El pasado 11 de marzo el mundo era un lugar distinto, también para David Pisabarro. El músico, líder de la banda Ghost Number, paseaba por la Parte Vieja donostiarra cuando tropezó con unos amigos en la terraza del bar Akerbeltz. Se tomó una cerveza con el rumor del coronavirus en las conversaciones. Después pasó por la calle 31 de agosto. Y regresó a su casa. Apenas dos días después, David comenzó con la grabación más austera de su vida empujado por la obligatoriedad del encierro y sus múltiples efectos. En esta entrevista explica cómo surge Isolation songs, un EP formado por cuatro canciones que fue tomando forma con un banjo, un móvil y golpes de ingenio en el salón de su casa. El nuevo trabajo de Ghost Number está dedicado a todos aquellos trabajadores sanitarios y de otros ámbitos que están “jugándose su propio pellejo para que salgamos lo antes y mejor posible de esta situación”.
¿Por qué grabar un disco ahora, cuando precisamente has tenido menos medios que nunca para poder desarrollar tu trabajo?
Ha sido un cúmulo de factores que se han juntado y han funcionado casi como una señal para hacerlo así. Por un lado, llevaba mucho tiempo dándole vueltas a hacer algo más crudo y con lo mínimo posible (no tan mínimo, supongo, jajaja) pero no encontraba ni el tiempo necesario ni el momento adecuado. Por otro, llevaba un tiempo que se me hacía interesante la idea de aislarme unos días para “depurar” un poco. No me malentendáis, no hablo de hacer una cuarentena ni mucho menos de romantizarlo. Ya es la segunda que me toca y no es el mejor trago del mundo precisamente.
Con todo esto que estamos viviendo, se han visto y se ven muchas cosas muy inspiradoras, tanto feas como bonitas. Y por otro lado, con todo el tema del COVID-19 y de la cuarentena, casi todos los conciertos que teníamos de presentación del disco nuevo (el que publicamos en octubre de 2019, hace apenas cinco meses) se han cancelado, cosa que hace mucha pupita a un grupo pequeñico como el nuestro. Así que pensé, ¿qué puedo hacer ahora? Pues tocar. Siempre es lo primero que viene a la cabeza, ¡qué le vamos a hacer!
¿Empezaste de cero?
Tenía algún boceto por ahí, alguna idea por allá e ideas nuevas que iban saliendo. Prácticamente entre el primer y el segundo día ya había compuesto y/o desarrollado y fijado el EP en su totalidad. Mientras tocaba, como hago casi siempre, me lo grababa en el móvil para no olvidarme y algo que siempre tengo muy presente me iba viniendo a la cabeza cada vez con más fuerza: el mayor condicionante de toda expresión, para bien o para mal, es su contexto. ¿Grabarlo con el móvil? Uf, no tienes cacharros para grabar ni editar, va a quedar mal. ¿Y por qué no pruebas? Es lo que es, sin filtros. Crudo. ¡Prueba! Y aquí estamos.
¿Dónde y cómo lo has grabado? ¿Cuál ha sido exactamente el proceso de creación de este EP doméstico?
Lo he grabado en el salón de mi casa usando el móvil como único micrófono. Del tirón y sin pistas. Tocado todo a la vez. De “pie de micrófono” usé una caja de cartón grande para poder tener la entrada del sonido lo más cerca de mi voz posible. También le puse una manta muy gruesa para que absorbiera la mayor cantidad posible de las primeras reflexiones y me dejara la reverberación natural de la habitación. Al tener solo una fuente receptora del sonido (el móvil), había que tener varias cosas en cuenta: primero, el banjo es un instrumento que tiene mucho volumen, así que las composiciones que llevan voz las tuve que componer teniendo muy en cuenta que pudiera cantar haciendo que la voz quedase por encima, es decir, cantando a más volumen del que proyecta el banjo y en un tono que me quedase más o menos cómodo y natural.
Luego, mi posición con respecto al micrófono-teléfono móvil era muy importante. En este tipo de grabaciones suele ser interesante que la voz se oiga a más volumen que el instrumento que la acompaña, así que procuraba acercarla lo más posible al móvil.
Lo siguiente, probar un poco los volúmenes. Si había partes que tocaba muy fuerte el banjo y tapaba la voz, tenía que aprender a tocar el tema midiendo esas partes y sacando algo más de voz pero manteniendo la expresión, que es lo más importante. Y lo mismo con la voz, alejando lo justo la cabeza en las partes en las que cantaba más alto para que no quedase a demasiado volumen. De afinador usaba una app del móvil. En una de las canciones tenía que usar cejilla y como tampoco lo tengo aquí pues usé el típico truco de lápiz y goma de pelo.
Con imaginación y mucho ingenio es posible hacer una canción en precario, pero habrás echado de menos las comodidades del estudio, un equipo en condiciones…
No es quizás lo más cómodo, claro. Pero deja entrever algo que es lo más importante: las canciones son siempre lo más importante. Soy técnico de sonido/productor y acostumbro a componer todos los temas grabándolos desde el principio… así que, como bien te imaginas, he echado MUCHO de menos mis cacharros de grabar (micros, previos, mi otro banjo, un pie de micro, una maldita cejilla, ¡mi reino por una cejilla!). Lógicamente tuve que hacer unas cuantas versiones de cada tema. Había temas que estaban mejor tocados pero que me decían menos y por lo general, como casi siempre cuando tengo que elegir en estos ámbitos, se han quedado los temas que, a pesar de tener fallitos, más me transmitían.
Por último, le mandé a Xabier Villena de Eclectic Studios todo el audio y él lo cortó en las cuatro canciones que son. Y luego a la distribuidora Gran Sol, con la que siempre trabajamos, para que subiera los temas a las diferentes plataformas digitales (Spotify, iTunes, Youtube, etc). Hacerlo así residía parte de su gracia y de su intríngulis. Ha sido muy bonito, divertido e interesante.
Me llama la atención cómo uno de los grupos más corales de Donostia se ha visto reducido a su mínima expresión…
No creo que por estar en un formato reducido la expresión sea mínima. Al contrario, son canciones preparadas para funcionar así, para evocar algo con pocos elementos. La mínima expresión puede ser máxima y la máxima puede ser mínima. Todo depende de qué quieras comunicar, de cómo lo hagas y del receptor, ¿no? De hecho, en el disco nuevo (Dirt & Other Spells), que es con banda de once músicos, hay un tema, “The Unknown”, grabado con el micrófono de mi portátil y con poquitos instrumentos. Y además de este, otros que grabé yo solo todos los instrumentos como “Taboo” o “La Sangre”.
¿Las canciones surgieron inspiradas por estos días grises y extraños?
Esencialmente surgen por un estado de introspección/meditación/contemplación que fue alimentado por la cuarentena y, como decía antes, por tantos acontecimientos inspiradores que están sucediendo estos días. Todas salvo “Horse”, que la compuse hace un tiempo pero que por temática y estilo me encajaba: habla de perder la capacidad de hacer cosas, de perder la potencia inspirado en esas largas épocas que tuve en el pasado de bastante mala salud. Son momentos principalmente duros en los que siempre se pueden encontrar cosas bonitas. Entre otras cosas dando lo mejor de nosotros mismos.
Por eso, también entre otras cosas, estos cuatro temas me ha parecido bonito dedicarlos a todos los y las currelas que están trabajando a destajo, dejándose la piel y jugándose su propio pellejo para que salgamos lo antes y mejor posible de esta situación. También, por supuesto, para aportar nuestro pequeño granito de arena. Estamos haciendo periódicamente playlists en Spotify y hemos hecho un concierto en Instagram en streaming presentando este EP. Seguramente hagamos más de estos directos en más plataformas.
¿Qué lugar crees que ocupará Isolation songs en la discografía de Ghost Number? Será una rara avis, un experimento… ¿O crees que le puede hablar de tú a tú al resto de tus canciones?
Adivinar este tipo de cosas no se me suele dar nada bien. Es algo que únicamente el tiempo y la gente dirá. Mi opinión ahora mismo es que a pesar de ser un disco grabado con muchos menos medios y mucha menos instrumentación, las canciones que lo conforman se mantienen firmes por su propio pie. También que el formato me gusta mucho y que me gustaría repetir.
¿Qué has aprendido de todo ese proceso austero?
Más que aprendido, quizás he corroborado que menos puede ser más. Que no es necesario tener grandes cosas, o mucho material, ni mucho menos el mejor, para expresar más o menos con atino lo que le ronda a uno por la cabeza, el alma o el corazón. Que la introspección y la soledad son necesarias y que son casi un bien de lujo en la sociedad en la que vivimos, sobresaturada de información y enlaces de comunicación. Que es muy enriquecedor ponerse en situaciones un tanto extrañas, que reten, salir de la zona de confort y encontrar ahí tu lugar o tus lugares. Que nunca, nunca es nunca.
Me gustaría añadir que, ahora, con todo lo que está pasando y concretamente en nuestro campo, con toda la cancelación de conciertos justo en el momento de presentación del disco que acabamos de publicar en octubre, necesitamos el apoyo de toda la gente más que nunca. Cositas que a priori pueden parecer pequeñitas son enormes para un grupo como el nuestro: seguidnos en redes sociales, hablad de nosotros a vuestros amigos y amigas, compartid nuestra música, recomendadnos, escuchadnos… Pequeños gestos que ahora mismo son casi vitales para que podamos continuar.
Deja un comentario