(EFE). Los forenses que practicaron la autopsia a la anciana fallecida en noviembre de 2020 en Zumaia (Gipuzkoa) han descartado que la muerte, de la que está acusada su cuidadora, fuera accidental y han sostenido que los hechos responden a un fallecimiento violento por asfixia.
Como ya avanzó el fiscal al inicio de la vista el pasado viernes la declaración de los forenses este miércoles ante el jurado ha resultado «clave», ya que han rechazado que la muerte de la anciana, dependiente y aquejada de demencia, respondiera a causas naturales o que hubiera podido provocársela ella misma al golpearse contra las barras de seguridad de la cama en la que dormía como apuntaba la defensa.
Estos profesionales han descartado también que la asfixia de la anciana fuera accidental y han mantenido que se trató de una «muerte violenta» de «etiología homicida» por «asfixia», mediante un mecanismo de «sofocación» de las vías respiratorias con interposición de las manos o un objeto externo.
Han avalado esta conclusión por la concurrencia en el caso de distintos factores como la existencia de «petequias» en la zona ocular de la víctima, una serie de «puntitos» hemorrágicos asociados a la «sofocación» que ya les hicieron sospechar desde el inicio de la autopsia de un tipo de muerte «no natural».
Asimismo, descubrieron unas lesiones en la zona de alrededor de la boca «compatibles con la presión» de manos, así como «daño traumático» en los músculos esternocleidomastoideos del cuello.
Múltiples lesiones
Igualmente, constataron la existencia de «múltiples lesiones» en la cara y la cabeza como un golpe en el ojo derecho, erosiones, escoriaciones, heridas incisas, equimosis y un arañazo «intenso» en la parte posterior de una oreja, que explicarían la abundancia de sangre en el lugar de los hechos, aunque todas ellas tenían un «origen diferente».
Los forenses también recogieron en la autopsia la existencia de dos fracturas en la mandíbula de la anciana, una de ellas desplazada y reciente, «próxima» al momento del fallecimiento, otra en el peroné derecho, y otras tres fracturas en la zona costal, que han descartado que hubieran sido provocadas por un intento de reanimación, como ha insinuaba la defensa.
Estos profesionales han considerado además «un factor muy importante» el hecho de que la acusada limpiara el lugar del los hechos y la cara de la víctima, lo que explicaría que no se encontrara ADN en el rostro de la fallecida.
«Nadie toca nunca nada» en el escenario de una muerte, han recordado los forenses, quienes han insistido en que lo «normal» en un caso de este tipo hubiera sino no limpiar el lugar ni el cadáver, sino alertar a los servicios de emergencias.
Han detallado además que la fallecida era una mujer dependiente que, según su historia, estaba cada vez «más apagada», que tenía «dificultades» y poca «vitalidad», por lo que han rechazado la posibilidad de que ella misma se ocasionara unas lesiones «de tal entidad» golpeándose con una barra.
Certificado de defunción
En esta misma sesión del juicio ha declarado el médico de Osakidetza que acudió al domicilio en el que falleció la anciana para certificar su defunción, quien ha desvelado que desde el mismo momento en el que vio el cadáver «había cosas» que le impidieron hacerlo sin activar antes el protocolo por muertes no naturales.
Ha aclarado en este sentido que constató la existencia de lesiones en la cabeza de la mujer y sangre en la cama y en otros lugares de la vivienda, lo que le movió a activar el protocolo «para que se investigara» el caso.
Por su parte los ertzainas que llevaron a cabo la inspección ocular han indicado que acudieron al domicilio tras recibir el aviso de que se había producido una muerte en «extrañas circunstancias» y que al acudir al lugar les llamó la atención las heridas y lesiones que presentaba el cadáver, así como la cantidad de restos de sangre que había en el lugar, parte de los cuales habían sido lavados «de manera burda».
No obstante, han precisado que los hallazgos que realizaron en aquel primer momento les parecieron «coherentes» con lo que les refirió la cuidadora acusada, si bien les llamó la atención que la almohada que había sobre la cama hubiera sido dada la vuelta ya que presentaba las manchas de sangre por el lado oculto.
En otro momento de la vista, el jefe de investigación ha detallado que la limpieza practicada por la procesada en el lugar de los hechos «dificultó» las pesquisas del caso.
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