Son tiempos complicados, pero la sociedad vasca, en particular la gipuzkoana, no pierde el norte. La asociación Juneren Hegoak avisó de que Eider, una niña de 11 años de Errenteria necesitaba ser operada, y para ello la familia debía reunir 9.000 euros. En unas horas la cifra se había alcanzado. Eso ocurre cuando la entidad que lanza el proyecto, en este caso Juneren Hegoak, goza de la confianza social. Pero también, tal y como recalcan las voluntarias Nora Garay y Yoli Martín, cuando las personas que necesitan la ayuda son menores. Desde 2013 la sociedad ha ayudado a 53 familias. Este año extraño son ya 18 las que de una u otra manera han recibido el apoyo de la asociación.
Juneren Hegoak nació en 2013 fruto de la tragedia. Han pasado casi 8 años y la pasada semana lanzaron una campaña de apoyo a una niña, para completar los 9.000 euros de una operación, que se cerró en cuestión de horas. ¿Los niños remueven la conciencia de la sociedad?
Yoli Martín: Personalmente creo que sí. Errenteria, municipio donde vive la familia de June, se volcó porque los vecinos empatizaron con el dolor de la familia ante su pérdida. Aquellos inicios de Juneren Hegoak fueron en un revoltijo de emociones, de propuestas e ideas, y de manos que querían ayudar a los txikis. Creo que, cuando se pone cara a una realidad concreta, las personas nos activamos. El caso de Eider, la niña que padece biparesia espástica, es el ejemplo más reciente de cómo las personas nos volcamos cuando vemos una necesidad y sentimos que podemos contribuir a mejorar la vida de los más txikis.
¿Pueden recordarnos en qué consiste su labor?
Nora Garay: Juneren Hegoak tiene como misión generar una red de apoyo a familias que, debido a la enfermedad o fallecimiento de un menor, están en situación de vulnerabilidad. El apoyo que ofrece Juneren Hegoak no solo es a nivel económico, sino que ayuda a las familias con sesiones de terapia, con acompañamientos en estancias en hospitales… De forma lúdica también organizamos actividades como Juneren Hegoak Eguna, el proyecto de cine adaptado Bizitu o la participación en eventos deportivos. Por desgracia estas acciones no se realizan en la situación actual de pandemia.
¿Se acercan ustedes a las familias o esperan a que éstas se acerquen a ustedes?
N.G.: Pueden darse las dos circunstancias: que se detecte algún caso de necesidad en el entorno cercano de la entidad, a veces incluso otras entidades nos derivan algún caso. Y también hay familias que vienen a la asociación directamente. La verdad es que es más complicado que las familias nos llamen porque la enfermedad suele vivirse en el ámbito más intimo y cuesta dar ese primer paso de pedir ayuda.
¿Cuántos voluntarios son?
Y.M.: Actualmente somos 65 en diferentes áreas. Son muchas las posibilidades de colaborar. Siempre decimos que Juneren Hegoak se mueve por el voluntariado y por la fuerza que nos transmiten las familias. Por otro lado para para los temas administrativos hay contratadas dos personas a jornada reducida porque desde el voluntariado no llegábamos a todas las realidades.
Imagino que funcionan gracias a las donaciones. ¿Qué otras fuentes de ingresos tienen?
N.G.: Las fuentes de ingresos de Juneren Hegoak vienen de ayudas o subvenciones de la Administración, también contamos con colaboraciones puntuales de empresas amigas y donativos de aquellos que quieren contribuir. Por otro lado ofrecemos productos solidarios con la imagen de Juneren Hegoak, así como un calendario anual con el doble objetivo de conseguir ingresos y difundir el papel de la asociación.
Una forma cómoda y sencilla de colaborar con Juneren Hegoak es a través de la plataforma Teaming con la aportación de un euro al mes. En estos momentos estamos rozando la cifra de los los 700 teamers o personas que con su euro al mes hacen posible que nuestras familias reciban apoyo en tratamientos, en desplazamientos a hospitales, en sesiones de coaching…
En nuestra página web están todas las formas de colaborar con Juneren Hegoak, tanto a nivel económico como con propuestas, y además se presenta la opción de participar como voluntariado en nuestros proyectos.
A lo largo de estos años ustedes han introducido un ‘servicio’ de apoyo que no existía. ¿Tienen cabida en el ambiente hospitalario?
Y.M.: El primer objetivo de Juneren Hegoak es el de acompañar a las familias. Uno de nuestros servicios es la estancia en el hospital con los menores ingresados para que las familias descansen y puedan estar con sus otros hijos, por ejemplo. Otro es la presencia en la consultas médicas o servicios sociales para hacer más sencillos los trámites. También hay un ‘coaching’ para las familias que facilita herramientas de gestión de emociones, sentimientos… se ayuda a los padres y madres a sobrellevar su día a día y se ofrece un entorno de confianza para poder comunicar y compartir experiencias, bien en grupo o bien a nivel individual.
N.G.: Estamos trabajando para firmar un convenio con Osakidetza sobre la tarea del voluntariado que acompaña a las familias en los ingresos. Y además Juneren Hegoak colaboró en un proyecto de la Asociación SuperH que ha hecho más acogedor el espacio del materno-infantil en el Hospital Donostia. Creemos que las pequeñas cosas pueden cambiar nuestro entorno y así ha ocurrido con este proyecto y en otros, donde unimos fuerzas con otras asociaciones.
¿Cuál es el consejo que se le da a una familia que descubre, de la noche a la mañana, que su hijo está enfermo?
N.G.: Creemos que ese proceso es personal y ha de vivirlo cada familia. No todas están en la misma situación de partida. En todo caso, la experiencia nos dice que los problemas compartidos se sobrellevan mejor. La ayuda puede estar en el entorno cercano, familia y amistades, pero en ocasiones hay que acudir a entidades o profesionales para poder encontrar pistas que contribuyan a vivir esa enfermedad. Creemos que es fundamental cuidar al cuidador.
¿Cuáles son los retos de la asociación y qué peticiones hacen a las instituciones?
Y.M.: En estos momentos de pandemia hay varias cuestiones que nos preocupan. La situación económica de las entidades sin ánimo de lucro en muchas ocasiones se ve condicionada por el apoyo de las instituciones. Y la realidad es que estamos en un momento complicado con muchos problemas a nivel general, gente que se queda en paro, familias que no llegan a fin de mes… el contexto no ayuda. También tenemos dificultades a la hora de plantear proyectos por las las restricciones del Covid-19 y eso hace que se reduzcan tanto los ingresos como la visibilidad de la asociación. Otro reto es también la implicación del voluntariado. Es difícil despertar las ganas de ofrecer tiempo libre cuando todos padecemos la ‘fatiga pandémica’.
En todo caso sabemos que las personas tienen ganas de ayudar, somos un pueblo solidario y esta situación pasará. Y como dice nuestro lema, que es una cita de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
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