“¿Cuánto tiempo te podías quedar mirando este cromo? Años, siglos, toda una mañana, imposible saberlo, estabas en plena fuga, éxtasis, colgado en plena pausa, arrebatado”. La frase extraída de «Arrebato», la película de culto del cineasta donostiarra Iván Zulueta (1943-2009), es uno de los vértices de la exposición del museo Artium de Vitoria-Gasteiz que recorre y explora su trayectoria artística, un universo fascinante que va desde su labor como artista gráfico a todo tipo de grabaciones domésticas. La muestra, titulada «El arrebato de Iván Zulueta», se clausurará el próximo domingo 5 de marzo y ha estado abierta al público desde el pasado 14 de octubre.
A estas alturas, se pueden extraer varias conclusiones. En primer lugar, se trata de una oportunidad única para (re)descubrir a un hombre clarísimamente adelantado a su tiempo, una rara avis que empezó a adentrarse en el arte a través de su afición a los tebeos y los cómics. Un dato importante. Su padre, Antonio de Zulueta y Besson, fue director del Festival de Cine de San Sebastián entre la quinta y la octava edición (1957-1960), un periodo fundamental para el certamen con la obtención de la máxima categoría (A).
Asimismo, durante la exposición ha quedado patente la vigencia de una figura que despierta asombro y curiosidad al margen de la edad del visitante. “Se ha experimentado un fenómeno intergeneracional. Por un lado, estaban aquellos que vivieron los años finales del franquismo y que en algunos casos participaron o tuvieron conocimiento de la movida madrileña. Por otro lado, las generaciones más jóvenes han mostrado un gran interés, ya sea porque reconocen a algunos personajes (Almodóvar, Alaska…) o porque, sencillamente, descubren una figura singular como Zulueta”, exponen en Artium. Y ahí, apuntan desde el museo de arte contemporáneo vasco, hay quien ha visto cierto paralelismo entre los millenials que generan contenidos audiovisuales con sus móviles en las redes sociales y -“salvando las distancias”- la experimentación de Zulueta con las cámaras Súper-8.
A mediados de los 60, la creación artística, la cultura pop y la música entraron de lleno en su vida tras un fugaz paso por Nueva York. Empapado de lo que entonces se denominó como contracultura, regresó a la península con la idea de volcar sus inquietudes en producciones audiovisuales caseras. La gran cantidad de material rodado por Zulueta en películas en formato de 8 milímetros es una de las principales apuestas de la exposición, comisariada por Xabier Arakistain, y que cuenta con la colaboración de la Filmoteca Española, responsable del legado del artista desde 2020.
El material reunido para la ocasión es imponente. Se muestran sus trabajos artísticos como pintor; su faceta de diseñador gráfico, donde brilló especialmente en la elaboración de portadas de discos de grupos afines (Vainica Doble, La Orquesta Mondragón, Brakaman, Negativo) y los célebres carteles de cine para El Imán, la productora de José Luis Borau, y Pedro Almodóvar, con quien trabajó hasta el estreno de «Qué he hecho yo para merecer esto» (1984), con un Zulueta ya muy mermado por las drogas. Además, en un espacio aparte al que se accede por una cortinilla, se ha habilitado una pequeña sala de cine donde, a un volumen prácticamente inaudible, se proyectan en bucle cortometrajes, mediometrajes y, por supuesto, «Arrebato», la obra maestra de Zulueta.
Se suele subrayar que la filmografía del realizador donostiarra fue breve, ya que solo completó dos largometrajes: la mencionada «Arrebato» (1979) y un encantador musical bañado en pop y psicodelia titulado «1, 2, 3 al escondite inglés» (1969). La realidad es bien distinta. Durante la década de los 70, el trabajo audiovisual de Iván Zulueta fue ingente, casi siempre al margen de la industria, con una serie de films artesanales de carácter experimental en los que se plasman sus intereses personales y estéticos. “Sus Súper-8 eran infinitamente mejores que los míos”, confiesa Pedro Almodóvar en una de las múltiples entrevistas que ha realizado Arakistain al entorno artístico y familiar del cineasta y que se pueden ver en la exposición.
Sobre el malditismo que siempre ha rodeado a «Arrebato», y por extensión a Zulueta, el director manchego dice lo siguiente: «Es esencial y eterna. Lo que ocurre es que era una rara avis. Nació maldita y sigue siendo una excepción en la historia del cine español. A los que nos gustaba nos gustaba muchísimo. (…). Lo único que hay de triste es que es un testamento, y en efecto es así”. “Fue la película que abrió los años 80”, afirma por su parte Cecilia Roth, una de sus protagonistas, en conversación con Arakistain.
Desde el estreno del filme, elevado a mito, Zulueta trabajó a cuentagotas y vivió prácticamente recluido en la villa familiar Aloha de Miraconcha. En el siglo XXI recuperó las buenas sensaciones, pero no terminó de prosperar su ansiado regreso al cine. Falleció a los 66 años. Ahora, su nombre es noticia por partida doble. Además de la retrospectiva gasteiztarra, J, cantante del grupo indie de Granada Los Planetas, se ha embarcado en un proyecto musical inspirado en sus películas y que dará pie a un álbum en solitario, «Plena Pausa«, previsto para el mes de abril.
Deja un comentario