Natalia Medina está al frente del pub The Hole de la Parte Vieja de Donostia. Asociada a Hostelería Gipuzkoa, es miembro activo de SOS Ostalaritza y aboga por la unidad de los hosteleros ante «los agravios» que considera que sufren. DonostiTik habla con Medina sobre los turistas, sobre las ayudas que necesita el sector para sobrevivir y sobre la precariedad laboral. El 19 de agosto desapareció el ocio nocturno y lo tiene claro: «La incertidumbre está minando la salud mental de la mayoría de los hosteleros».
¿Desde cuándo está al frente de The Hole y cómo iba el negocio durante el tiempo anterior a la pandemia?
Abrí el negocio el 1 de mayo de 2017 y he de decir que, a pesar de la dificultades que sufrimos los hosteleros nocturnos, el negocio iba in crescendo y asentándose en la maltrecha noche donostiarra.
¿Cuál es la relación entre Sos Ostalaritza y Hostelería Gipuzkoa? Tienen perfiles distintos y han ido por libre salvo en la manifestación del pasado sábado.
Yo en particular soy asociada de Hostelería Gipuzkoa y estoy en el comité de ocio nocturno creado recientemente por esta entidad. SOS Ostalaritza no es una organización propiamente dicha, no está registrada, son los medios de comunicación los que nos empezaron a tratar como tal. Y SOS Ostalaritza surgió a raíz de la falta de acción por parte de Hostelería Gipuzkoa ante las medidas tomadas por el Gobierno Vasco para frenar el virus a finales de julio. Yo recibí una llamada de una asociada, creamos un grupo de whatsapp, añadimos a todos los hosteleros que conocíamos, asociados como no asociados, y el grupo creció con rapidez.
Hicimos una primera aparición el 4 de agosto y una protesta el 14 de agosto y entonces la directiva de Hostelería Gipuzkoa emitió un comunicado (sin preguntar a los asociados) desvinculándose de SOS Ostalaritza porque les recordábamos a «tiempos pasados». Aunque nosotros desde el principio hemos insistido en el carácter pacífico de nuestras acciones, cosa que se está demostrando.
También decían que no nos respaldan porque desconocían quién está detrás de SOS Ostalaritza a pesar de haberles informado: somos hosteleros, autónomos y pymes, y nadie nos dirige ni nos financia. Somos un grupo heterogéneo intentando sacar sus negocios adelante, de salvar puestos de trabajo. No tenemos más apoyo que nuestros bolsillos aunque hemos recibido material por parte de LAB, ELA, Comercial SARASTI y particulares.
En cuanto a la manifestación del pasado sábado, la directiva de Hostelería Gipuzkoa no acudió en representación de la entidad, sino como hosteleros particulares. Me consta que les sorprendió gratamente el éxito y buena organización de la protesta, por lo que espero que en el futuro no sean reacios a colaborar. Es importante que todos los hosteleros estemos unidos ante los agravios que nos afectan en la actualidad.
La hostelería en particular y aún más la del ocio nocturno se queja de que las culpen por los brotes. ¿Cómo lo lleva usted y cómo afecta esta idea al sector?
Creemos que la hostelería ha sufrido un ataque mediático durante meses, tiempo en que se ilustraban noticias con fotos de bares y terrazas. Eso ha calado en la población, que justifica nuestro cierre a pesar de no haber datos científicos que lo avalen.
Por un lado los contagios en hostelería, según el Ministerio de Sanidad, son inferiores al 3,5%. Y solo a la hostelería se le exigen medidas preventivas y de desinfección casi imposibles de cumplir mientras la gente viaja hacinada en transportes públicos que no limpian ni ventilan con mascarillas quirúrgicas, de tela o neopreno, que dicen que son ineficaces.
Por otro lado se siguió atacando al sector cuando cerró la hostelería nocturna pero la curva de contagios no bajó. El Gobierno Vasco no ha aumentado el número de camas en la UCI, ni ha contratado más personas. Siento incredulidad, impotencia y rabia.
¿Cómo funcionó el sector en verano?, ¿notaron un bajón porque había miedo o fue una especie de oasis de normalidad?
Hasta antes de las elecciones en Euskadi fue un oasis y seguimos todos los protocolos establecidos por sanidad. Había algo menos de clientela por falta de transporte nocturno pero el ambiente fue muy bueno en general. Al día siguiente de las elecciones todo cambió: empezó lo que sentimos como un acoso por parte de las instituciones con constantes inspecciones sanitarias y visitas policiales.
Íbamos a trabajar con miedo de volver a casa con alguna multa por algún fallo en el protocolo preventivo o porque algún cliente se lo saltara. No habría queja al respecto si esto hubiera pasado en todos los sectores, pero solo ocurría en hostelería.
El 19 de agosto se cerró completamente la hostelería nocturna y desde entonces no se nos ha permitido trabajar. Lo peor de todo es que no nos dicen con qué criterios nos dejarán volver a abrir ni nos hablan de fechas. La incertidumbre está minando la salud mental de la mayoría de los hosteleros.
¿Cuántos trabajadores tiene The Hole?,¿saldrán adelante?
Actualmente solo me queda la mujer que limpia el bar y está en Erte. Al ser un negocio joven normalmente cuento con una camarera fija a 30 horas y el resto lo trabajo yo. En verano le doy la opción de aumentar horas en su contrato y doy trabajo a una tercera persona por 20 horas semanales. El resto del año contrato extras en momentos puntuales. Antes del confinamiento tenía intención de subir horas permanentemente a mi camarera y coger a alguien fijo para fines de semana todo el año.
En el futuro trabajaré yo sola y contrataré en función de la evolución del mercado. Espero que me dejen trabajar con normalidad, sacar el negocio adelante y hacer todo lo posible para poder volver a crear empleo. Las primeras personas a las que ofreceré los puestos serán las dos últimas camareras que trabajaron conmigo, son maravillosas y las echo de menos. Mi clientela y yo las queremos de vuelta.
¿Qué ayudas necesitaría el ocio nocturno para no caer en esta crisis?
Necesitamos que se nos deje trabajar con normalidad y que no se nos haga responsables de lo que haga la gente en la calle, aunque estén junto a la puerta de nuestros negocios. Nosotros tenemos unos negocios basados en unas licencias que se nos conceden. Licencias que nos permiten vender legalmente nuestros productos. Que los clientes hagan mal uso de ellos y se nos castigue a nosotros, es como si se multara a los concesionarios automovilísticos porque sus clientes se saltan un semáforo.
La Noche necesita que se controlen licencias para evitar la competencia desleal y que se facilite el transporte público. Al fin y al cabo la economía se mantiene activa cuando la población se mueve.
Dicen que nos cierran por un bien social. Bien, de acuerdo, lo aceptamos pero se está atentando contra nuestro derecho a trabajar, por lo que creemos correcto que se nos compense económicamente. Como en tantos otros sectores. «Nadie se va a quedar atrás», decían. Pero directamente nos entierran.
Pedimos una rebaja de la presión fiscal y que sea proporcional a las restricciones horarias y de aforo. Pedimos la rebaja temporal del IVA igual que se ha hecho en otros países europeos como Alemania, Grecia o Lituania. Mucho se nos pone de ejemplo a otras naciones cuando se nos quieren restringir derechos pero nada dicen cuando estos mismos países ayudan a sus ciudadanos. Queremos, al igual que en Alemania, recibir el 75% de lo facturado en 2019 en los meses en los que se nos obligue al cierre.
También que el Gobierno se ocupe con efectividad de nuestros empleados, que se agilicen los ertes y sus pagos, que se les ayude con extras que compensen las prestaciones que reciben o vayan a recibir. No sé cómo pretende el gobierno que la gente sobreviva con el 70% de su salario.
¿La Parte Vieja de Donostia, sin los extranjeros, se muere?, o cree que mantienen un público local fuerte.
El funcionamiento económico de la Parte Vieja es como el de una gran fábrica. El eje actual de esa fábrica está relacionado con la gastronomía y por tanto con la hostelería. Es natural que los turistas tengan como objetivo visitarnos. Los donostiarras sabemos que tenemos una ciudad preciosa, una oferta gastronómica sin igual y el mundo lo está descubriendo. Y si a eso le sumamos que es una de las ciudades más seguras de Europa, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que nos quieran visitar.
Hay unos pocos bares y restaurantes que han decidido adaptar su oferta a los gustos de los extranjeros, el resto trabajamos mayoritariamente con gente local muy fiel.
¿Qué pasaría si desapareciese el turismo? Realmente no lo sé, supongo que al principio afectaría negativamente a algunos establecimientos hosteleros y a comercios especializados en souvenirs y supongo que la zona se reinventaría.
No es que la Parte Vieja sin turistas pudiera morir, es que si no hay turistas en la Parte Vieja no los habría en el resto de la ciudad y el turismo es una pieza en el motor de nuestra economía.
Tiene fama la hostelería de dar mucho trabajo en volumen pero en condiciones precarias. Una reivindicación que viene de lejos. ¿Este fenómeno que estamos viviendo puede agravar más aún esa situación?
Hay casos de precariedad en hostelería y en el resto de los sectores. Hay muchos piratas que se disfrazan de empresarios y los hay en todos los ámbitos, pero esa figura poco a poco va desapareciendo.
Un fenómeno que se ha producido a consecuencia de los Ertes es que empleados que antes aceptaban contratos inferiores a sus jornadas laborales porque veían más dinero líquido al cobrar parte en B, se han dado cuenta de que no les beneficia y están pidiendo a sus empleadores la regulación de sus contratos. Si a ello le añadimos el aumento de inspecciones, dudo que la situación pueda empeorar.
Deja un comentario