(EFE). Varias huellas dactilares y muestras de ADN localizadas por la Ertzaintza en la vivienda de la víctima de la violación de Beasain sitúan en el lugar de los hechos al acusado, presuntamente vinculado también con otros cinco casos de agresiones y abusos sexuales cometidos entre 2012 y 2019 en distintos puntos del territorio.
Así lo corroboran los testimonios de una decena de agentes de la Policía Vasca que participó en la investigación, quienes han declarado como peritos en la sexta sesión del juicio que se sigue desde el lunes pasado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial contra este hombre (de nacionalidad rumana al igual que la víctima), para el que tanto la Fiscalía como la acusación particular y la acción popular, que ejerce la asociación Clara Campoamor, piden 24 años de cárcel.
Los hechos ocurrieron pasadas las 2 horas del 13 de julio de 2019, cuando la chica se disponía a salir de su vivienda para ir a la panadería en la que trabajaba y fue abordada en el rellano de la escalera por un hombre vestido de negro que la introdujo en el interior del piso, la anestesió con cloroformo y la violó.
Los policías, varios de los cuales han declarado por videconferencia, han expuesto los informes de genética forense y lofoscopia realizados sobre las pruebas halladas en el piso de la víctima, así como los análisis informáticos practicados sobre el ordenador, las memorias USB del acusado y sobre su teléfono móvil.
La contundencia de estas pruebas ya había llevado al procesado, de 37 años, a reconocer lo sucedido en la primera sesión del juicio, cuando dijo «no poder negar» el peso de las evidencias reunidas contra él, a pesar de no recordar los hechos ya que, según deslizó se encontraba bajo los efectos del alcohol y una «nueva» droga que había tomado.
Dos ertzainas especializados en agresiones sexuales relataron en otro momento del juicio cómo sospecharon del acusado tras una entrevista con la víctima en la que pusieron el foco sobre las pocas personas que sabían que aquella noche estaría sola en casa.
Una prueba de ADN del inculpado, obtenida en una cucharilla en un restaurante, cotejada después con los restos biológicos de otras agresiones cometidas en Gipuzkoa permitió detener unos días después al procesado, en cuyo ordenador se descubrieron imágenes y vídeos de algunos de estos abusos, aunque ninguno correspondía con la víctima de Beasain.
En la sesión del juicio celebrada hoy, los expertos del departamento de Policía Científica de la Ertzaintza han puesto de relieve nuevamente que seis muestras de huellas dactilares encontradas en la vivienda de la víctima, de 21 años, eran «coincidentes» con las del acusado e incluso que varias de ellas descubiertas en una pieza metálica del contador del agua.
Asimismo, en otros ocho restos biológicos encontraron su «perfil genético», uno de ellos recogido en la puerta de acceso al domicilio.
Un agente ha corroborado además que el ADN de la cucharilla conseguida por los investigadores «se corresponde» con el tomado en esta puerta, aunque también se descubrió en varios recortes de tela tomados del edredón del dormitorio de la chica.
Los policías encontraron asimismo durante la investigación una muestra de perfil genético «mezcla» del ADN de la víctima y de su presunto agresor.
Por su parte, varios miembros de la sección de nuevas tecnologías de la Ertzaintza han relatado cómo en el ordenador del inculpado se encontraron imágenes y vídeos de otra agresiones sexuales, mientras que otro de ellos ha recordado que el encausado no aportó «de forma voluntaria» la contraseña de su móvil, lo que obligó a llevarlo a un laboratorio extranjero para desbloquearlo pues de otra forma no hubiera sido posible «acceder» a su contenido.
Está previsto que el juicio concluya mañana con la declaración de dos nuevos peritos, tras lo que las partes darán a conocer sus conclusiones definitivas y presentarán sus informes al tribunal.
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