(EFE). El secretario general de la Asociación de Feriantes Autónomos de Euskadi (Asfae), Alberto Domínguez, ha explicado en una entrevista con Efe que a pesar de existir un protocolo anti-Covid aprobado a nivel nacional para todos los parques de atracciones, la Comunidad Autónoma Vasca es la única que no permite trabajar a este sector, que se siente “completamente discriminado y sin la más mínima oportunidad”.
Para los feriantes vascos es duro ver cómo se han montado parques de atracciones en la feria de Sevilla, en Jerez, en Levante… y lamentan que en Euskadi no hayan tenido ocasión porque “Eudel, la Asociación de Municipios Vascos, dijo que no había atracciones”, aunque sí estén permitidos los “mercadillos cerrados o bares al 50 o al 60 %”.
Uso obligatorio de la mascarilla, aforo limitado, distancia de seguridad, entradas y salidas diferenciadas, gel hidroalcohólico o la desinfección de las atracciones después de cada viaje son algunas de las medidas aprobadas en el protocolo de actuación para garantizar la seguridad frente a la Covid-19 en los parques de atracciones.
“En todos los ayuntamientos indicamos que cada 1 ó 2 horas, con la ayuda de la policía municipal, desalojaríamos los recintos feriales para desinfectar el recinto”, ha añadido el secretario general de Asfae. “¿Por qué cuando subo a un autobús nadie limpia el asiento?», añade Domínguez. «La sensibilidad de ayuntamientos, Eudel y Gobierno Vasco con este problema y con los cientos de familias hasta hoy es cero sobre cero”.
A su juicio, lo más grave es que “nadie se haya tomado la molestia de intentar justificar esta situación”, puesto que “el 90% de los ayuntamientos ni les contesta”.
A excepción de algunas camas elásticas en Gipuzkoa y de las churrerías, los feriantes vascos llevan sin trabajar desde el comienzo de la pandemia, año y medio sin ningún tipo de ingresos y sin poner en funcionamiento unas barracas cuyo mantenimiento tiene un alto coste.
“En nuestro interior, creíamos que en verano con las medidas anti-Covid que están ya aprobadas, íbamos a poder funcionar. También pensábamos que en Navidad iba a haber PIN al aire libre y tampoco. ¿Cuánto podemos resistir? Estamos ya fuera de vueltas”, ha lamentado Domínguez.
“Tenemos compañeros, a los que les da vergüenza reconocerlo por la familia o los amigos, pero que viven de la caridad, yendo a coger comida. Hay gente que tendrá que vender a chatarra, porque ¿quién compra una atracción que no puede montar? Y encima sin plazo definido”, ha explicado.
Juan Luis González es feriante desde 1980, año en el que se casó con una mujer cuya familia lleva toda la vida en la feria. Desde que se dedica a este sector no recuerda vivir una situación tan complicada como ésta: “Hasta ahora nos hemos ido manteniendo, con crisis económicas, pero hemos salido adelante porque hemos seguido trabajando”.
González y su mujer salen adelante gracias a sus dos hijas que trabajan y les ayudan, ya que solo contarían con los 600 euros que reciben de autónomos. Para él lo peor acaba de llegar porque “ahora con el fin del estado de alarma, los bancos van a empezar a cobrar las moratorias que teníamos con los créditos y ese va a ser nuestro fin. No podemos pagar al no tener ningún tipo de ingreso”.
Tiene tres atracciones para niños guardadas en un almacén. “Nosotros estamos acostumbrados a vivir en la calle, la feria es vida, atractivo, la sonrisa de los niños. Cuando te levantas y vienes al pabellón a ver tus cosas y las ves paradas ahí, se te cae el alma a los pies. Eso es lo que más echamos en falta, la vida, la que hoy por hoy no tenemos”, ha explicado.
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