«Nuestro compañero Iñigo Etxarri Álvarez, más conocido como ‘Tiri’, se dedicaba a garantizar la seguridad de la sociedad donostiarra (…) Los accidentes van acompañados de grandes fatalidades como ocurrió en este caso (…) Tiri sigue en nuestro recuerdo aunque ya no esté».
Hoy se cumple un año de uno de los sucesos más negros de la historia reciente de Donostia, la muerte del ertzaina Iñigo Etxarri en el río Urumea tras precipitarse con el coche junto a su compañero, que logró salir «casi milagrosamente», tal y como se ha expresado hoy en un sentido homenaje organizado por el sindicato de la Ertzaintza ESAN.
En el acto se ha palpado el dolor que generó la pérdida de Etxarri en un accidente, además, al que siguieron numerosos interrogantes acrecentados por la tardanza de las conclusiones oficiales.
«Lentitud y opacidad»
Hace un año la situación era radicalmente distinta. Llovía a mares y hacía un frío que pelaba y el túnel de Egia no estaba cerrado por obras. Las patrullas de la Ertzaintza circulaban -muy de vez en cuando, eso sí- por las inmediaciones de Tabakalera, cruzando el pasadizo de un lado a otro hasta llegar al borde del río Urumea, a la altura de la churrería ambulante Donostia y de la fila india de casetas de Navidad. El toque de queda para controlar la pandemia estaba en vigor. El 30 de diciembre de 2020, a las 3:30 de la madrugada, ocurrió el accidente mortal. El vehículo que conducía Iñigo Etxarri Álvarez, de 47 años, se estampó frente a la barandilla del puente María Cristina y se precipitó al río. Su compañero, un agente de prácticas de 33 años, salvó su vida in extremis. Echarri, más conocido como «Tiri», murió ahogado.
¿Qué es lo que realmente pasó? ¿Cuál fue el desencadenante del fatal suceso? ¿A cuánta velocidad circulaban? Nueve meses después del siniestro, tras una catarata de rumores y versiones de todo tipo, la Guardia Municipal de Donostia, que ha dirigido el caso con la colaboración de la Ertzaintza, sacó a la luz el informe pericial. Las conclusiones principales, a las que tuvo acceso El Diario Vasco el pasado 22 de septiembre, son las siguientes: el coche no iba rápido -circulaba «entre 6 y 8 kilómetros por hora dentro del túnel y a unos 16 kilómetros por hora en el momento de la colisión con la valla»-, se descarta un fallo mecánico o que el conductor se quedase dormido y, por encima de todo, el informe pone el énfasis en el «factor humano».
Los instantes finales del siniestro, según este informe, fueron así: «El coche atravesó el paso subterráneo, subió una rampa y, en lugar de girar a la izquierda e incorporarse a la carretera que conduce al centro de la ciudad, chocó contra la barandilla del puente de María Cristina. La poca visibilidad, la marea alta y el frío del agua agravaron la situación».
Con el caso cerrado a cal y canto, el profesor titular del departamento de Psicología Social de la UPV y subdirector del Instituto Vasco de Criminología, César San Juan, carga contra la «lentitud y opacidad» que ha rodeado al siniestro y muestra abiertamente sus «dudas» entre «lo que realmente sucedió y su tratamiento informativo».
«Imaginemos por un momento que es cierta la hipótesis más simple y que, por otra parte, es la oficial», argumenta. «Es decir, todo es una cadena de fatalidades ensambladas, eso sí, por un factor humano que implica salir del túnel a la velocidad que se ha dictaminado, y en un desgraciado despiste, derribar la barandilla y precipitarse al Urumea. Bien».
«Imaginemos», continúa el profesor, «dar por bueno que el pretil puede derribarse a 16 kilómetros por hora. Imaginemos también que en modo alguno queremos ensombrecer las conclusiones de la investigación con hipótesis alternativas suspicaces o con un «halo de misterio», como ha denunciado (el sindicato mayoritario de la Ertzaintza) ERNE». Llegado a este punto, San Juan se detiene y se hace una pregunta: por qué si ha sido todo tan previsible y no ha habido nada fuera de lo común se ha tardado tanto en llegar a estas conclusiones.
«El problema es que nos ponen algo difícil imaginar esto«, asegura. «La reacción más coherente y compatible con la hipótesis descrita debería haber estado acompañada por una reacción, también simple, de los resultados de la investigación», culmina.
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