunos locales que no pudieron lidiar con los alquileres; con «un buen verano» (en este punto coinciden todos) y con unas restricciones posteriores que directamente sacaron de circulación a los locales de ocio nocturno, primero, y posteriormente a todos los demás con la salvedad del modesto café para llevar.

En Pirpira Café de la plaza Easo han aprovechado estos días para hacer reformas. «Hacía tiempo que teníamos cosas pendientes y al final nos hemos lanzado aunque desde luego no parecía el mejor momento», explicó Lander Martija para DonostiTik.

Martija es de las caras relativamente optimistas del sector o por lo menos de las menos pesimistas. «Tal y como venía Donostia pensábamos que éste iba a ser un año muy bueno y realmente el verano sí lo ha sido. El Covid-19 ha dado al traste con todo y en este momento nos contentamos con estar abiertos«, reconoce sin lamentarse.

Allí mismo, detrás, está Kaxilda, el punto de encuentro de la calle Arroka donde se lee y también se come. O al revés.

Esteban Zamora también aprovecha las últimas horas para cerrar detalles mientras afirma que este ‘déjà vu’ de la reapertura encierra muchos elementos que de primeras no se tienen en cuenta.

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Esteban Zamora, de Kaxilda, local de Arroka donde se come… y se lee. Sin mascarilla a petición del fotógrafo. Foto: Donostitik

«Los grandes distribuidores tienen a las plantillas en ERTE y mañana empezará un importante volumen de trabajo. Nosotros seremos testigos de la sobreexplotación que van a sufrir los trabajadores que no están en ERTE. Nos pasó la otra vez. Llegaban extenuados a repartir», explicó, aportando una mirada distinta.

Kaxilda abrirá el interior con aforo para 25 personas («será una reapertura digna porque aquí hay espacio»), explicó Zamora. Tiene terraza exterior, pero no sabe si podrán llegar a usarla por un problema con el toldo.

Conocidas las restricciones de esta nueva etapa, Esteban Zamora cree que en estas condiciones serán varios los locales de Donostia y Gipuzkoa que decidan no abrir porque no les merezca la pena tras un año en que ya han sufrido pérdidas importantes.

Al otro lado de la ciudad, en el Antiguo, se encuentran Hebe Meyer y Raquel Blades en Carmelo Etxegarai 9, en pleno corazón de Benta Berri. Allí abrieron la cafetería Landabe en septiembre del pasado año.

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Raquel Blades y Hebe Meyer en cafetería Landabe, que se ha mantenido estos días poniendo cafés para llevar. Foto: Donostitik

De «pan para hoy y hambre para mañana» califica Hebe esta reapertura que vivirá mañana en la hostelería. «Yo tengo claro que los contagios no han sido debidos solo a este sector por mucho que digan. Ahora empezará la gente a moverse de un lado para otro y en la tercera ola volverán a cerrarnos a nosotros«, explicó un tanto dolida.

A lo largo de estas semanas Hebe y Raquel han mantenido abierto el local preparando cafés para llevar y algún acompañamiento. Como en tantas otras cafeterías se optó por esa vía y lo cierto es que ha sido habitual ver a los donostiarras circulando por las calles café en mano. «De esta forma nos hemos mantenido y hemos podido pagar el alquiler, que bastante es», comentaron las dos hosteleras.

En el interior de Landabe podrán atender a seis o siete personas y hay terraza en el exterior, además cubierta, aunque habrá que ver si se animan los vecinos.

El sector hostelero se ha mantenido unido alrededor de las reivindicaciones de Hostelería Gipuzkoa y de SOS Ostalaritza, el movimiento que fue pionero en alzar la voz para pedir ayuda en un año, como se ha dicho, que supondrá la despedida o el cambio de manos de muchos locales.

El sector volvió a manifestarse el miércoles reclamando ayudas directas y lo hizo horas antes de que se reuniera el LABI (Plan de Protección Civil) donde se adoptaron estas medidas. Unas medidas que mañana abren una etapa nueva en una crisis que no toca fondo.


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