(EFE). Las pruebas genéticas realizadas sobre el semen encontrado en una de las víctimas y en el vestido de otra, así como otros restos hallados en la mano y la cara de la tercera, han desmontado este miércoles la estrategia defensiva del violador en serie de Gipuzkoa, quien sostiene que cuando ocurrieron los hechos él estaba en Rumanía.
Las declaraciones de distintos técnicos de la Ertzaintza y del Instituto de Toxicología de Madrid han puesto de relieve este miércoles que el perfil genético encontrado en las víctimas se corresponde con el del acusado, de nacionalidad rumana, con una probabilidad de miles de «trillones» frente a la posibilidad de que pertenezca a otro hombre.
«Harían falta 200 billones de planetas» para que se repitiera la misma secuencia genética, ha explicado con rotundidad uno de estos peritos, quien ha recalcado además que si únicamente se tomara como referente la población de nuestro país serían necesarios «50.000 millones de Españas».
En cuanto a la posibilidad de que los restos genéticos correspondieran a un familiar del acusado por vía paterna y no a él, todos los especialistas han coincidido en que sólo sería posible en caso de que el procesado tuviera un hermano «gemelo univitelino», esto es: que ambos hayan sido originados a partir de un mismo óvulo.
Este dato cobra especial relevancia después de que en la primera sesión del juicio, celebrada el pasado lunes, el inculpado explicara que su hermano vivió en España entre los años 2004 y 2020 y que en agosto y septiembre de 2012 y 2013, cuando sucedieron los hechos, él estaba fuera, de vacaciones en su país.
«En el chasis»
La intervención de todos estos expertos ha centrado la tercera y última jornada del juicio que se sigue en San Sebastián contra el violador en serie de Gipuzkoa por dos tentativas de agresión sexual y una violación ocurridas en Tolosa, Andoain y Anoeta, si bien este mismo hombre ya ha sido condenado anteriormente por otras dos violaciones consumadas en Lasarte-Oria y Beasain, y se encuentra procesado por un sexto caso aún en fase de instrucción.
En la sesión del juicio de este miércoles también han declarado la madre y el novio de una de las víctimas, que fue violada en Anoeta en 2012 tras ser sedada presuntamente con cloroformo impregnado en un paño, quienes han relatado que aún en la actualidad esta chica se encuentra muy afectada por lo sucedido.
Su madre ha recordado que, tras la agresión, la chica «se quedó en el chasis» y «fue llevando» como pudo la situación porque al haber estado inconsciente no tenía la certeza de que hubiera sido violada, pero, seis años después, en 2019, cuando el presunto autor de la agresión fue detenido y le confirmaron que sí había sido violada, «le dio un cambio la vida».
Algo que también ha corroborado su novio, quien ha descrito que la chica vive en una «montaña rusa psicológica» que le obliga aún hoy a seguir en tratamiento.
Patología psiquiátrica
Por otra parte, un perito propuesto por la defensa ha afirmado que el acusado sufre una patología psiquiátrica desde la infancia consistente en un trastorno de TDH del que se deriva otro trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo, además de padecer de adicción al sexo, insomnio y depresión con consumo abusivo de alcohol y tóxicos.
Las acusaciones
Tras la práctica de todas estas pruebas, la Fiscalía ha decidido mantener su petición de 28 años de cárcel para el acusado, mientras que la acusación particular, que ejerce la letrada Cristina Ramos, ha solicitado 29 años de prisión y la defensa la libre absolución del procesado.
En su turno de informe, el fiscal, que ha alabado el comportamiento «heroico» de las víctimas por su resistencia a ser agredidas, ha dicho que el procesado es el «autor material» de los hechos, al tiempo que se ha preguntado cómo es posible que su semen haya sido encontrado en dos de las chicas y que en el cuerpo de la tercera también se descubriera su ADN si, como él asegura, en ese momento se encontraba en Rumanía.
El representante del Ministerio Público ha insistido además en la validez inculpatoria de las declaraciones de las tres víctimas, corroboradas por otros elementos, junto a su coherencia y persistencia lo que, en su opinión, permiten quebrar la presunción de inocencia del imputado.
La abogada de la acusación particular, Cristina Ramos, ha insistido en que existen pruebas de cargo suficientes para una condena «rotunda». Ha recordado también que el procesado nunca ha declarado en este procedimiento y que cuando lo ha hecho, en el juicio, sólo ha respondido a preguntas de su propio abogado.
La defensa
La defensa, por su parte, ha mantenido la inocencia de su representado, al entender que no existe prueba de cargo «suficiente» en su contra sino «indicios» y ha insistido en que su cliente estaba fuera del país cuando sucedieron los hechos.
Tras recordar que las víctimas describieron físicamente a su agresor, este letrado se ha preguntado por qué no se les ha pedido que lo identificaran en persona durante el juicio, y ha incidido en la ausencia de análisis sobre la posibilidad de que los restos genéticos encontrados en la víctima pudieran corresponder a algún familiar del acusado, lo que suscita una «duda muy pausible» en el caso.
El inculpado, en el ejercicio de su derecho a decir la última palabra, ha insistido en que en 2012 estaba en Rumanía desde el 10 de agosto, tras lo que el juicio ha quedado visto para sentencia.
Deja un comentario