Más de 150 profesionales participaron el pasado fin de semana en el Hotel de Londres en el encuentro anual de la Asociación Dietética sin Patrocinadores. Una entidad estatal que predica que la salud y la nutrición deben ser conocidas por el público con información actualizada y, sobre todo, sin influencia alguna por parte de la industria. Entre los dietistas anfitriones participó la profesional, también cocinera, Carolina Rïn, con un trayectoria importante que pasó por estudiar cocina y practicar con los mejores (Arzak, Berasategui, Aduriz) a estudiar Técnico Superior de Dietética y Nutrición para compaginar ambas actividades.
Hábleme de la Asociación Dietética sin Patrocinadores. ¿Dan a entender que hay mucho cuento desde el momento en que entran empresas del sector a patrocinar eventos, programas de la tele, etc?
Esta asociación empezó sobre todo para movilizar al sector de la nutrición, que se estaba enquistando. En los congresos las grandes marcas pagan estudios sesgando la veracidad de la información que se da. Y varias personas empezaron a reflexionar sobre ello.
La asociación nació en 2014 y nos juntamos por primera vez en Valencia. Ha estado ligada a grandes nombres de la nutrición actual como Aitor Sánchez (“Mi dieta cojea”), Lucia Martínez (“Dime qué comes”) y un gran número de profesionales con la misma visión de divulgar y hacer nutrición sin sesgo por parte de la industria alimentaria. Nos posicionamos si hay algún mensaje enfocado a la nutrición que no está basado en la ciencia y puede llevar al equívoco de la población.
En los últimos años ha habido una proliferación absoluta de programas sobre gastronomía en la tele. ¿Nos hemos vuelto un poco locos? Incluso en Donostia hay exposiciones dedicadas a grandes cocineros en los museos… ¿estaremos exagerando?
Nuestros grandes cocineros y nuestras cada vez más visibles cocineras han convertido el legado gastronómico heredado de nuestras abuelas en una cocina valorada en todas partes que vienen disfrutar desde muchos rincones del mundo. Hablamos de cocineros que valoran el producto de temporada, lo tratan como una joya y eso además da valor al territorio. Hay que entender que cada época y lugar tienen sus símbolos…
La mirada negativa hay que ponerla en todos esos negocios que están apareciendo en que a los inversores les da igual poner gastronomía que zapatos. Una «burbuja gastronómica” que no aporta nada a nuestra cultura gastronómica, más bien la empeora.
En materia de nutrición aparecen nuevas cosas día a día… ¿Qué tal comemos respecto a las generaciones anteriores?
Las tradiciones están en constante movimiento ante la demanda de la sociedad y actualmente tenemos otro ritmo de vida. Comemos platos que nos lleva la mitad de tiempo hacer, no le dedicamos tanto tiempo a la cocina, pero esto no implica que no sean saludables.
El gran problema actual es saber qué estamos comiendo. Frente a otras generaciones tenemos una inmensa oferta alimentaria que en muchos casos parte de productos alimenticios ultraprocesados que nos causan más enfermedad que salud.
En las últimas décadas nos hemos alejado de la naturaleza como fuente de alimentos y este vacío se ha rellenado por muchos intermediarios. En muchos casos no sabemos qué comemos ni cuál es su origen, aunque cada vez somos más los que queremos saber sobre este tema.
A la hora de comprar es muy importante saber el origen del producto, su temporada y cómo ha sido producido: de forma sostenible o de manera convencional.
Antes eran las grasas, ahora el azúcar… ¿cuánto hay de realidad en estas fobias?, los padres con niños pequeños se vuelven locos…
Los padres tienen tanta información que en muchos casos están desinformados. Precisamente he dado varios cursos en Impact Hub de Tabakalera, ‘La aventura de comer’, y hemos tratado este tema.
Es cierto que cuando la industria vio que la gente se preocupaba por la grasa empezó a bajar la grasa en sus productos y a demonizarla, y este cambio hizo que se subiera la cantidad de azúcar. Ahora vivimos el momento ‘sin gluten’, ‘sin lactosa’… todo rodeado de un marketing muy potente y a veces no sabemos dónde acaba la realidad y empieza la ficción.
Por otro lado las nuevas generaciones vienen más concienciadas éticamente y piden más platos de origen vegetal, pero ser vegano no significa ser más saludable, simplemente es una ética ante la alimentación.
Tenemos que dedicarle tiempo a saber comprar y a cocinar. Y sobre todo no crear unas necesidades especiales en los niños, tenemos que enseñarles a comer lo mismo que comemos nosotros porque, si no, cuando sean adultos tendrán paladares infantiles, aparte de que quizá sean adultos no tan sanos como nosotros.
¿Qué opina de los alimentos ecológicos?
Que un alimento tenga el sello de ecológico solamente significa que no ha sido tratado con pesticidas industriales, no tiene en cuenta la huella ecológica de ese alimento y en principio tampoco tiene más nutriente que el mismo producto que ha sido producido de manera convencional.
Tener el sello ecológico para un productor es un esfuerzo económico que sumado a los requisitos que se deben cumplir y los controles aumenta inevitablemente el coste final del producto. Muchos pequeños productores no pueden pagar este sello y se quedan fuera de él, pero eso no significa que no trabajen de una forma ecológica.
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