Calzados Tello es uno de los exponentes veteranos, clásicos, sobradamente conocidos del comercio donostiarra y gipuzkoano. Un negocio familiar con dos tiendas (en la calle Fuenterrabía y en el centro comercial Mendibil de Irun) que da de comer a siete personas. Las dos tiendas están cerradas al 100% desde el 14 de marzo. Estibaliz Tello, comerciante y presidenta de la Asociación de calzado de la Federación Mercantil de Gipuzkoa, considera que hay muchas cosas que se han hecho mal. Pese a todo también afirma: «No se puede apostar por una reactivación cuando todavía hay miedo. Y habrá miedo mientras no haya control sanitario».
¿Podemos hacer cálculos sobre el golpe del confinamiento al pequeño comercio local?
El problema ya empezó cuando el coronavirus era sólo una amenaza. A primeros de marzo notamos el descenso de las ventas que la semana del 9 de marzo llegó a cotas insospechadas, un 84%. Ya no había gente por la calle, se había desatado el pánico y el cliente había enfocado sus compras hacia la alimentación, la higiene, etc. Relegando y convirtiendo cualquier otro producto en innecesario, superfluo, un lujo.
¿Y la reacción de las instituciones?
De primeras para nosotros fue un ‘shock’ la comparecencia del Lehendakari Iñigo Urkullu. El sector comercial ha sido invisible a los ojos de las instituciones y al inicio sólo era nombrado para hablar de la distancia entre los clientes. Pero la realidad es que ya no había clientes.
Por seguir con las cifras: El pico del parón comercial se dio al recluir al 100% de los escolares. Ese viernes y ese sábado la caída de las ventas fue del 95%. Y ahí llegó Pedro Sánchez papel en mano a decretar el Estado de Alarma sanitaria nacional.
La realidad es que miles de empresas comerciales han quedado al amparo de decisiones quincenales cuyo titular impresiona y cuyo contenido ha ido confundiendo a todos. Las medidas que se han tomado han sido de difícil interpretación, pues en su redacción han sido tratadas con gran superficialidad.
Es verdad que el tema de los ERTEs ha sido para los empresarios una medida eficaz que nos ha permitido tomar aire para afrontar el resto de las áreas del negocio, sabiendo que nuestros empleados quedaban mínimamente cubiertos. Ahora hay que ocuparse de negociaciones de alquileres, stock, pedidos en curso no recibidos, pagos, etc. Y trabajar al detalle los protocolos sanitarios y estrategias comerciales de cara a la vuelta. Algo muy difícil y sujeto a cambios constantemente.
¿Cómo lo viven ustedes en particular?
Nuestra plantilla está en ERTE, los ingresos están a cero y las obligaciones se mantienen todas. La consigna que se respira en el ambiente es: si quieres salvar tu negocio, endéudate.
¿Qué piden a las instituciones en esta situación?
Nosotros echamos en falta claridad y transparencia. No es lo mismo tomar decisiones con 15 días de cierre por delante que con 45/60 días de cierre previstos. Ninguna empresa toma decisiones iguales con escenarios distintos y denuncio firmemente la incapacidad de aportar claridad meridiana a los plazos. No creo que no pudieran actuar con previsión, creo que no han querido. Lo creo firmemente.
Se trata de una crisis sanitaria mundial, está claro. La economía es un daño colateral, de acuerdo. Vamos a perder todos, exacto. Pero… ¿quiénes son estos señores que esgrimen sus títulos de ministros, presidente, vicepresidente…? Esta gente se ha convertido en la clase noble del país, parece la corte de Louis XVI y todos sabemos cómo acabó. Deben afrontar un duro examen, también de conciencia, y debemos exigir responsabilidades a quien corresponda.
¿Qué opinan en el sector de las ayudas?
Las medidas de ayuda de las diferentes instituciones cubren un mínimo del daño y llegan de manera desigual. ¡Y cuidado con la letra pequeña! Son coyunturales y para poca gente. Pequeñas tiritas para un hueso roto.
Puestos a hablar de ayudas… ya se han anunciado los 20 millones de euros para la industria que rechinan frente a los tres millones para el comercio (Tello se refiere al Bideratu Covid19 con 20 millones de euros destinados a la reestructuración de empresas en crisis). Un agravio comparativo. Da un dolor de corazón… nosotros somos el 11% del PIB y la industria el 22%. No se entiende.
Por otro lado la crisis del pequeño comercio llega desde bastante antes del coronavirus…
El pequeño comercio arrastra años de inestabilidad y malos resultados. Arrastra fragilidad y poca adaptación a los nuevos canales de distribución por la falta de apoyos frente a los gigantes cuya fiscalidad tributa en otros países. Arrastra falta de valor a los ojos del Gobierno que prioriza industria y turismo. Nuestro sector nunca ha recibido las ayudas equiparadas al PIB que tiene. Siempre migajas de última hora con campañas que incentivan las ventas o promoción publicitaria con las sobras.
En Donostia es aún más dramático si cabe, pues en las capitales vascas el sector servicios representa el 85% de su economía. Hostelería, comercio, asesorías, taller de reparación, etc.
¿Cómo se enfrentan al futuro?
El futuro está lleno de incertidumbres. Creo en el comercio y mucho en sus integrantes, luchadores, idealistas, ilusionistas de lo cotidiano. Su fuerza y su sonrisa siempre al servicio de sus clientes, pero lo tienen difícil: mientras no haya vacuna disponible para el Covid-19 estamos sometidos al miedo por contagio.
Aunque acabe el decreto de Alarma, incentivar a la gente a volver a las calles a pasear, a mirar escaparates, a entrar en una tienda y probarse un vestido, etc, a todo tipo de gestos cotidianos, es impensable. Ahí hay que medir bien los tiempos. No se puede apostar por una reactivación cuando todavía hay miedo. Y habrá miedo mientras no haya control sanitario.
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