«A Juan Rulfo le mataron al padre y cada vez que le preguntaban sobre eso contaba una historia distinta. Al escritor colombiano Alfonso Reyes también le mataron al padre y nunca publicó nada en vida por pudor. Yo es que soy impúdico». Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958) ha sido la estrella, este martes, de Literaktum. La sala de Ernest Lluch se ha quedado pequeña para escuchar la conversación entre el escritor y Leire Palacios y varias personas han seguido el encuentro de pie.
Abad, muy querido por su obra ‘El olvido que seremos’ en que narraba la historia de su familia y el asesinato de su padre a manos de los paramilitares (narración que se convirtió en película de la mano de Fernando Trueba), ha ofrecido a los presentes un encuentro distendido y alegre. De hecho ha habido varios momentos de risas.
«El cine es como la vida», ha dicho él mismo, narrando que su propia madre no entendía por qué se reía viendo la película de Trueba sabiendo que pocas escenas después matarían a su marido.
Ateísmo y trasplantes de corazón
Precisamente por su madre, según ha narrado el escritor, comenzó a escribir su última novela, titulada ‘Salvo mi corazón, todo está bien’. Por cierto que tanto este título como el de ‘El olvido que seremos’ proceden de poemas. En el primer caso de ‘Soneto con una salvedad’ de Eduardo Carranza y en el segundo de ‘Aquí, hoy’, de Jorge Luis Borges, si bien algunos expertos rechazan esta posible autoría que Abad da por cierta.
En todo caso el escritor de Medellín ha contado que su ateísmo siempre le preocupó a su madre y mucho más el hecho de que aproveche su presencia en cualquier auditorio para recordar su condición de ateo. Y por ella comenzó a escribir una novela sobre curas y corazones, «algo que no está de moda».
Se inspiró en personajes reales (principalmente el protagonista, Luis Córdoba, ‘el gordo’, es un cura y un gran crítico de cine con quien tuvo mucho trato).
Casualmente mientras escribía esta novela, que versa en torno a los trasplantes de corazón, Abad estaba en Donostia y descubrió en una visita frustrada a la isla que el soplo que tenía de toda la vida se había convertido en un problema de salud más grave. «Me pusieron una válvula de vaca en el corazón», ha narrado a los presentes, preguntándose si los vegetarianos aceptarán este tipo de válvulas o solo las artificiales. Y añadiendo que su apego por las vacas ha crecido aún más desde la operación.
«Colombia es tierra de trasplantes debido a la cantidad de gente que muere todos los días», ha explicado el autor haciendo referencia en varias ocasiones a la violencia que asola a su país y que a él en particular le obliga «a trabajar más que a salir». Y a vivir con una preocupación permanente.
La senda de Gabo
Respecto a la escritura de ‘Salvo mi corazón, todo está bien’, Héctor Abad ha narrado otra anécdota estupenda. Según parece ceden a los escritores la casa donde Gabriel García Márquez escribió ‘Cien años de soledad’. Así que Abad se trasladó en plena pandemia durante tres meses a la ilustre morada a escribir su nuevo libro. Ha reconocido que se sentía indigno y sufría mucha presión. «Y el perro del vecino me ladraba todo el tiempo y yo pensaba que era García Márquez», ha dicho entre risas.
También ha narrado que los hermanos Trueba, David y Fernando, conocían y admiraban las críticas cinematográficas de Luis Alberto Álvarez (el cura real al que el escritor rebautiza como Luis Córdoba y convierte en protagonista de su novela ‘Salvo mi corazón, todo está bien’). Un hombre que era un despliegue de bondades. «El libro está escrito con la voz de la amistad, los amigos del gordo. Me contaron muchas anécdotas. Él animaba a los jóvenes a no entrar en el narcotráfico y les transmitía la belleza de la música, del cine, de la amistad, de la comida… Sería feliz estando hoy aquí con lo bien que se come».
Apabullado
Cuando Fernando Trueba encaró el proyecto de ‘El olvido que seremos’ le propuso a Abad Faciolince colaborar en la escritura del guion, pero el autor ni se lo pensó recordando que tiempo atrás había tenido un proyecto con el cura («el gordo») en que éste le dijo con sinceridad que la escritura de guiones no era lo suyo.
Sin embargo sí tuvo mucho que ver Héctor Abad con la elección de Javier Cámara para encarnar a su padre en la película, ya que siempre le había recordado a su progenitor por su físico y su manera de reír.
«Es raro verte y ver tu historia en la pantalla. Es irrealidad y realidad. Es tu vida, pero no lo es. Es cine. Es otra cosa. Otro lenguaje», ha contado, añadiendo entre risas que una de sus hermanas protestaba «porque le parecía que la actriz que la encarnaba estaba gorda».
«¿Le gustó el resultado cinematográfico de ‘El olvido que seremos’?», le han preguntado desde el público. Y Abad ha respondido sincero. Mientras a su madre le dio por reírse, él no sabía «qué pensar». «Me quedé apabullado. A la segunda o la tercera ya me gustó». Más información sobre Literaktum, aquí.
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