“En realidad, lo que más me gusta dibujar son coches, motos, tanques, aviones…”. Pasados unos 15 minutos de la charla telefónica, el ilustrador y dibujante Juan Álvarez (Donostia, 53 años) suelta una afirmación que sorprenderá a quien haya seguido de cerca su personal depuración de una ciudad muy apegada al mar y el río Urumea, junto a algunos de sus rincones más reconocibles: el Kursaal, el paseo de Francia, los toldos de la Concha, el Pico del Loro, el Palacio de Miramar…
A continuación, Álvarez sortea rápidamente la cuestión de si sus simpáticos y coloridos dibujos, disponibles en su página web, juanalvarezdibujos.com, constituyen una versión digital de la clásica y sagrada postal donostiarra. “No. Intento escapar de ella totalmente”, zanja con rotundidad. “Una de las cosas que más me echa para atrás es dibujar la barandilla de la Concha, es un coñazo”, subraya.
“Busco cosas que sean muy donostiarras, pero desde otro punto de vista”, explica este hombre nacido en Gros, que impulsó en sus inicios la tienda familiar de decoración y diseño J70 de la calle Imaz, con 30 años de historia, y de la que sigue formando parte después de un tiempo trabajando en el sector inmobiliario. Álvarez pone como ejemplo de sus preferencias donostiarras la torre de Atotxa, querida y denostada a partes iguales entre los ciudadanos medio siglo después de su levantamiento. “A mí me encanta dibujarla, es un poco el anticliché de San Sebastián”, dice.
Hacia el año 2000, cuenta Álvarez, dio el salto al entorno digital tras pasar una temporada en un espacio alquilado en el que pintaba cuadros abstractos. “Me tuve que ir cuando se me terminó el contrato de alquiler. Me quedé sin local y por una cuestión de comodidad empecé a dibujar digitalmente”. Entonces, decidió centrar el tiro en lo que veía a su alrededor y, para su sorpresa, descubrió que sus ilustraciones de temática donostiarra tenían su público. Había encontrado una fórmula en la que no suelen faltar varios ejes fundamentales como el mar, el río, la lluvia y su amor por la arquitectura. El conductor de la Scooter con el que el ilustrador donostiarra sale posando en la fotografía se convirtió en una de sus señas de identidad, emulando de alguna manera la famosa Vespa azul del director italiano Nani Moretti en la película Caro diario.
Influido por una serie de artistas muy dispares (los pintores Edward Hopper y David Hockney, la serie de cómics Corto Maltés, Tintín…), lo que él denomina un “potaje y bombardeo anárquico” de referentes en el que caben hasta las historietas de Marvel. En su primera ilustración digital aparecía un chico sentado en un banco del monte Urgull mirando el mar. Álvarez guarda especial cariño por aquellas escenas que pueden contener una historia detrás y que no se quedan en una mera representación de la realidad. A este grupo pertenecen, entre otras obras, una ilustración de un hombre abrigado con una parka verde cruzando el puente del Kursaal bajo una intensa lluvia, y otra pieza reciente en la que se ve a una mujer pasando por un portal del centro, “cerca del bar Pokhara”, sobre un suelo húmedo.
Esa es la San Sebastián que prefiere retratar Álvarez. Sin embargo, la realidad es bien distinta y le piden “muchos encargos relacionados con la bahía de la Concha en todas sus versiones”, normalmente para celebraciones y cumpleaños. Como curiosidad, existe un peculiar dibujo que conecta los sanfermines y la Concha a través de un encierro que tiene lugar a la altura del Palacio Miramar con el mar y la playa de fondo. “Hay veces que alucino”, exclama divertido. Además de en su propia web, los trabajos de Juan Álvarez han sido expuestos en bares, galerías y espacios de todo tipo en Donostia y alrededores desde hace más de una década.
A partir del próximo 26 de agosto, sus ilustraciones donostiarras llenarán las paredes de la planta baja del Naútico. Los dibujos están a la venta en diferentes soportes (“papel fotográfico, lienzo y aluminio, aunque lo habitual es encargarlos impresos sobre PVC”) y la horquilla de precios oscila entre los 190 euros los más pequeños (60×40 centímetros), 270 euros los de tamaño medio (80×60 centímetros) y 380 euros los de gran formato (120×60 centímetros).
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