(EFE). La Korrika, la popular marcha bienal en favor del euskera y de la red de euskaltegis de AEK, ha concluido este domingo en San Sebastián sus 2.500 kilómetros de recorrido por Euskadi, Navarra y el País Vasco francés, recuperada con un año de retraso debido a la pandemia de la covid-19.
La Korrika 22 ha congregado a miles de personas que, en relevos de un kilómetro, han expresado su apoyo a la euskaldunización y han contribuido a financiar a la red de euskaltegis de la organización AEK, tras partir el 31 de marzo desde Amurrio (Álava).
Durante la mañana de hoy la Korrika ha recorrido todos barrios de San Sebastián, con la participación de numerosos colectivos donostiarras, incluidos representantes de la corporación municipal, en concreto del PNV, PSE, EH Bildu y Elkarrekin Donostia.
El testigo ha sido portado en el último kilómetro por representantes de AEK, mientras que entre el los corredores se han exhibido pancartas en favor del euskera y con el logo de AEK y algunas que reivindicaban la amnistía de los presos de ETA, a pesar de los llamamientos realizados en los últimos días para no politizar la marcha.
El acto final de la Korrika, celebrado en el Boulevard donostiarra, ha sido secundado por varios miles de personas, que ha conocido el mensaje oculto en el testigo que se han ido pasando los relevistas durante todo el recorrido.
La escritora Karmele Jaio y la profesora de AEK en Astigarraga Haizea Otaño han traslado el testigo en los últimos metros hasta el escenario ubicado junto al Ayuntamiento donostiarra, donde la escritora alavesa ha leído el mensaje que portaba el testigo.
Jaio ha homenajeado en su mensaje a célebres euskaltzales fallecidos recientemente como el religioso Peio Zabala o el escritor José Mari Torrealdai, así como a la histórica pedagoga Elbira Zipitria, entre otros.
La escritora ha afirmado que el euskera «tiene un esqueleto, una anatomía, un aparato digestivo y nervioso», porque las palabras se convierten en «carne» y la Korrika consigue transformar la lengua en algo «físico».
«El euskera no es algo que tenemos, es algo que somos», ha proclamado Karmele Jaio.
El lema de la edición de este año ha sido «HitzEkin», que conjuga «hitz» (palabra) con «ekimen» (acción), idea con la que se quiere apelar a la necesidad de que el euskera necesita «hablantes proactivos que den el salto desde el convencimiento hasta la práctica».
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