(EFE). A través de la magia de un cuento «que no es para niños». Así plantea Igor Legarreta la historia de su última película, «Ilargi Guztiak» («Todas las lunas»), un filme con tintes fantásticos y contado como una fábula rural que este fin de semana ha llegado a los cines. Se rodó en euskera y el director asegura que no es de terror, aunque tiene su punto de partida en ese género.
Esta nueva obra del director de «Cuando dejes de quererme» surge de las «ganas que tenía de colaborar con Jon Sagala», amigo y compañero de facultad con quien, a pesar de conocerse desde hacía mucho, no había surgido la oportunidad de trabajar. «Los dos nos complementamos muy bien. Ambos teníamos ganas de hacer algo fantástico y localizarlo en el rural vasco», cuenta a EFE en una entrevista.
Tras meses de búsqueda del tema, encontraron algo que les unía y que «era el vampirismo«. Legarreta se confiesa amante del género, y exploraron la «idea de la inmortalidad del vampiro, el conflicto que se le puede presentar a un vampiro con el hecho de que pueda sortear constantemente la muerte y lo que esto puede significar».
Asimismo, el punto de necesaria reflexión en el que «podría querer revertir ese proceso o sentirse más condenado que aliviado por esa vida eterna» le atraía, así que se pusieron manos a la obra con el proyecto.
La trama está ambientada en 1876 y narra el bombardeo a un orfanato durante la tercera Guerra Carlista. Amaia (Haizea Carneros) queda malherida y es rescatada por una mujer misteriosa (Itziar Ituño) que logra sanarla. Y luego conoce a Cándido (Josean Bengoetxea), quien la acoge y trata de cuidar de ella como si fuera su propia hija.
Carneros, de 13 años, se ha enfrentado a su primer trabajo como actriz y en palabras de su director y compañeros de reparto es «un pedazo de actriz en la pantalla y un ser humano increíble».
«Nos ha enamorado y nos ha transmitido una energía positiva. Trabajar con ella me ha liberado. Me ha dado el 80% de la película, todavía me emociono al pensar en todo lo que me ha regalo. Se estableció un vínculo muy, muy fuerte, entre nosotros», apunta Bengoetxea.
A pesar de lo que pueda pensarse, la película «no es de terror», Ituño prefiere definirla como un «melodrama con mucha importancia hacia las relaciones, la soledad, la muerte y el amor» aderezado con «esa parte fantástica, mitológica, de seres que viven eternamente, la religión». «Es una cinta muy poética y filosófica, como todos los cuentos, tiene su parte de moraleja», explica.
La actriz de «La casa de papel» confiesa que lo que más dificultad le supuso a la hora de interpretar a esa extraña mujer fue el acento vasco: «El euskera que se habla es de una zona muy concreta de Navarra y yo soy vizcaína, mi acento es totalmente diferente, así que supuso un reto muy grande el aprender a hablarlo».
A pesar de ello, reconoce estar muy contenta con el resultado final. «Cuando he visto la película ni me reconocía -cuenta entre risas-. Esa no era yo, era el personaje, y eso significa que hice un buen trabajo».
Este largometraje inició su rodaje el 17 de febrero de 2020 en Mutriku y como todas las producciones cinematográficas ha estado condicionado por la pandemia. La covid-19 condicionó tanto el rodaje -el confinamiento llegó pocas semanas después de haberse iniciado- como la fecha de estreno.
Sin embargo, el director señala que «al margen del drama humano», este parón les permitió «madurar la idea, y pensar en cómo se podía mejorar la película a la vuelta al rodaje«.
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