El pasado mes de abril, por primera vez, la Iglesia católica española reconoció 220 casos de abuso a menores por parte de clérigos españoles desde el año 2001, según expuso el portavoz de la Conferencia Episcopal Española en rueda de prensa. Pese a todo nunca se han hecho investigaciones a fondo sobre la victimización producida a lo largo de los años para poder repararla adecuadamente. Ésta es una de las conclusiones del estudio sobre abusos sexuales dentro de la Iglesia católica más ambicioso realizado a nivel estatal, presentado hoy en Donostia dentro de la «Jornada sobre abusos sexuales de menores en instituciones religiosas: respuestas restaurativas desde la victimología», que se ha llevado a cabo en el auditorio del Centro Carlos Santamaría de la Universidad del País Vasco.
Esta investigación de la que hoy se ha hablado ha corrido a cargo de Josep M.ª Tamarit (Universidad Abierta de Cataluña), Noemí Pereda (Universidad de Barcelona) y Gema Varona, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Y engloba el conjunto de investigaciones sobre este tipo de abusos realizadas en el Estado.
Este trabajo documenta el profundo y duradero daño sufrido por las víctimas, tanto en lo que respecta al delito padecido como a la victimización secundaria o al daño añadido por una respuesta institucional tendente, muchas veces, a ocultar, silenciar, confundir y, en ocasiones, culpabilizar a las víctimas. A la gravedad de todo ello se suma el hecho de que, a veces, estas víctimas eran niños y adolescentes en situaciones ya agravadas de exclusión, desventaja social o discapacidad.
Ahondando en las características de las víctimas, eran mayoritariamente niños con experiencias previas de malos tratos. Se enfrentaron a abusos sexuales muy graves, repetidos y con contacto físico, incluidos abusos con penetración en más de la mitad de los casos, así como las consecuencias psicológicas con una mayoría de víctimas que tienen problemas cronificados de ansiedad y depresión, dificultades sexuales, de alimentación y sueño, y por último, el trauma espiritual.
«La investigación sobre el modo en que la Iglesia católica ha reaccionado ante la aparición de casos de abuso refleja que ha habido diversidad de actitudes. La que ha predominado en muchos países ha sido de carácter defensivo, basada en la negación o la minimización del problema. Cuando ha sido imposible negar la existencia de casos de abuso, la respuesta oficial ha tendido a presentarlos como hechos aislados o a centrar las explicaciones en la búsqueda de las causas individuales, atribuyendo los abusos a rasgos psicopatológicos de los abusadores y obviando la posible influencia de causas de tipo ambiental o estructural», ha explicado Tamarit, el coordinador del proyecto.
El trabajo presentado hoy, cuyos resultados se encuentran en fase de publicación en la editorial Aranzadi, ofrece modelos concretos de buenas prácticas que permiten a las instituciones, religiosas y públicas en general, así como a la sociedad civil, desarrollar respuestas de solidaridad para con las víctimas con honestidad y compromiso, dos aspectos muy valorados por ellas. Asimismo ilustra cómo otros países se han enfrentado con mayor éxito a esta problemática social.
Este proyecto también ha abordado las causas estructurales del abuso sexual. Un aspecto fundamental encontrado es la instrumentalización de las víctimas y el hecho de priorizar la reputación institucional por encima de los derechos individuales de los entonces menores. Y cabe incidir en que el derecho canónico, recientemente reformado, no ha considerado durante mucho tiempo los derechos que las víctimas deben tener en los procedimientos para revisar los casos.
Los investigadores han mostrado su gratitud hacia todas las personas que han colaborado en el estudio, incluidos miembros de la Iglesia, pero muy particularmente hacia las víctimas directas e indirectas, que han ofrecido su testimonio para el análisis en el marco del proyecto coordinado.
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