Hasta el propio comunicado de los organizadores la califica de “inaudita”. Está claro que la huelga indefinida convocada por la Federación Gipuzkoana de Caza a inicios de este mes ha causado sorpresa. Pero, además, en el mismo texto con el que la entidad daba a conocer la decisión, alegaba motivos tan variados (y de tan distinto ámbito territorial) que parecen complicados de solucionar a corto plazo. “Sí, puede ser un proceso muy largo”, le confirma a DonostiTik Aritz Ezeiza, coordinador general de la Federación.
¿Qué tipo de resultado tangible puede provocar una huelga tan peculiar? La falta de control del jabalí sería el principal, con los perjuicios que se supone que conllevaría para los cultivos, como veremos más abajo. “Lamentamos las consecuencias de esta huelga”, prosigue el comunicado, “pero es la última medida que nos quedaba”, después de haber apelado al diálogo sin éxito una y otra vez, siempre en versión de la Federación. Y de una manifestación de colectivo en abril de 2018 que reunió a 10.000 personas en Donostia, según sus cálculos.
Los cazadores gipuzkoanos se sienten maltratados desde muchas instituciones, y no solo las gipuzkoanas. En su manifiesto, citan la “inacción y dejadez foral” de la Diputación, por la prohibición de cazar en Ulia; pero “también observamos un retroceso brutal a nivel del estado, con un reglamento de armas que dejará al 20% de nuestros cazadores en casa”, sigue el texto, o “una sentencia del Supremo que hace inviables las Órdenes de Veda como las conocemos actualmente”. E incluso “una Ley del Deporte que pretende cargarse nuestras modalidades deportivas por protección animal urbanita”.
En Gipuzkoa hay más problemas, añade Ezeiza. Se refiere a la muy reciente prohibición de cazar también en el monte Aldaba-txiki de Alegia, declarada en una ordenanza municipal de enero de 2019. O la publicación de un plan en Astiagarraga, en el que el Ayuntamiento “pone muy en entredicho la actividad cinegética”. Además, recuerda, “llevamos cuatro años sin firmar un convenio de caza mayor”, dejando al sector en un limbo incómodo.
Esos casos de Alegia y Astigarraga entienden que «son consecuencia de la prohibición de Ulia”, prosigue Ezeiza. El de este monte que enlaza Donostia con Pasaia es un caso “sangrante”, describe el comunicado: “A pesar de que existe una sentencia del Tribunal Supremo que considera esa prohibición fuera de la legalidad, la Diputación trata de aplicar una nueva normativa que burle la decisión de los tribunales”.
Ante todo esto la respuesta de la Federación Gipuzkoana ha sido la insólita huelga: “Hemos decidido que es el momento”, corrobora Ezeiza, “no solo por los problemas locales, sino también a un nivel general, porque consideramos que está llevando a unos límites extremos” al sector. “En consonancia, y por acuerdo unánime de todas las sociedades de cazadores (un centenar) y cuadrillas (60) que componen la Federación”, se dio el paso.
Así que las escopetas callarán hasta quién sabe cuándo, reclamando “un cambio sustancial en las distintas administraciones públicas”, a las que la Federación exige que demuestren “sensibilidad” hacia un colectivo que agrupa a unas 20.000 personas en el territorio. Ya que varios de los motivos aducidos trascienden a Gipuzkoa, ¿no se ha tratado de consensuar semejante medida con otras Federaciones similares? “No”.
El factor jabalí
Pertenece al abc de las huelgas: cuando alguien piensa en organizar una, proyecta las consecuencias que puede tener para la ciudadanía en general. Si la vida cotidiana de muchos se resiente porque alguien deja de actuar, la presión rebota hacia las instituciones o empresas, que deben acelerar la búsqueda de soluciones. Pero, ¿y en el caso de los cazadores? ¿A quién le puede afectar que dejen de disparar?
La respuesta está de nuevo en el campo: el jabalí podría desbocarse aún más. El pariente salvaje del cerdo come de todo, y su fuerte hocico ‘todoterreno’ le permite buscar alimento unos centímetros bajo tierra, por ejemplo las hortalizas. Puede generar grandes daños en los cultivos, y más si su población crece sin control. Se podría traducir también en más accidentes de tráfico por choque contra ejemplares que cruzan la carretera, e incluso peligro de transmisión de enfermedades al ganado doméstico.
Casi carente como está el cuadrúpedo de enemigos naturales, exterminados por nosotros mismos (fundamentalmente, el lobo), el control lo ejercen precisamente los cazadores, que cada año matan jabalíes a miles en Euskadi y en todas partes. No obstante, y según Ezeiza, en la última década aproximadamente la población de este mamífero crece en torno al 10-15% anual. Y puede dispararse más si nadie los mata. Desde el Gobierno Vasco, afirma el coordinador de la Federación de Caza, les aseguraron que, para limitar la expansión del jabalí “no es suficiente el concurso de los cazadores, pero sí somos imprescindibles para ese control”.
¿Y la próxima Orden de Vedas?
De todos modos la huelga ha llegado esta temporada, cuando no quedaba más que un mes de permiso para cazar al jabalí. Según la Orden Foral de Vedas para la temporada 2018-19, la temporada de caza mayor (jabalí y corzo) se extiende en Gipuzkoa desde el 1 de septiembre de 2018 hasta el próximo 31 de marzo de 2019.
Ahora bien, el conflicto puede ampliarse en la próxima apertura de campaña. La anual Orden Foral de Vedas debe ser redactada por los servicios técnicos de la Diputación, y se supone que la próxima temporada de caza comenzaría el 1 de septiembre. Pero, ¿la habrá? Ezeiza no lo tiene claro. Teme que sea recurrida antes incluso de que se conozca su contenido, “como anunciaron los ultraecologistas que harán”. Este recurso llevaría a un proceso judicial que, a su entender, dichos adversarios de las monterías podrían tratar de dilatar en el tiempo. Sería un problema extra a añadir al zurrón.
Según el manifiesto, los cazadores gipuzkoanos han tratado de debatir con miembros de todos los partidos. Pero en general “nos hemos encontrado con unos representantes que, en vez de buscar un acuerdo, se han alineado con las posturas más intransigentes del ultraecologismo, demostrando un desapego preocupante del mundo rural y la caza”.
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