Iruzun Eskaut Gia Talde Laikoa cumplirá este 2019 20 años y piensa celebrarlo porque en Donostia también hay movimiento scout aunque, como dice la monitora Patricia Valencia, los tópicos ‘yankees’ son los que pesan. «¿Vendes galletas?, ¿ayudas a pasar a los mayores la carretera?», les preguntan. «No nos dedicamos a eso», responde entre risas Patricia, «aunque llegado el caso lo hacemos. Lo que no hacemos es trampas para osos, que también se ve mucho en las películas».
No están solos. Iruzun Eskaut Gia Talde Laikoa, que nació al unificarse los grupos Santa María-San Jorge y Beti Anaiak y con Lagunak al año siguiente, comparte espacio con los veteranos de Aratz y con un grupo que nació hace unos años en Martutene y alrededores y se llama Aizgorri. Pañoletas Blancas es un colectivo de adultos que ayuda a mayores y enfermos.
En el caso de Iruzun, desde su sede en San Bartolomé, pegada a la cuesta de Aldapeta, una decena de monitores impulsa un calendario anual que pasa por los encuentros de los sábados, las salidas de varios días en Navidad y en Semana Santa, el campamento de verano y cuestiones que surgen como el puesto de Santo Tomás.
La filosofía scout pasa por la organización, por la educación en valores, por el amor a la naturaleza y por los pañuelos al cuello (aquí sí se cumple el tópico). Y, como en el caso de Patricia, puede ser más que una forma de entretenerse en la infancia. «Yo sería distinta si no hubiera tenido esta experiencia, no me relacionaría igual con los demás. Empecé a venir con once años y lo recuerdo como una salida de la rutina, estaba muy a gusto. Al principio vine con amigas, pero luego ellas lo dejaron y yo seguí».
Ahora Patricia es monitora en Iruzun, estudia Magisterio y trabaja. Y aunque a veces le resulta difícil compaginar todo se ha resistido a dejarlo. El año que viene se irá seis meses a Chile y ahí sí se producirá una ruptura.
Los chavales están ordenados por grupos de edades desde los 6 hasta los 19 años. Los más pequeños centran sus actividades en el juego y en los objetivos de conocerse y respetar a los compañeros. Más mayores disfrutan del concepto de la aventura y después pasan a trabajar en objetivos concretos. Por ejemplo hacer unas sudaderas durante el curso. En todo caso «detrás de todas las actividades hay unos valores que queremos transmitir y pasan por el respeto, la igualdad y la necesidad de cuidarse los unos a otros», explica Patricia.
El año pasado entraron varios niños pequeños en el grupo, en muchas ocasiones siguiendo el paso de los hermanos mayores, así que hay relevo generacional en el mundo del scout donostiarra. Tampoco faltan monitores, ya que rondan la decena y varios han pasado por Larrunarri Eskola, en el Antiguo.
Pese a todo considera Patricia que el mundo scout no es lo suficientemente conocido en esta ciudad. Que uno de sus referentes cumpla veinte años es una excusa ideal para popularizarlo.
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