A simple vista la vitrocerámica y las encimeras de inducción parecen iguales: son placas de vidrio oscuras, con diseños modernos y mandos táctiles pero la realidad es que más allá de estas similitudes son muy diferentes. La principal diferencia en cuanto al funcionamiento es que la primera calienta mediante una resistencia mientras que la segunda lo hace por medio de un campo magnético. En el momento del uso la diferencia es evidente, la inducción es notablemente más rápida que la vitrocerámica. Además la reacción al cambiar la potencia durante la cocción es inmediata en los sistemas de inducción, algo más parecido al fuego de gas que la vitrocerámica, que requiere más tiempo para que la placa se enfríe o se caliente hasta alcanzar la temperatura deseada.
Consumo
El caso de la inducción representa también un ahorro ya que consume entre un 20 y un 40% menos, aunque es algo más cara inicialmente pero podemos comprar a plazos vitrocerámica o inducción. La velocidad de reacción reduce los tiempos de cocción y sumada al menor consumo nos ayuda a tener un hogar más eficiente.
Seguridad
En cuanto a la seguridad otra vez la inducción va por delante, ya que al inducir calor directamente al recipiente su superficie no alcanza las temperaturas de la vitrocerámica, reduciendo los riesgos de sufrir quemaduras. Otro punto muy importante en esta materia es que este tipo de placas sólo se activan si tienen encima un recipiente adecuado para inducción y se apagan solas si retiramos la olla o sartén que estemos usando.
Limpieza
El hecho de que la placa de inducción no se caliente facilita también la limpieza, ya que no hay que esperar a que la placa se enfríe. Además el calor de la vitrocerámica hace que los alimentos o aceites que puedan caer sobre la placa se quemen, dificultando la limpieza y generando malos olores, cosa que no pasa en la inducción, que apenas levanta un poco de temperatura. En ambos casos es conveniente limpiar con una bayeta cada vez que se usa y evitar estropajos u otros materiales que puedan rayar la superficie.
Menaje
Donde la vitrocerámica saca ventaja, además de en el precio de compra, es en la comodidad a la hora de emplear recipientes. La inducción requiere que éstos tengan base plana de acero o hierro fundido (ferromagnética) y estén adaptados al tamaño de la placa porque de lo contrario es posible que se detecten y la placa no se active, de manera que si optamos por cambiar de vitrocerámica a inducción tendremos que tener en cuenta que habrá que renovar también el menaje. Todos los recipientes aptos para inducción se comercializan con la indicación de que son apropiados para dicho sistema. En el caso de la vitrocerámica podemos usar cualquier recipiente.
Conclusión
En definitiva, la vitrocerámica puede ser una forma más económica de instalar una cocina sin renovar el menaje y cumple la misma función que la inducción, que es la de dar calor y cocinar. Por otra parte, si buscamos mayor seguridad, modernidad, comodidad, velocidad y eficiencia energética las placas de inducción magnética son la mejor opción por un poco más de dinero.
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