La situación de las personas con discapacidad mejora y eso es gracias a entidades como Elkartu. Con 40 años cumplidos desde que inició su andadura es buen momento de hacer balance de los logros conseguidos. DonostiTik habla con Mikel Malkorra, director de la entidad, quien insiste en la necesidad de lograr un modelo de vida independiente sin la segregación que siguen padeciendo estas personas, que no dejan de ser «ciudadanos plenamente capaces para decidir por sí mismos».
Han pasado 40 años desde el nacimiento de Elkartu, ¿creen que la igualdad está cerca?
El libro editado con la historia de Elkartu a raíz de este aniversario nos permite comparar cómo se trataba la discapacidad hace 40 o 50 años y cómo se trata ahora. De los años 70 tenemos recortes de periódicos donde se hablaba de subnormales, inválidos…
Queda mucho por avanzar en igualdad e inclusión, pero ahora el enfoque es diferente y se considera a las personas con discapacidad como ciudadanos de pleno derecho aunque parezca a veces que las políticas ponen en cuestión esto.
Periódicamente suben a las redes sociales diferentes hitos que ha logrado la Federación. Por ejemplo las propuestas realizadas en 1988 sobre el modelo residencial.
Actualmente el tema de las residencias da mucho que hablar con el Covid-19. Siempre hemos querido evitar las macro residencias, lograr unidades más pequeñas… propuestas que Elkartu viene defendiendo desde hace muchos años y es curioso que tenga que venir un virus para poner en cuestión el modelo residencial.
Nos preocupa que cuando se habla de residencias para personas mayores o discapacidad parece que estamos hablando de aparcamiento de personas cuando para nosotros el hecho de estar en una residencias no te despoja de tu ciudadanía. Sigues manteniendo tus derechos. Se ha visto con el tema de las salidas. La población en general estaba saliendo tras el confinamiento mientras las personas con discapacidad o las mayores seguían confinadas.
A las personas con discapacidad se les deriva a las residencias cuando lo que hay que conseguir es que estas personas se mantengan en su entorno natural, en su domicilio con los apoyos necesarios, una vivienda accesible por ejemplo, un modelo de vida independiente. Las personas con discapacidad deberían poder elegir dónde, cómo y con quién vivir.
En estos 40 años, ¿qué hitos destacaría como fundamentales en esta andadura?
Destacaría cuatro ámbitos. Por un lado el educativo, ya que en la década de los 70 las personas con discapacidad estudiábamos en centro educativos especiales, segregados del resto de niños. Elkartu y otras entidades e instituciones denunciaron esta educación y a comienzos de la década de los 80 Euskadi dio un giro.
El segundo ámbito sería el empleo. En la década de los 70 fue el propio colectivo de personas con discapacidad el que impulsó la creación de centros especiales de empleo ya que estaba vetado el empleo ordinario para estar personas. Pero nosotros somos críticos con el modelo actual porque no deja de ser una segregación. No se trabaja en un empleo inclusivo.
El tercer ámbito sería la accesibilidad. En Euskadi se aprobó la Ley de Accesibilidad en el año 1997 que fue esencial. Y el cuarto y último hito destacable sería el ámbito de la vida independiente. Que Gipuzkoa en 2004 aprobase el programa de vida independiente, que refleja bien ese modelo de vida al que aspiramos para que las personas se mantengan en sus domicilios con los apoyos necesarios y sobre todo con la figura del asistente personal.
¿Cuáles son los retos ahora?
Queremos estudiar pero no de cualquier manera, sino como el resto; queremos trabajar pero no de forma segregada sino como el resto de ciudadanos, queremos vivir pero con un modelo de vida pero que no sea en una jaula de cristal como en una residencia. Queremos ser como el resto, requiriendo apoyos y ajustes necesarios, pero somos ciudadanos plenamente capaces para decidir por nosotros con una serie de apoyos.
¿Creen que la ciudad de Donostia se puede considerar accesible para las personas con discapacidad?
Tiene luces y sombras. Si comparamos con cómo era la situación hace 40 años, se ha avanzado mucho sobre todo en el espacio público en cuanto a rebaje de aceras, el acceso a establecimientos… Pero todavía es evidente que hay muchas tiendas o restaurantes a los que no se puede acceder, todavía hay muchos transportes turísticos a los que no se puede entrar como el barco, la escultura de la isla va a ser vetada para las personas con movilidad reducida o el Peine del Viento que sigue siendo inaccesible. Queda mucho por avanzar.
Acercándonos a este momento en el que una pandemia amenaza al mundo, ¿cómo ha afectado a las personas con discapacidad?
Hemos visto municipios que en la fase más restrictiva del Estado de Alarma han ido llamando por teléfono a las personas que entendían más vulnerables para saber de sus necesidades, pero ha habido un olvido casi total de las personas con discapacidad.
Por otro lado las instituciones han tomado medidas para las personas con discapacidad de forma unilateral, sin contar con ellas. Somos conscientes de que la situación ha sido compleja, el contexto exigía adoptar medidas urgentes, bajo mucha presión pero entendemos que no se pueden tomar medidas en relación a las personas con discapacidad sin contar con ellas.
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