¿Cuánto cuesta la casa de uno mismo?, ¿quién tiene la última palabra? Las máquinas han tirado finalmente el caserío Erbitegi del camino de Okendotegi, en Martutene. Una casa del siglo XV de la que mucho se ha hablado en el último año y que ha dejado de existir para dar paso a la Alta Velocidad. Adif puso un precio para la expropiación de las viviendas y las familias residentes fueron aceptando. Pero no lo hizo Gari Arrese-Igor, que echó cuentas y había invertido más en la compra y en la reforma de su casa que lo que le ofrecía Adif. Y que además… todavía estaba (y está) pagando el crédito al banco. Su convencimiento es tal que a día de hoy duerme en casa de un hermano, tiene sus muebles repartidos en cuatro almacenes y ha recurrido al denominado Tribunal de expropiación en una lucha contra Adif que promete alargarse aún más.
Dice usted que desde el inicio han fallado las formas…
Hace unos tres años nos enteramos por el Boletín Oficial del Estado de que nos tiraban la casa. Ni una notificación. Las formas son importantes, desde luego. Ahí supimos que la expropiación era urgente y forzosa, algo con lo que se pierden muchos derechos. Pero lo cierto es que han tirado ahora la casa. Hay un caserío a kilómetro y medio, lo van a tirar y tampoco se les ha notificado todavía.
A lo largo de este tiempo, ¿no ha tenido tentaciones de aceptar la oferta económica de Adif?
Hice una reforma maravillosa en la casa que me costo 60.000 euros, maravillosa, dejé todo restaurado. Cuatro años después me dicen que me van a echar y que me darán 120.000 euros. Respondí que no porque con ese dinero no te puedes comprar una casa. De hecho entre la reforma y la compra de esta vivienda, 16 años antes, yo me gasté 240.00 euros. Todavía estoy pagando el crédito al banco y en las fotos se ve cómo estaba de bien la casa…
Ustedes, los vecinos, acudieron al Ayuntamiento. ¿No tuvo ningún efecto su intermediación con Adif?
Sí, alguno tuvo. Me subieron a 136.000 euros la oferta de indemnización. Pero no cambiaba nada. De la reunión con el alcalde recuerdo que un representante de Etxegintza nos dijo que no fuéramos allí con pretensiones. Esa frase no se me va a olvidar nunca. Pretensiones porque dije que si me quitaban el piso, quería otro. Aunque no fuera nuevo. No pedía un palacio.
Las cuentas no salen de ninguna forma. Yo estoy pagando un crédito y, cuando te expropian, la entidad que lo hace primero salda la deuda con el banco y después te da el resto de la indemnización. Me imaginé con 30.000 euros en el bolsillo y sin casa. ¿Y empezar entonces de cero y pedir un crédito otra vez?, si ya tengo 46 años. Y soy autónomo. Peluquero. Quiero un piso y seguir pagando mi crédito como venía haciendo. Ésas eran mis pretensiones.
El resto de los vecinos sí aceptó, entonces.
Salvo un caso en que tienen el piso por herencia, sí. A tres vecinos, uno de las cuales aún tenía crédito como yo, les ofrecieron un alquiler social de cinco años, por ejemplo. A cambio de eso han perdido la propiedad. Me parece un escándalo. Dicen que les renovarán el alquiler pasado ese plazo de cinco años, pero ya se verá. Nunca nos han ofrecido un piso a cambio de perder el nuestro.
Su posición es firme, según dice, pero no sabe cuánto se puede alargar este litigio.
Efectivamente. He acudido al tribunal de expropiación, pero no sé cuánto tiempo tardan en tomarse estas decisiones, no te aclaran nada. Ellos decidirán si Adif debe pagar más, caso en que iríamos a juicio.
En los últimos meses la unión vecinal en torno a Erbitegi empezó a ser muy visible. Recibieron el apoyo de grupos de la oposición e incluso acudieron a un pleno. ¿Cómo llevaban todo eso?
No estábamos todos porque entre los residentes había gente mayor y también vulnerable. No todos estaban preparados para dar la cara. Además se generan situaciones que no son fáciles. Después de ir al Ayuntamiento la primera vez, y tras recibir buenas palabras, vimos que nos esquivaban. Y nos consta que sentó muy mal que nos presentáramos en el pleno con las camisetas. Sinceramente faltó comunicación. Llamarnos y decir cómo están las cosas. Adif es la entidad responsable de la expropiación, de acuerdo. Pero para nosotros el Ayuntamiento tiene una responsabilidad en este asunto. Al fin y al cabo vivimos en Donostia.
La asociación patrimonialista Áncora ha lamentado el derribo por el valor arquitectónico de Erbitegi, que databa del siglo XV, y por su nutrida historia, que incluía un incendio en 1875 provocado por las tropas carlistas entre muchos otros avatares.
Cierto. Áncora ha ayudado a que se viera el valor real de esta casa.
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