Qué poco faltó para que la segunda jornada del Jazzaldi hiciera aguas. No fue así, aunque la tormenta que a las 20 horas, antes de lo previsto, irrumpió con fuerza, dejó en casa a muchos de los que hubieran acudido encantados a la playa. Una pena. Pese a todo la programación se mantuvo con la excepción de Heineken Terraza y Nauticool y la imagen de la noche, sin duda, fue el reparto de ponchos en la plaza Trinidad, donde el aforo se completó tal y como estaba previsto. Eso es amor a la música y a los músicos que se programan en la plaza.
Para muchos la Trinidad sigue siendo refugio esencial de un festival que ha crecido por los cuatro costados y en las direcciones más diversas. En la segunda noche de festival, la primera en este escenario, se presentaron desafiando a la lluvia Donny McCaslin Quintet: Blow y Maria Schneider. Y el ambiente se caldeó desde los primeros compases.
El saxo Donny McCaslin ya había actuado en el Jazzaldi en 2017 y muchos querían repetir porque lo recordaban apoteósico (con acierto, tal y como volvió a escucharse). Además la otra cara del programa, Maria Schneider, con la que además ya había colaborado McCaslin, se presentaba al frente de la Ensemble Denada y era motivo como mínimo de curiosidad.
Maria, compositora, directora de orquesta, ganadora de Grammys y colaboradora de grandes como Bowie, llegó a Donostia al frente de unos músicos noruegos de excepción. ¿A quién le importaban los ponchos?
La plaza de la Trinidad abrió como acostumbra: a lo grande.
Junto al mar, en el Escenario Verde, le tocó a Zahara la difícil tarea de levantar el ánimo a quienes tímidamente iban acercándose al enclave musical como sorprendidos de que no se suspendiera el concierto con la que había caído.
Pero poco a poco se hizo grupo y se corearon las letras con ese milagro que sólo produce la música y que tan bien le vino a Dorian, después, que ya se encontró un escenario hecho y derecho y un público listo y entrenado para disfrutar.
Programa completo, aquí.
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