“Hemos medido concentraciones significativas de compuestos orgánicos persistentes en sendas especies de liquen y musgo de la selva de Irati, pero no son superiores a las concentraciones medidas en otros lugares similares”, señala el investigador Alberto de Diego del grupo de investigación IBeA de la UPV/EHU. Los miembros del grupo IBeA, en un estudio realizado junto al CNRS y compañeros de la Universidad de Navarra, han utilizado como centinela o biomonitor una especie de liquen (Parmelia sulcata) y una especie de musgo (Hypnum cupressiforme) de Irati para determinar la contaminación orgánica en la atmósfera.
Los investigadores han explicado que este tipo de estudios “sirven sobre todo para afirmar que estos contaminantes tienen una gran capacidad para llegar a lugares muy lejanos de donde se han producido y acumularse en lugares naturalmente limpios, como Irati. Por lo tanto, a pesar de que las concentraciones no son muy altas, al tener una toxicidad muy alta, es algo que hay que cuidar para que no haya problemas en el futuro”.
Por otro lado, según los expertos, si bien no se debe subestimar la contaminación atmosférica que se transporta a largas distancias, el estudio ha demostrado que las actividades urbanas y agrícolas que se han sucedido durante décadas en la zona de Irati influyen también en la calidad del aire.
Tres tipos
Los compuestos orgánicos persistentes son tóxicos y en este estudio se han analizado tres tipos: hidrocarburos policíclicos aromáticos (HAP) que surgen como productos secundarios durante los procesos de combustión; los bifenilos policlorados (BPC) se utilizaban en aislamientos eléctricos y actualmente están prohibidos, y los plaguicidas organoclorados (OCP) se solían usar en la agricultura y también están prohibidos en la actualidad.
“Estos compuestos orgánicos llegan por la atmósfera muy lejos con el viento -explica Ainara Gredilla, investigadora de IBeA- y se acumulan en el medio ambiente: son interiorizados y almacenados por los seres vivos. Las zonas ubicadas en altitudes elevadas son muy sensibles a contaminantes orgánicos persistentes y hemos querido conocer su grado de concentración en los líquenes y musgos de Irati. De hecho, la selva de Irati se considera un entorno limpio, ya que, aparte del turismo, no existe otra actividad humana más que la ganadería y la agricultura sostenible”. La selva de Irati es uno de los hayedos-abetales protegidos más extensos y mejor conservados de Europa, situado en los Pirineos occidentales.
De los núcleos urbanos y de hace varias décadas
“Se puede pensar que una parte de la contaminación ha llegado y llega desde los núcleos urbanos, pero en gran medida también es importante la influencia de la agricultura autóctona -señalan los investigadores de la Universidad del País Vasco-. Hoy en día, todavía, se siguen produciendo quemas controladas en algunas zonas de la zona pirenaica, y creemos que de ahí siguen viniendo muchos HAP. Para reducir la presencia de HAP en la atmósfera de la selva de Irati es necesario controlar los procesos de combustión que se realizan en el entorno del bosque. Por otra parte, las huellas de los pesticidas que se utilizaban en la época no han desaparecido (OCP)”. En cuanto a los BPC, “tenemos la sospecha de que proceden de los aislantes eléctricos utilizados en el entorno del embalse de Irabia. Es posible que los BPC utilizados en su día se hayan quedado allí y todavía sean detectables”.
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