(EFE). Un joven está siendo juzgado desde este lunes en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa, acusado de agredir sexualmente en una localidad del interior del territorio a su novia, una niña tutelada, cuando él tenía 23 y ella estaba a punto de cumplir los 15.
Según el escrito de acusación del Ministerio Público, al que ha tenido acceso EFE, los hechos se remontan al año 2020 cuando ambos iniciaron una relación sentimental tras conocerse una noche del mes de junio, fecha en la que la víctima todavía contaba 14 años, a pesar de que faltaban pocas fechas para hacer los 15.
El documento explica que durante la «breve relación de pareja» que ambos mantuvieron, dado que concluyó en agosto de aquel mismo año, el procesado presuntamente ejerció sobre la adolescente «una posición de dominio y control», ya que se habría mostrado «celoso con ella, impidiéndole mantener relaciones sociales o utilizar las redes sociales», además de darle «órdenes» sobre lo que «tenía que hacer o no».
Asimismo, «de modo habitual», en las ocasiones en las que estaba celoso o la chica no hacía «lo que él quería», presuntamente le dirigía expresiones como «hija de puta, puta, te vas con todos, pringada, guarra, zorra, te voy a meter una hostia, y te tiras a todos», tanto de forma verbal como a través de una red social.
«Dominado por los celos»
En este contexto, en una ocasión en la que el varón estaba «dominado por los celos», presuntamente «empujó y agarró» a la menor por las manos y las muñecas «haciéndole daño», mientras la insultaba y le acusaba de irse «con otros tíos».
El escrito de la Fiscalía desvela además que el procesado, «a sabiendas» de que la chica tenía 14 años, presuntamente mantuvo con ella varias relaciones sexuales con penetración vaginal» en el domicilio del inculpado, donde habría pernoctado en distintas ocasiones «pese a que debía hacerlo en el centro de menores tutelado por la Diputación de Gipuzkoa» en el que residía.
El documento incide en uno de los momentos en los que presuntamente se produjeron las relaciones sexual y ella «trató de zafarse del agarre» del acusado para «evitar» que «continuara con la penetración», a pesar de lo cual él supuestamente «le impidió que se soltara, agarrándola con mayor fuerza las muñecas»», «manteniendo el agarre inmovilizador y continuando» con su propósito «contra la voluntad» de la chica.
Después de que la madre de la víctima interpusiera una denuncia ante la Ertzaintza por estos hechos, el varón presuntamente se dirigió a la menor «con intención de presionarla psíquicamente» y «evitar que dijera algo que le perjudicara», advirtiéndole de que si iba a la cárcel «por su culpa» iba a «arruinar» su vida, la de su madre y la de su familia.
Declaración ante la Ertzaintza
A consecuencia de esta «presión», en su declaración posterior ante la Policía Vasca la adolescente manifestó que «nunca había mantenido relaciones sexuales» con el acusado, «salvo abrazos y besos en la boca».
Pese a lo sucedido, la pareja continuó así con su relación sentimental hasta el 27 de agosto «por voluntad y decisión» de la menor.
No obstante, ya el 4 de septiembre, el procesado se desplazó al exterior del centro de día al que solía acudir la chica para pedirle que le devolviera una chaqueta, momento en el que el inculpado «se tornó agresivo» y le dijo: «te voy a meter una hostia, niñata de mierda, lo que has hecho no está bien2.
Seguidamente se dirigió a una educadora y otra persona que había en el lugar y les dijo que la víctima y su madre le habían puesto «una denuncia por maltrato y abuso», situación en la que la educadora intentó calmarle hasta que el hombre se marchó diciendo: «quien ríe el último ríe mejor».
Agresión sexual
La Fiscalía considera que estos hechos son constitutivos de un delito de agresión sexual y de otro de abuso sexual, ambos con penetración, sobre una persona menor de 16 años, así como de un delito de maltrato habitual y otro no habitual en el ámbito de la violencia de género, y de otros delitos de coacciones, vejaciones injustas e injurias con la agravante de parentesco.
Por todos ellos, reclama penas que suman 32 años y medio de prisión, 60 días de localización permanente. Asimismo, solicita que se prohíba al hombre comunicarse con su víctima y aproximarse a ella durante 54 años y que la compense con 20.000 euros por los daños morales causados, entre otras penas accesorias.
Esta previsto que el juicio, en el que este lunes han declarado la víctima, el acusado y varios testigos, concluya el martes con la práctica de nuevas pruebas, las conclusiones definitivas y los informes de las partes.
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