(EFE). Juan Luis Goenaga, desde su aislamiento en el caserío de Alkiza (Gipuzkoa), inició en 1971 una etapa experimental de inmersión en la naturaleza que quedó retratada en un amplio trabajo fotográfico. Este corpus, compuesto por 281 fotos, se reúne ahora por primera vez en el libro ‘Juan Luis Goenaga Alkiza 1971-1976’.
La publicación ha sido presentada este viernes en Tabakalera en un acto en el que han participado el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, el presidente de Petronor, empresa que ha editado el libro, Emiliano López Atxurra, la hija del artista Bárbara Goenaga, Mikel Lertxundi, autor de uno de los textos del libro, y Joseba Zulaika, escritor que pasó un mes con Goenaga en Alkiza.
Las imágenes que se suceden en una publicación de más de 230 páginas de sobria pero cuidada edición están acompañadas del ensayo ‘Un lustro de asombros cotidiano», de Mikel Lertxundi, autor de la primera monografía de Goenaga publicada en 2018 por Petronor con motivo del 50 aniversario de la energética.
Testigo de la exposición
De hecho esta publicación fue la chispa de la que surgió la idea de organizar una exposición sobre la etapa experimental de Goenaga entre 1971 y 1976.
De alguna manera el libro «recoge el testigo de la muestra del Museo Bellas Artes a dos días de su clausura, el próximo domingo» aunque su mirada es más extensa que el contenido de la muestra que recoge 44 fotos, ha explicado Lertxundi.
El repertorio gráfico del libro arranca con instantáneas de 1974 que tomó al artista el fotógrafo guipuzcoano Antton Elizegi, primo de Goenaga, que le enseñó los principios de la fotografía.
En páginas de fondo negro se reproduce el trabajo de ese momento en el que el artista se internaba en el paisaje, sobre el que actuaba siguiendo la corriente artística del ‘land art’.
Goenaga documentó en sus imágenes fotográficas las «intervenciones efímeras» que realizaba con piedras, formando caminos, una de las constantes en su obra, hileras de círculos y otras formas simbólicas ligadas al arte prehistórico y sobre el que sentía admiración.
«Mentalmente yo soy un pintor de Ekain», dijo Goenaga.
«Es una especie de cuaderno de bitácora sobre esa intervención en la naturaleza» que evidencia el carácter pionero de Juan Luis Goenaga en el arte contemporáneo español, ha remarcado Mikel Lertxundi.
Tras un año volcado en la fotografía y la naturaleza, Goenaga regresó en 1973 a la pintura, que compaginó con una serie de fotografías de elementos vegetales sobre papel fotosensibles o combinadas con pintura o dibujo y positivadas a gran tamaño.
Son imágenes «que hablan de lo nocturno, lo ancestral», de gran belleza que constatan la relación entre estas obras y la pintura posterior, ha explicado Lertxundi.
Estancia en Alkiza
Tres autorretratos del artista, en el último de los cuales Goenaga aparece de espaldas a la cámara y se dirige a una puerta, cierran el libro.
Durante la presentación, Joseba Zulaika ha rememorado el mes que pasó en Alkiza con Goenaga, al que conoció en una exposición en el Museo San Telmo.
«Congeniamos enseguida porque los dos éramos callados, socialmente torpes y obsesionados con la mitología vasca que estudiaba José Miguel Barandiaran», ha recordado.
Zulaika firma el segundo texto incluido en el libro bajo el título ‘Yo no he pintado ese cuadro», una frase que a su juicio resume el impulso artístico de Goenaga.
«Juan Luis se podía pasar la noche pintando un cuadro y por la mañana aseguraba que él no lo había hecho», ha indicado Zulaika que ha señalado que esta aseveración no era metafórica ya que el trabajo de Goenaga «no era producto de su consciente sino que pintaba el tiempo del subconsciente».
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