(Alicia G. Arribas/EFE). Jonás Trueba, el pequeño de la saga que ya va a cumplir 40, presenta hoy en el Festival de San Sebastián «Quién lo impide», una película diferente en la que rompe con todos los convencionalismos del cine, pero «no por cargármelos», dice en una entrevista con Efe, sino por el placer de la total libertad. «El cine es un oficio de pesados y perseverantes, cuando tienes tesón y paciencia, a veces no te hace falta ni talento -apunta-, y normalmente el cine te premia cuando le dedicas tiempo: en cine, hay recompensa».
«Y la paradoja del cine es que las pelis se hacen sin tiempo, muy rápido, con planes de rodaje muy apretados, y te dices, ¿pero el cine no iba del registro del tiempo? Parece que eso se les ha olvidado a la mayoría de los que hacen cine», reflexiona.
«Quién lo impide» es, en efecto, un ejercicio cinematográfico muy libre: ha sido rodada durante cinco años siguiendo el día a día de un grupo de chavales desde que tienen 15 años hasta que pasan de los 20; la cinta, que dura unas tres horas y media, se proyecta dividida en tres partes y no todos los planos están limpios, ni enfocados.
Es más, comenta con Efe, «cuando la vi en sala, lo que más me gustó fue su imperfección, me alegro de haber hecho una peli que yo mismo veo una imagen y ya es una imagen que no veo habitualmente en una sala de cine, por imperfecta, temblorosa, medio desenfocada… Es una imagen no construida, no cortada por el mismo patrón de siempre».
Sabe que no está innovando en el género, «películas como esta ya se han hecho antes», dice, y asegura que ellos solo recogen el testigo. «El problema -apunta el director de «Los ilusos» (2013)- es cuando una industria en cualquier país decide que las pelis se hacen así, y solo así».
«Asumo la película con toda su imperfección y con que puede tener momentos mejores y peores», afirma el director y guionista y, en esta película, también operador de cámara.
«Tenía mucha necesidad de coger la cámara, me ha gustado siempre desde pequeño; en mis otras películas lo suele hacer Santiago Racaj, pero en este caso era una cámara más viva, más móvil y sentí que la tenía que llevar yo».
«Cuando empezamos no había un plan preconcebido de hacer una película, lo que había era un deseo fuerte de seguir con algunos jóvenes de ‘La reconquista’, Pablo Hoyos y Candela Recio entre ellos, compartiendo ratos; lo bonito es que cuando empezamos no había entre nosotros la obligación de hacer una peli», explica Trueba sobre el origen del proyecto.
Y que hayan llegado a la Sección Oficial del Zinemaldia «es maravilloso, milagroso y sorprendente, y lo digo de verdad, porque es una película que ha sido muy lúdica, muy espontánea: un lujo que nos hemos permitido», señala.
La película, que llegará a las salas el 22 de octubre, no es un documental, ni una ficción, pero incluye «improvisaciones pactadas», que el rodaje no esconde, y son los propios chicos quienes deciden qué se va rodar y cómo; eso es posible porque Trueba lleva la cámara y otra persona, a veces alguno de los chavales, hace de microfonista.
En medio, ocurrió la pandemia y Trueba decidió incorporarlo y «terminar de darle un sentido a lo que estábamos haciendo. Aquí, para bien y para mal, se define una generación».
«Quería darme esta oportunidad, pasar este rato con los chavales, seguir aprendiendo como cineasta y como persona y esta película, puedo decirlo, me ha dado mucho; también me ha generado momentos de mucha dificultad personal, emocional, física… Ha sido agotador», confiesa el realizador que se lesionó seriamente la espalda.
Se ríe y comenta que ya sabe que «es un error pensar que soy uno de ellos: les doblo la edad, ellos tienen 20, yo voy a cumplir 40».
«He intentado no ‘hacerme el joven’ pero tampoco hablarles como si fueran idiotas, o niños. Pero en lo esencial, no noto diferencias, los considero amigos más jóvenes que te enseñan y te hacen relativizar cosas», concluye.
Y añade que, si «La reconquista» (2016) cerraba para él un «círculo vital», ésta, que deriva en cierto modo de aquella, «podría ser una película para siempre; siento que la he cerrado, pero que podría volver a abrirse».
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