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«La virgen roja’ es la historia de una fanática, no de una psicópata»

Llega al Festival de San Sebastián la historia real de Hildegart, la niña que fue engendrada y educada por su madre para convertirse en una super mujer

El equipo de ‘La virgen roja’. Fotos: Santiago Farizano

Para el equipo de ‘La virgen roja’, que narra la historia real de Hildegart Rodríguez (Madrid, 1914-1933), la niña que fue engendrada y educada por su madre Aurora para convertirse en «una super mujer», pero que la asesinó cuando empezó a hacer gala de la libertad, ha sido «un privilegio» transitar por la Segunda República y la historia de España de aquellos años. Sin embargo, pese a la contextualización perfecta de la película («estudiamos hasta qué libros tenían en las estanterías estas dos mujeres»), la directora Paula Ortiz tiene claro que «el cine, en realidad, no puede ser histórico del todo ni aunque cuente el presente».

‘La virgen roja’ ha llegado a la sección oficial del Festival de San Sebastián y la directora, que ha trabajado sobre un guion de Eduard Solá y Clara Roquet, ha contado con un equipo para el que solo ha tenido buenas palabras empezando por las protagonistas Aurora (Najwa Nimri) e Hildegart (Alba Planas). Entre todos lograron que de una historia tan oscura surgiera un rodaje «disfrutón». Y todos, sin excepción, cuentan que han terminado fascinados completamente por esta historia «de dos personas con tanta ciencia y tanto conocimiento que terminaron en barbarie».

Paula Ortiz ha reiterado que a Hildegart, que leía con dos años y con ocho hablaba seis idiomas, la mató una fanática, no una psicópata. «La película no narra un suceso ni un arrebato. No es un hecho amarillista», ha defendido la directora, quien ha tenido a Spielberg y su película ‘Munich’ como referentes para introducirse en este relato cuyo contexto histórico, «un mundo lleno de fanatismos», es esencial para entender qué está ocurriendo.

Para Najwa Nimri, que encarna a Aurora («el equipo me decía que tenía cara de acelga») hubiera sido imposible hacerse cargo de este papel tan oscuro si no hubiera tanto trabajo colectivo detrás. «El camino en soledad no es posible», ha asegurado. «Ha sido un ejercicio de imaginación desde la estética, que era muy clara».

La actriz, que ha reconocido que nunca había tenido un material así entre manos, «era como ir al colegio», ha comparado lo que ocurría en la casa de Aurora e Hildegart y el exterior, contrastes que la directora ha querido resaltar por medio del colorido. «Ellas dos salían poco, se nutrían intelectualmente en casa y se enriquecían. Y cuando se pudo echar a volar ya sabemos qué pasó».


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