Un sábado por la tarde, finales de abril. La Parte Vieja donostiarra está en una especie de punto muerto, entre la sobremesa de las comidas y los primeros pintxos que los turistas se llevan a la boca. La mayoría de los establecimientos hosteleros están vacíos. Sin embargo, en el bar Akerbeltz de la esquina de la calle Mari la terraza presenta un aspecto estupendo y en su interior la gente llena el local bebiendo, en su mayoría, cervezas y charlando animadamente. Hacia las 18 horas empieza a llover con fuerza y toda la clientela se aglomera entre el toldo de la entrada y dentro del bar. Estamos apretujados. No cabe un alfiler.
La cita con Imanol Basterra tiene lugar unas dos semanas más tarde, un soleado viernes por la mañana. El responsable del histórico pub desde 2013 confirma el cambio de tendencia: la tarde le ha ganado la batalla a la noche, al menos en lo Viejo. Prueba de ello es que el Aker ha adelantado el cierre unas tres horas los fines de semana. “Yo lo prefiero. Trabajamos muy bien y suele estar a reventar. El ambiente es muy bueno. Y a la 1 estamos fuera. Vivo mucho mejor y más tranquilo”, explica satisfecho mientras suena el LP de debut de The Stone Roses en el mismo bar en el que, por ejemplo, se forjó la leyenda del poeta Karmelo C. Iribarren en los 80 y 90.
Según Basterra, en los primeros años era justo al revés: él y su compañero de barra solían pasar las tardes con los brazos cruzados. “Empezábamos a trabajar a las nueve o después de la cena, a la hora del copeo. Esto estaba a reventar y nos íbamos a casa a las cuatro o cinco de la mañana”, continúa. Al principio, se apuntó a la moda del vermut con un plan dominical al que denominó Los domingos al soul, pero la iniciativa se fue diluyendo como un azucarillo. “Por la noche se curraba mucho. Llegaba a casa casi de madrugada, dormía cuatro o cinco horas y venía para prepararlo todo. Lo pude hacer durante un tiempo hasta que, claro, se volvió insostenible. No tenía demasiado sentido: estaba hecho polvo”, recuerda.
¿Cuándo se produjo el cambio? ¿Ha sido antes o después del Covid? “Antes de la pandemia”, responde tajante, “la manera de salir de la gente ya había cambiado mucho”. Sobre el bienio negro del coronavirus y las restricciones, queda un recuerdo amargo que se sorteó como buenamente se pudo. “Fue muy duro, muy complicado. Le daba muchas vueltas a la cabeza y no sabía qué hacer. Era una incertidumbre diaria”.
Este ha sido «siempre» uno de sus “bares de referencia” junto con los desaparecidos y añorados Rekalde y Eiger, además del Ensantxe, que desde hace dos años ha retomado el vuelo bajo una nueva dirección. Dio la casualidad de que la hija del anterior dueño era amiga de su hermana. Y cuando hace diez años el bar Akerbeltz se libró, Basterra se aventuró a levantar la persiana del local con una apuesta muy clara en la que unía su pasión por la música (soul, r&b, britpop, garaje) y los lúpulos de la cerveza.
En la actualidad, además de la marca Mahou -con un precio irrisorio de 2 euros la caña– cuenta con cuatro cañeros de cerveza artesanal -a precios bastantes más elevados- y una pizarra con un total de 18 referencias que se pueden disfrutar en lata o botellín. “Y porque no caben más”, bromea este hombre al que su afición por la craft beer le ha llevado por varios países del mundo (Suecia, Estados Unidos, Inglaterra) y ha convertido su bar en uno de los puntos de encuentro más solicitados de la ciudad en cultura cervecera.
Basterra reconoce que personalmente ha aparcado las denominadas IPA (Indian Pale Ale) y que ahora le tiran más las bebidas con menos lúpulos y sin tantos matices afrutados. “Los que hemos bebido mucha IPA estamos más con las lagers, que son más fáciles de beber y te quitan la sed”, asegura. Uno de los reyes actuales del mundillo de la cerveza artesanal, según Basterra, es la cervecera Basqueland, con la IPA Imparable como su buque insignia. “Tenemos la suerte de que los tenemos aquí. Embarrilamos la cerveza a las 9 de la mañana y a las 11 de la noche llega al bar. Más fresca imposible. Te la bebes antes que nadie”.
Más allá de los saltos horarios, se mantiene la esencia de los inicios en una zona turistificada a más no poder y a la que muchos donostiarras le han dado la espalda. “Es un pequeño oasis dentro de la masificación de la Parte Vieja. Estás un poco al margen del resto”, afirma el también miembro del colectivo Reggae Got Soul, con el que suele organizar varios eventos al año en el que predomina la música jamaicana y afroamericana de los años 60.
La conexión con la clientela del Aker es absoluta. Prueba de ello es que en apenas unas horas se agotaron las 120 entradas para la fiesta del X aniversario que se celebrará el próximo sábado 3 de junio, de 18 horas a medianoche, en la cercana sociedad Gastronómica. Habrá cuatro djs, hamburguesas gourmet de la mano de Gow Delivery, mucha cerveza local y la presentación en sociedad de una cerveza “en colaboración” entre Akerbeltz y Basqueland con un lote limitado a “2.000 litros”.
¿Y después de esto qué? ¿Tienes aún cuerda para rato? De momento, Imanol Basterra ha renovado el contrato de alquiler para otros cinco años más. “Todavía me veo con fuerzas para poder sacarle partido al bar”, dice convencido.
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