Por Jon Pagola.
Iker Pedrosa Ucero nació en Donostia, se curtió en Miranda de Ebro y hace un tiempo volvió a San Sebastián. Ha publicado un total de cinco libros, cada uno de su padre y de su madre, en el que el género literario ha sido un poco lo de menos. “He tocado bastantes palos”, admite. “Menos teatro, diario, libros de viajes y autobiografía, he escrito un poco de todo”. En su último lanzamiento, ‘Delitos de alma ilesa’ (autografía), reúne un total de 275 aforismos y ya va por la segunda edición. “Mis libros no son para todos los públicos”, advierte.
El escritor Ramón Eder sostiene que los aforismos representan su forma de pensar. ¿Qué significado tienen en su caso?
Un autor dijo una vez que un aforismo era una novela de una sola línea. Es una sentencia breve que condensa un sentimiento, una sensación, una vivencia, una enseñanza… Y que en su brevedad destila mucha mayor profundidad de lo que aparenta.
El título de su nuevo libro, ‘Delitos de alma ilesa’, ¿también es un aforismo?
Nació más como un verso, pero creo que también valdría como aforismo.
¿Qué le mueve a elegir un género u otro? ¿Es por impulsos? ¿Depende de su estado de ánimo?
Quizás haya algo de eso, pero a mí me interesa mucho un filósofo que se llama Paul Feyerabend y que apostaba por el anarquismo metodológico. Es decir, cuando quieres expresar algo en el campo de la literatura hay que hacerlo de la mejor manera posible. Si ya tienes un bagaje y tienes que contar algo echas mano del género adecuado para ello, sea una novela, un artículo de opinión, un microrrelato, aforismos…
En la sinopsis del libro se dice que se fusila “a los de siempre”. Espero que sean los malos.
Sí, pero soy de los que piensan que ser bueno con todos no es de buenas personas. Creo que la frase también es un aforismo.
¿Se refiere al buenismo?
Sí, claramente. No puedes ser buenos con todos. No todo el mundo se lo merece.
¿Cuáles son los temas que se encontrará el lector en ‘Delitos de alma ilesa’?
Los temas son totalmente aleatorios. Es como un bazar en el que te puedes encontrar de todo. No hay un hilo argumental -lo que sería imposible: son aforismos-, pero tampoco temático. Puede haber dos o tres aforismos sobre la vida, otro de la muerte, de droga y de Abba, aunque no es el caso. Quería que fuera variopinto y que terminase sorprendiendo.
Si tuviera que elegir algún aforismo representativo, ¿cuál sería?
Me gusta especialmente uno, que además podría servir de hipotética tesis del libro: “La servidumbre es el resultado del miedo al fracaso”. Desmenuzando esta frase uno puede asociarlo a diversos eventos personales o cotidianos.
En su carrera como escritor no has escondido tu relación por el rock, con dos libros como “A un verso de Jim Morrison” y “Sith Vicious”. ¿Cree que el rock and roll ha perdido vigencia en la cultura contemporánea?
Creo que el rock se sigue escuchando mucho. Y ojalá siga siendo así por mucho tiempo. En cuanto a su labor contestataria e ideológica, hablando en términos generales, no percibo ese afán transgresor y menos aún en las letras. No tiene la labor social que pudiera tener en los años 70. Ahora es muy difícil llamar la atención: cualquier escándalo se ve subsumido por el siguiente. Hoy en día te diferencias por no llevar tatuajes o escribir sin faltas de ortografía.
¿Escuchas algo de trap o música urbana?
Muchos chavales con los que trato en mi trabajo están con trap o reggaeton desde que amanece. La música de hoy me hace sentir viejo. Y no es porque no la entienda, sino porque opino de ella lo mismo que opinaban de la mía mis padres.
¿El escritor independiente está abocado a autoeditar sus libros?
Más que independientes, yo diría que somos de minorías. No tiene por qué. De hecho, solo mi primer libro ha sido coeditado. Gente mejor que nosotros ha publicado autoeditándose, como por ejemplo Friedrich Nietzsche. Regaló 20 copias a sus amigos y solo vendió 2. Estoy hablando de “Así habló Zaratrusta”.
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