Cuando el año pasado Gabriela Ghibaudi (La Plata, 33 años) visitó la península, se quedó impactada por la belleza natural de San Sebastián. “Me pareció hermoso”, resume. Al poco tiempo, hace unos siete meses, decidió instalarse aquí, donde ya conocía a varios compatriotas argentinos. Ghibaudi pensó que era un buen lugar para poder desarrollar una carrera artística y se dedica a dar “clases de canto individuales y grupales”, su trabajo diario. Empezó a contactar con gente que de «la música y la danza”. Y en su camino apareció María Nuez, de 33 años, también argentina y residente en Donostia. El flechazo creativo fue inmediato. Ambas han dado forma a Las Nubes, uno de los grupos actuales más refrescantes de la escena musical donostiarra.
La historia del dúo es muy cortita, pero de repente empiezan a aparecer en todas partes. En el último mes han tocado en el chiringuito Mola Mola de Orio, en la tienda de delicatesen Boui Boui Shop de Gros y en el Bukowski de Egia. En todos estos casos había algún evento gratuito de por medio, y ellas se encargaban de aportar su música. A su paso por el barrio de Gros lograron una proeza: hacer mover el esqueleto al público guipuzcoano. “¡Hasta se armó el baile! Nos interesa el disfrute, hacer música fresca y divertida”, explica Ghibaudi.
Ha sido un visto y no visto. En invierno pulieron los temas, terminaron de armar el cancionero que iban a llevar al directo y estos meses están aprovechando su oportunidad. Vaya si lo están haciendo. “Cada vez nos vamos sintiendo más sincronizadas y seguras en directo, los conciertos están yendo súper bien”, añade la cantante y teclista argentina. Su compañera de grupo toca la guitarra y también canta.
Ahora están expectantes ante su primer concierto de pago (8-10 euros) en Donostia, que se celebra en el bar Altxerri el próximo sábado 16 de septiembre. Será algo así como su bautismo musical en uno de los locales con más solera de la ciudad. La prueba de fuego de una carrera incipiente que apunta maneras con una, por el momento, propuesta muy concreta: las 11 canciones de su repertorio son versiones de solistas o bandas femeninas, la mayoría latinoamericanas. El grupo da muestras de un marcado perfil feminista, ya que con esta decisión pretende “realzar la voz de la mujer compositora”.
La lista de artistas que homenajean en sus directos va desde las reivindicadas y admiradas colombianas Elia y Elizabeth de los años 70, a Natalia Lafourcade, Julieta Venegas, el trío argentino Fémina, “una canción chula” de Abril Olivera… ¿Alguna voz vasca o española en este heterogéneo setlist? La mitad del dúo Las Nubes menciona Neskaren kanta, de la tolosarra Verde Prato, quizás la pieza menos clásica de un repertorio que próximamente, avanza, se renovará con “canciones propias” pasadas por el delicado tamiz pop de Las Nubes.
Aunque la música urbana ha pegado fuerte en su país de origen con nombres como Bizarrap, Duki o Nathy Peluso, ellas no forman parte de esa liga. Ghibaudi es de la misma ciudad que El Mató a un Policía Motorizado, apunta, uno de los grandes referentes de la música indie en Argentina. Su puesta en escena puede recordar a otro dúo femenino, las andaluzas Adiós Amores, que en sus canciones rescatan atmósferas y sonidos de la época yeyé y del folclore español y los traen al presente.
Las Nubes no solo bucean en el pasado. Dan cabida a canciones antiguas y modernas y en su propuesta estética se lanzan de lleno al blanco, el color de las nubes que abundan en la ciudad que las ha acogido. “El nombre fue un poco por casualidad, llegó sin querer queriendo. Nos gustan cómo se mueven y las formas que adquieren en el cielo”.
En su universo sonoro hay guitarras, melodías contagiosas, loops, bases pregrabadas donde muestran la importancia que otorgan “al ritmo y el baile”, cierta exploración y arqueología musical… Y como septiembre avanza y llegamos al tránsito de una estación y otra, surge una pregunta: ¿la propuesta de Las Nubes tiene un punto melancólico que suena como a final de verano? Gabriela Ghibaudi responde tajante: “Yo creo que es bien de verano”.
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