En el ámbito laboral global, la semana de cuatro días se está perfilando como una revolución silenciosa que promete redefinir el equilibrio entre trabajo y vida personal.
Con raíces que se remontan a las visiones futuristas de economistas del siglo XX, esta idea ha pasado de ser una mera especulación a una realidad palpable en diversos rincones del mundo.
En España, el debate se ha intensificado, y aunque aún no se ha consolidado, el interés por este modelo sigue creciendo.
A pesar de las dudas que persisten, especialmente en cuanto a la viabilidad de mantener los salarios sin cambios, los beneficios observados en los países pioneros están inclinando la balanza a favor de esta audaz iniciativa.
Quizás las empresas decidan dar más peso a los hobbies en el CV o introduzcan nuevas variables como la jornada de cuatro días como nuevas medidas dirigidas a propiciar una vida laboral más saludable.
En este artículo, hacemos un repaso a la situación actual de esta propuesta en Europa y otros territorios.
España: dispuesta a explorar
El Gobierno español ha tomado pasos concretos hacia la exploración de la semana laboral de cuatro días, con programas piloto y ayudas económicas destinadas a las pymes que se atrevan a implementar este modelo.
De hecho, el país ya ha sido escenario de pruebas, como el piloto que se realizó en Valencia entre abril y mayo de 2023.
El ensayo, que duró cuatro semanas, reflejó mejoras para la salud y bienestar de los trabajadores, así como beneficios para el turismo y el ocio, pero se mostró perjudicial para el sector comercial de la ciudad.
Existe otro experimento en el horizonte: la propuesta del País Vasco que apunta a realizar un ensayo en 2024 de una jornada laboral de 32 horas.
Aunque ya se evidencian algunas empresas que ofrecen jornadas laborales de cuatro horas, aún existen dudas.
De acuerdo a un informe de Adecco, siete de cada diez empresas y seis de cada diez personas autónomas en España ven inviable implementar esta semana laboral sin reducción de sueldo.
Reino Unido: una referencia
El Reino Unido se ha destacado por su enfoque progresista, llevando a cabo uno de los estudios más amplios sobre la semana laboral de cuatro días.
Con una participación empresarial notable (61 empresas y cerca de 2.900 empleados) y resultados preliminares que indican mejoras en el bienestar de los empleados, el país se está convirtiendo en un referente en la implementación de este modelo laboral.
De acuerdo a los resultados:
40% de los trabajadores asegura tener menos problemas para dormir
46% afirmó experimentar menos fatiga de lo habitual
Las empresas registraron un aumento medio de los ingresos del 1,4% durante el estudio
92% de las compañías afirmaron que continuarán con este modelo
Islandia: resultados prometedores
La pequeña nación nórdica ha sido testigo de los beneficios de una semana laboral más corta, con experimentos que han resultado en una mejora notable en la productividad y la satisfacción laboral.
La transición a jornadas de 35 o 36 horas, sin reducir el salario, entre 2015 y 2019, ha marcado un hito en la historia laboral del país, ofreciendo un modelo exitoso que otros países podrían seguir.
Nueva Zelanda: por encima de las expectativas
En Nueva Zelanda se ha abrazado la semana laboral de cuatro días con resultados que han superado las expectativas.
Los experimentos realizados han demostrado que una jornada reducida puede llevar a una fuerza laboral más feliz y eficiente, con empleados reportando una mayor creatividad y compromiso en sus roles.
Australia: enfocados en una vida saludable
Su vecina de Oceanía ha explorado la semana laboral de cuatro días durante 13 meses con un enfoque en la salud y el bienestar.
Los estudios han revelado que en Australia los empleados disfrutan de más tiempo para el descanso y el ejercicio, lo que se traduce en un estilo de vida más saludable y una mayor satisfacción general con el equilibrio entre trabajo y vida personal.
Suecia: apuntando al equilibrio
La nación escandinava ha experimentado con jornadas laborales reducidas, y aunque ha enfrentado críticas por los costos asociados, ha habido casos de éxito que demuestran su viabilidad.
La experiencia sueca sugiere que una implementación cuidadosa y considerada puede resultar en un modelo laboral sostenible y beneficioso.
Bélgica y Portugal: adaptación y experimentación
En Bélgica se ha adoptado un enfoque flexible hacia la semana laboral de cuatro días pero sin tocar las 40 horas semanales, permitiendo a los trabajadores elegir cómo distribuir sus horas de trabajo.
Por su parte, Portugal está probando el modelo con la esperanza de mantener la productividad intacta mientras se reduce el tiempo de trabajo, reflejando una tendencia creciente hacia la adaptación laboral en Europa.
Otros países que evalúan el modelo
Desde Alemania hasta Japón y desde Estados Unidos hasta Canadá, la semana laboral de cuatro días está ganando adeptos.
Con un interés creciente tanto de trabajadores como de empleadores, estos países están evaluando cómo esta nueva estructura laboral podría encajar en sus respectivas culturas y economías, potencialmente marcando el comienzo de una era laboral más flexible y humana.
El “burnout”: una realidad en la fuerza laboral española
En este contexto, es necesario recordar que el Síndrome de Desgaste Ocupacional o “burnout” se ha convertido en una preocupación creciente en el ámbito laboral español.
Así lo reportó la multinacional especialista en selección de personal, Hays, en su informe “Guía del Mercado Laboral 2022”.
Este síndrome, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una condición laboral, refleja el estrés crónico que sufren muchos empleados.
La búsqueda de soluciones a este problema se ha intensificado, y la reducción de la jornada laboral emerge como una posible estrategia para mitigar el desgaste profesional y mejorar la salud mental de la población trabajadora en el país.
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