Todas las familias que tengan esa inquietud pueden acoger menores. No se busca un tipo concreto de familia y no debería haber estereotipos en este tema tan sensible que requiere de la mejor solidaridad ciudadana con un objetivo: forjar un futuro mejor para quienes tienen un inicio complicado. Es la conclusión principal de la campaña presentada esta mañana por la diputada general Eider Mendoza y la diputada del área Maite Peña, que han estado acompañadas de las responsables de dos familias de acogida. A día de hoy en Gipuzkoa hay 75 menores que necesitan este servicio y 7 con carácter urgente.
«Este niño es lo más maravilloso que nos ha dado la vida. Nos da fuerzas para salir adelante en tiempos complicados. Es más lo que trae que lo que pide», ha explicado una de las madres de acogida, ilustrando el sentir general de quienes se meten en este mundo.
Para facilitar el primer contacto la campaña ofrece un número de teléfono basado en las respuestas de distintas familias cuando se les preguntó por sus modelo o miembros de familia: “el número es 6 8 2 5 5 4 4 3 3. Este número busca transmitir que todas las familias son válidas para acoger y que lo esencial es garantizar el bienestar de los menores”, señala da diputada de Cuidados y Políticas Sociales.
«Hay que llamar y preguntar. No hay que quedarse con las ganas ni dudar», han animado las presentes.
También se puede visitar la web oficial para obtener más información.
Una larga andadura
A día de hoy la Diputación Foral de Gipuzkoa tutela a 848 menores, de los cuales 303 ya viven con familias de acogida.
El programa de acogimiento familiar de la Diputación Foral de Gipuzkoa tiene ya 36 años. Maite Peña ha afirmado que “a lo largo de estos años muchas familias han ofrecido un hogar a menores que, por diversas razones, no pueden vivir con sus familias biológicas, permitiéndoles crecer en un entorno afectivo y seguro mientras se mantiene el vínculo con sus familias de origen”.
«Ninguna familia puede quedarse atrás por el tema económico. El modelo de protección de Euskadi se adecúa con apuesta económica y profesional. Sustento económico y acompañamiento profesional. Esas dos cosas tienen que estar presentes: la necesidad económica y que no se sientan las familias solas», han insistido Peña y Mendoza.
Mendoza ha mostrado su «agradecimiento y reconocimiento» a quienes han dado el paso de convertirse en familias de acogida. «Nos cuentan que la tarea de acogida conlleva desafíos, sin duda, pero que a la vez es una experiencia muy valiosa y positiva».
Modalidades de acogimiento familiar
El acogimiento familiar voluntario ofrece un hogar temporal o indefinido a niñas, niños y adolescentes que, por situaciones de riesgo o desprotección, no pueden vivir con su familia de origen: “su objetivo es proporcionarles estabilidad y bienestar en familias extensas o ajenas que les brinden afecto y cubran sus necesidades”.
Ser familia de acogida implica, de manera altruista, integrar a la persona menor de edad como un miembro más del hogar, garantizando su desarrollo emocional, físico y social en colaboración con la administración. «No es una adopción ni un paso previo, es una medida de protección basada en el compromiso, el respeto por la historia del menor y la posibilidad de mantener la relación con su familia biológica cuando sea beneficioso”.
Existen tres tipos de acogimiento: de urgencia, con una duración máxima de seis meses para situaciones de evaluación inmediata; temporal, de hasta dos años, para menores cuya familia de origen tiene posibilidades de recuperación, y permanente, cuando no hay previsión de retorno en un plazo corto. Al alcanzar la mayoría de edad, la convivencia puede continuar si ambas partes lo desean, con apoyo en la transición a la vida adulta.
Cualquier persona o familia que cumpla con los requisitos de estabilidad, salud, entorno favorable, empatía y compromiso puede solicitar ser familia de acogida. Esta medida es clave para ofrecer a la infancia vulnerable un entorno de protección, afecto y oportunidades para su futuro.
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