«La chinche marmolada ha llegado para quedarse y poco podemos hacer». En la asociación Parkea Bizirik kukulunbera advirtieron en noviembre de la presencia creciente de este insecto que es considerado plaga en Estados Unidos o Argentina y que aquí, en Gipuzkoa, toma posiciones «debido a la globalización y en concreto a la comercialización entre países». Vecinos de la zona de Igara le han hecho llegar su malestar al Ayuntamiento de San Sebastián recientemente y le han pedido que fumigue, si bien desde Pareka Bizirik kukulunbera no comparten esta petición.
Esta chinche oriunda de Corea, China y Japón, también conocida como apestosa y no por casualidad, fue vista de primeras en el Paseo Doctor Begiristain de Donostia (subida a hospitales) en un falso plátano (Arce pseudoplatanus). A partir de ahí se ha extendido notablemente y en días con calor inusual como este pasado jueves se multiplica su presencia.
Una vecina de Igara, residente en un tercer piso, que se ha dirigido en varias ocasiones al Ayuntamiento, narró a DonostiTik que la situación le resulta alarmante y muy molesta.
Desde Parkea Bizirik corroboran que la chinche aprovecha la ropa colgada en el exterior para entrar en las casas. «Es sorprendente el olor que dejan en la ropa. Hace poco me apareció una en una camiseta y pese a haberla lavado en varias ocasiones se mantiene la peste», explicaron desde Parkea Bizirik.
Su sola presencia y el olor son los principales problemas que provoca la chinche marmolada. Sin embargo no pica a las personas ni a los animales. A diferencia de la chinche común no se alimenta de sangre ni provoca picaduras.
Los vecinos que se han dirigido al Ayuntamiento piden que se valore la posibilidad de fumigar, pero desde Parkea Bizirik kukulunbera no son partidarios. «Son repulsivas. Estar en la cama y ver cómo corren… pero la fumigación es veneno. Y aunque las concentraciones sean pequeñas para los adultos, afectan a los alérgicos, a los niños, a otros insectos y a los bichos que se los comen».
No hay grandes soluciones contra estas chinches apestosas, pero sí algunos pequeños trucos. «En teoría la especia denominada clavo sí las repele (se mezcla una cucharadita de aceite esencial con clavo en una taza de agua y se rocía, «pero es difícil saber hasta qué punto tiene efecto»).
Poco más se puede hacer por el momento según los expertos. «No va a desaparecer. Y como no son insectos de aquí, no sabemos cuánto se pueden llegar a extender. Caminamos hacia el desequilibrio y esto es una vez más consecuencia de la crisis ambiental».
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