(EFE). El nadador paralímpico guipuzcoano Iñigo Llopis cree que «poco a poco» el deporte paralímpico «se va acercando» al olímpico en «repercusión» y reconocimiento, algo que ha vivido en primera persona gracias al apoyo recibido en las últimas semanas. Llopis, medalla de plata en los 100 metros espalda categoría S8 de discapacitados físicos, compareció ayer en rueda de prensa en San Sebastián junto con el consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, para comentar el éxito logrado en Tokio.
El nadador agradeció el apoyo recibido por las instituciones a través de la fundación Basque Team y la Federación Vasca de Deporte Adaptado y reflexionó sobre el avance del deporte paralímpico en la sociedad, en la que se percibe mayor reconocimiento y difusión de sus competiciones.
Se mostró satisfecho por el resultado en Tokio -una medalla de plata y tres diplomas olímpicos- y fijó su próximo objetivo en el verano del próximo año, cuando se dispute el campeonato del mundo en Madeira (Portugal), aunque su mirada a largo plazo se sitúa ya en París, sede de los próximos juegos en 2024.
Llopis recordó cómo le afectó el confinamiento, unos meses en los que no pudo nadar y se limitó a ejercitarse en un garaje convertido en gimnasio, lo que le resultó duro porque no está acostumbrado a dejar de nadar más de 10 días.
El día antes de poder salir de casa y nadar de nuevo en aguas de la bahía de la Concha se sintió como «cuando era ‘txiki’ e iba a venir el Olentzero, con el gusanillo, nervioso». «Disfruté mucho de volver a nadar, de volver a la Concha», confesó.
«Ha sido un ciclo complicado», reconoció, al tiempo que recordó que su participación con 17 años en los juegos de Rio, en 2016, resultó una experiencia muy provechosa, que le ha ayudado a competir mejor.
Ahora se tomará unas semanas de vacaciones para volver a los entrenamientos en octubre, pensando en el mundial del próximo año.
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