Fallecido el pasado 5 de julio en París a los 92 años, Claude Lanzmann, ha sido una de las principales figuras de la vida intelectual francesa del siglo XX. Si su trabajo como escritor y periodista ha sido a menudo destacado, su monumental película documental Shoah (1985) permanecerá como su principal legado. Tardó 11 años en prepararla y sus 350 horas de rodaje dieron lugar a casi 10 de metraje sin imágenes de archivo, sin ficcionalizaciones, sin añadidos musicales, en una radical apuesta formal que alternaba testimonios de judíos supervivientes con los de testigos polacos o con filmaciones con cámara oculta a verdugos nazis.
El impacto de la película, su extraordinario valor histórico, hizo que Lanzmann utilizara algunos de aquellos materiales en otros proyectos cinematográficos con similares objetivos: Alguien vivo pasa, (1997), Sobibór, 14 de octubre, 16 horas (2001), El informe Karski (2010) y también la película que será proyectada este próximo jueves, El último de los injustos (2013), en la que Lanzmann incluye partes de la larga entrevista que realizó a Benjamin Murmelstein en Roma, en 1975, para la preparación de Shoah.
Murmelstein, a las órdenes de Eichmann, fue el último presidente del Consejo Judío del campo de Theresienstad. Su actuación, extremadamente controvertida, introduce en la filmografía de Lanzmann la interrogación sobre el colaboracionismo judío durante la II Guerra Mundial.
La sesión (de 3 horas y 38 minutos de duración) irá seguida de un debate con Luisa Etxenike, especialista en la obra de Lanzmann y traductora al castellano de Un vivant qui passe (1997).
La cita será en Tabakalera, Sala de cine 1; 17:00 horas; VOSE.
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