Los días 19, 20 y 21 de noviembre se celebrará en el Teatro principal la 44ª edición del Ciclo Internacional de Cine Submarino de Donostia. El director del evento, David Sánchez Carretero, reconoce que no ha sido fácil la organización en plena pandemia y que en varias ocasiones han tenido que desandar el camino y rehacer el programa. En todo caso esta cita, que es una verdadera declaración de amor al mar y que año tras año se vuelve más crítica, ya está aquí.
¿Cómo va a afectar la pandemia a esta nueva edición del Cimasub?, ¿dudaron de si podría realizarse?
Hemos estado muy pendientes de otros festivales como el Zinemaldi y la Semana de Cine Fantástico y de Terror y no ha habido brotes. También han hecho un trabajo increíble en las salas de cine. Creemos que podemos celebrar el Cimasub con todas las garantías. Ha sido mucho más trabajo este año para organizar menos cosas, pero estamos contentos porque va a ser una edición muy interesante. La entrega de los premios sí va a ser radicalmente distinta porque muchos galardonados son de fuera de Euskadi y no podrán asistir, así que la haremos virtual con vídeos de agradecimiento que nos han remitido y veremos todo en la sala.
Indudablemente la esencia del Cimasub es la presencialidad porque nos juntamos gente del sector de la imagen submarina de distintos lugares del mundo en una ocasión muy especial y es una pena que esta vez no puede ser, pero es lo que hay y las invitaciones de los ganadores se mantendrán para el año que viene.
¿Qué elementos destacaría del programa?
En 2018 recibimos trabajos de 68 participantes, el año pasado de 82 y este año de 116 y muchos son extranjeros. En 2019 llegamos a los 4.000 espectadores y en 2020 no podrá ser por las medidas de seguridad, pero la calidad es incuestionable. Hay trabajos increíbles de alemanes, franceses, también nacionales… Vamos a disfrutar con todos ellos de la belleza del mundo submarino. También profundizaremos en el mensaje de denuncia y en la búsqueda de conciencia ecológica. Cada vez llegan más trabajos que denuncian cómo termina nuestra basura en el mar. La gente va a salir tocada y eso buscamos: que vea la realidad. Transmitimos belleza y crudeza.
Son 44 ediciones de uno de los encuentros culturales más originales del panorama donostiarra. ¿Tienen retos a la vista?
Nuestro reto es llegar siempre más lejos y este año es muy difícil, pero seguimos en contacto con ayuntamientos para que nos hagan un hueco. Estamos recuperando la sesiones que durante el confinamiento hubo que aplazar en los pueblos. Ya hemos estado en Hondarribia y Zumaia, por ejemplo. Se nos complica este año el Txikiziklo con los colegios, pero en Donostia sí lo celebraremos en el Aquarium y sin mezclar centros escolares.
No quiero dejar de lado que también trabajamos en el cuidado del mar. Participamos en distintas limpiezas de fondos marinos, este año ha habido menos, claro. Hemos estado en Getaria. Y fomentamos el submarinismo porque no en vano somos la Sección de Actividades Subacuáticas de la Real Sociedad. A los niños que participan en el Txikiziklo les regalamos bautizos en piscina. Justo celebramos uno con 50 niños antes de la pandemia.
¿Tienen relación con otros festivales de esta temática?
Francisco Pizarro, el padre del Cimasub, se movió muchísimo por Europa. Varios encuentros europeos han ido desapareciendo mientras aparecen otros en Canarias, por ejemplo, o en el Mediterráneo. Cuantos más haya mejor. Solemos invitar a los responsables del encuentro que se celebra en Vigo y antes venían los de Valladolid, que ya desapareció.
Después de tantas ediciones el público de Cimasub es variado. Pese a eso, ¿cuál es el más fiel a este encuentro?
Para nosotros son una referencia los veteranos que llevan 44 años viniendo. Escucharlos es un placer. Y estamos encantados de que cada vez venga gente más joven y también familias. Apuntamos al futuro: en el Txikiziklo suelen ser 700 niños aquí y 1.100 en toda Gipuzkoa. Futuros aficionados al mar. Ojalá.
Deja un comentario