«Cautela» piden desde Eguzki después del desprendimiento de Zaldibar del pasado jueves, que conforme pasan las horas ha terminado convirtiéndose en un suceso de primer orden con dos personas aún desaparecidas, la incertidumbre de los trabajadores que estuvieron expuestos al amianto sin protección durante las primeras horas y el incendio de esta pasada noche. Y en medio la inspección del vertedero el pasado noviembre en que se observaron deficiencias. «Cautela», dice el ambientalista Garikoitz Plazaola, pero añade: «En Euskadi puede haber una docena de vertederos similares y la mayoría es de gestión privada y eso da qué pensar». Y recalca este hecho.
La preocupación de Eguzki tras lo ocurrido, además de a los daños personales, apunta a la situación en que ha quedado ahora la escombrera (de la empresa Verter Reciclyng 2002, S.L. de Zaldibar). «Aquello está ahora abierto en canal y se ha perdido todo control. Los residuos están al aire y a merced de las inclemencias meteorológicas. Pueden terminar en el riachuelo y de ahí al Deba».
Un vertedero cercano, en Gipuzkoa, es el de Aizmendi. «De manera natural cabe pensar que se toman las medidas adecuadas en estos puntos, pero también surgen dudas. En el caso de Zaldibar no se sabe si tras la inspección de noviembre se estaban adoptando las medidas que les pidieron que tomaran o seguía todo igual cuando se produjo el desprendimiento. Habrá que analizar por qué ha ocurrido, pero de primeras fallaba la gestión según el informe».
Desde Eguzki afirman que ante hechos como éste las autoridades se mueven «entre la prudencia y el oscurantismo» y eso da lugar a que «resulte difícil hacer una valoración sobre lo ocurrido».
En lo que se refiere al fuego de esta pasada noche, Plazaola se muestra «lleno de dudas». «En un vertedero de orgánico puede llegar a subir la temperatura a 90 grados, pero este vertedero es de inertes y no tiene sentido. Químicamente no son materiales de reacción fácil y además ha sido de noche».
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