Ikuspegi – el Observatorio Vasco de Inmigración ha presentado hoy su barómetro anual, que analiza las actitudes de la sociedad vasca hacia la población de origen extranjero. El estudio destaca una actitud predominantemente tolerante hacia la inmigración con una visión similar a la registrada en 2021, antes de la pandemia de la Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania; lo que supone rebajar en casi tres puntos el índice del pasado año. “Una vez desaparecida la emergencia social por la guerra en Ucrania”, se anota en el informe, “los datos muestran una imagen similar a la obtenida en 2021”.
Según el Barómetro de Ikuspegi, problemas como la inflación, el aumento de los precios y el desempleo lideran las preocupaciones de la población vasca. Por lo tanto, y a pesar de algunas opiniones generalizadas, la inmigración no es percibida como un problema significativo. De hecho, solo el 1,7% de la sociedad lo ve como un problema personal, y únicamente un 4,7% lo considera un problema para Euskadi. Estas cifras son las más bajas registradas en toda la serie del estudio.
Con el paso de los años, en Euskadi se ha asentado un discurso funcional sobre la inmigración, reconociendo la contribución positiva de la población inmigrante al mercado laboral. No obstante, en temas de integración social, existe una tendencia asimilacionista, esperando que sea la población migrante quien realice el esfuerzo de adaptación a las costumbres y tradiciones locales.
El estudio también revela que, pese a los rumores acerca de posibles abusos al sistema de protección social, la sociedad vasca rechaza la idea de un sistema exclusivo para las personas autóctonas. También existe un fuerte apoyo a que derechos fundamentales, como la salud, la educación y la asistencia jurídica, sean universales para todas las personas, independientemente de su origen.
Un aspecto positivo es la mejora en la percepción del grado de integración de la población migrante. Comparado con datos de 2016, en 2023 la población vasca percibe a las personas de todas las procedencias como más integradas en la sociedad, incluso aquellas consideradas cultural o simbólicamente más distantes.
Las mujeres de origen extranjero son especialmente valoradas por su contribución a la sociedad vasca, en especial en el ámbito económico y en labores del hogar y cuidados.
En lo que respecta al asilo y refugio, la situación ha cambiado tras la guerra en Ucrania. El número de personas favorables a acoger solicitantes de asilo y refugio sin restricciones ha disminuido, pasando de representar la mitad de la población a un 37,4%.
Pendientes de Canarias
En su intervención, la consejera Nerea Melgosa ha hablado de las “luces y sombras” que presenta el estudio. Asimismo, ha puesto en valor la “extraordinaria” respuesta solidaria del pueblo vasco con las personas desplazadas por la guerra de Ucrania, pero ha recordado que “en África se libra más de una docena de conflictos armados” que provocan miles y miles de desplazamientos.
Se ha referido a las personas migrantes asentadas en Euskadi, para quienes ha pedido comprensión y empatía. Y ha puesto el foco en la situación que se vive ahora mismo en Canarias y el Mediterráneo.
“El Gobierno Vasco está muy atento a lo que sucede en Canarias, porque de una u otra manera tendrá su repercusión aquí”. Ha explicado que cuando una persona refugiada sale de la isla y llega a la península, tarda mes y medio en llegar a Irun. “Todo está preparado en Hilanderas I e Hilanderas II está lista para activarse si hubiera un aumento significativo del flujo migratorio”, ha dicho, al tiempo que ha hecho un repaso a los recursos activados por su Departamento, a través de la Dirección de Migración y Asilo: Oñati, Tolosa y Berriz; Biltzen, Aholku Sarea, Patrocinio Comunitario, Trapezistak, Loturak…
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