El Aita Mari ya está en casa. Ha retornado a Pasaia con la tripulación obligada por las autoridades italianas que con una maniobra muy cuestionable ponen en jaque el proyecto de salvamento en el Mediterráneo. «Italia solo ha dado permiso para el retorno con la condición de realizar en el puerto base una serie de modificaciones a bordo. Por ello, el barco debe permanecer detenido hasta que dichas modificaciones, obligadas por las autoridades italianas, se lleven a cabo», explicaba la tripulación en las últimas horas.
Para los responsables de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) este requerimiento no procede ya que el barco, antiguo pesquero rehabilitado para este nuevo papel, ya cumple con las normativas propias de su tamaño y clase. «Sin embargo ltalia hace una interpretación muy interesada de la normativa internacional con el fin de vaciar de barcos de rescate el Mediterráneo central», denuncia SMH.
El del Aita Mari no es el único caso. Le ha ocurrido también al Sea Watch en las últimas horas.
De ahí que la tripulación inste a las autoridades españolas a defender el rigor de su trabajo y la validez de los certificados emitidos por su propia administración antes de que el Aita Mari zarpara.
La situación en el Mediterráneo continúa siendo de muertes diarias. El Aita Mari realizó un rescate el pasado 13 de abril: 44 personas fueron halladas a la deriva. En esa ocasión el buque volvía a Pasaia y no contaba con la tripulación médica y de rescate a bordo.
Tras desembarcar a los náufragos y pasar la cuarentena impuesta por el Gobierno italiano en Palermo, este Ejecutivo procedió al bloqueo del Aita Mari (y del Alan Kurdi).
Los 49 días que el barco tuvo que pasar en Palermo supusieron más de 55.000 euros«sobre todo por una nueva tasa introducida ad hoc por el Gobierno italiano».
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