(EFE). Un hombre que se sentará a partir de este miércoles en el banquillo de la Audiencia de Gipuzkoa se enfrenta a una petición de 18 años de cárcel por parte de la Fiscalía, que le acusa de violar en más de una decena de veces a su sobrina cuando la menor tenía entre 12 y 13 años.
En su escrito de acusación provisional, al que ha tenido acceso EFE, el Ministerio Público considera los hechos constitutivos de un delito continuado de agresión sexual con penetración a una menor de 16 años por lo que, además de la citada pena de cárcel, reclama que el inculpado permanezca diez años en situación de libertad vigilada y que no pueda acercarse a su víctima ni comunicarse con ella durante otros diez.
Asimismo, solicita que el inculpado compense a la niña con 30.000 euros, que sea inhabilitado 15 años para cualquier profesión o actividades que conlleven contacto con menores y que se le prive de la patria potestad por ocho años.
Según la versión de la Fiscalía, los hechos habrían sucedido entre noviembre de 2020 y el 15 de abril de 2021, período durante el que el procesado habría aprovechado que la niña vivió en su mismo domicilio, situado en una localidad del interior de Gipuzkoa, así como su «cercana relación» por su «condición de ascendiente» para «satisfacer» con ella sus «deseos sexuales» en más de una decena de ocasiones.
El primero de estos episodios habría tenido lugar un día en el que la pequeña regresó al domicilio «con agujetas» después de haber practicado gimnasia y aprovechando que estaba a solas con ella en la cocina simuló hacerle un «masaje» en las piernas, tras lo que presuntamente le levantó el jersey y le besó en los pechos.
Transcurrido algo de tiempo, cuando la pequeña se disponía ya a volver al colegio el hombre le habría preguntado ya en el portal «a ver cuándo lo hacían».
El escrito de acusación relata a continuación distintas oportunidades en las que, a partir de aquel momento, el procesado presuntamente mantuvo relaciones sexuales completas con la niña, «en contra de la voluntad» de la menor, cuando ambos estaban solos en la casa.
Unas ocasiones en las que le exigía «reserva y «le hacía ver que si no accedía accediendo a sus deseos con discreción» podría «ocurrir algo», lo que hacía temer a la pequeña «por la integridad física de su madre y de su hermano» con los que también convivían en el piso.
A consecuencia de estos hechos, la niña sufrió «afectación psicológica derivada de la situación padecida» que se concretó en «un cuadro ansioso depresivo reactivo a un estresor vital importante y amenazante».
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