(EFE). No han sido muchos, sobre 300, los jóvenes guipuzcoanos que durante unos pocos días han podido vacunarse en Francia. Todos hallaron el resquicio para poder hacerlo en una web que sólo pedía el nombre y apellido del solicitante para asignar la cita, y un hueco más en la falta de filtros en centros de vacunación como el de Biarritz.
La Halle d’Iraty, un espacio situado a las afueras de la localidad vascofrancesa habilitado por la Sanidad gala para la campaña de vacunación, se había convertido en la última semana, gracias al «boca a boca», en un destino perfecto para adelantarse al calendario español.
Ignacio, un donostiarra de 21 años, que cubre a menudo los apenas 50 kilómetros que separan San Sebastián de Biarritz para surfear, aprovechó esta circunstancia para poderse también vacunar.
Tenía cita para este mismo lunes, como otras decenas de guipuzcoanos que se han desplazado este mediodía a la Halle D’Iraty y se han encontrado con que la barra libre ha terminado.
Los responsables sanitarios de Biarritz han hecho este lunes lo que desde el comienzo de la campaña llevan haciendo en lugares como Hendaya y Bayona, es decir, exigir a quienes habían cruzado la frontera que demostrasen cuál era su vínculo con el país vecino.
Para ello, los aspirantes a vacunados debían mostrar o bien su certificado de residencia o bien la «carte vitale», que les identifica como usuarios del sistema nacional de salud francés, lo que no ha podido hacer ninguno de los desplazados desde Gipuzkoa, al menos con los que han hablado los periodistas.
Es el caso de los hermanos Mikel y Maite, y de la novia de éste, Yolanda, que llegaban desde Bergara y Eibar con la intención de recibir la primera dosis de Pfizer para empezar el verano «más tranquilos».
Como el resto, no solo habían solicitado cita para este lunes, sino que tenían fecha también para que les inyectaran la segunda dosis, de Pfizer en su caso y en el de la mayoría, pues la página web Doctolib deja asimismo elegir entre esta vacuna y la de Moderna a los más jóvenes.
También es el caso de Nerea, de 21 años, que ha acudido acompañada por Asier, un estudiante de Medicina ya vacunado, o de Julia, una donostiarra de 25 años que trabaja en Madrid y había viajado desde allí con la intención de recibir su primer pinchazo en Biarritz.
Julia se ha trasladado a la ciudad francesa con su madre, muy indignada por lo infructuoso del viaje, y Emma lo ha hecho junto a su padre Xabier, quien ha explicado que tienen proyectado viajar a Lanzarote y hacerlo ya vacunados era una ventaja.
Las ganas de vacunarse han llevado también hasta Biarritz a dos grupos de universitarios de la misma clase que se han sorprendido al reunirse casualmente en este centro, donde a Jon, uno de ellos, le han explicado que ha cesado la inoculación de la vacuna a los españoles porque se había producido algo así como «un conflicto político».
La alcaldesa de Biarritz, Maider Arosteguy, en una comunicación telefónica con varios periodistas, ha dicho que la situación creada por el boca a boca les había desbordado e iban a ser más estrictos con las citaciones, aunque ha aclarado que quienes han recibido una dosis en días anteriores tienen garantizada la segunda.
La consejera vasca de Salud, Gotzone Sagardui, había expresado poco antes su sorpresa por el hecho de que ciudadanos vascos estén siendo vacunados en localidades francesas próximas a la frontera, si bien ha señalado que respeta la decisión de quienes acuden al país galo para inmunizarse.
«Es algo que nos ha sorprendido porque las relaciones entre las consejerías y los ministerios suelen ser cordiales y habituales y en el entorno de la frontera hay muchas entre nuestra delegación y los responsables de la sanidad francesa. Y sin embargo esta noticia nos ha llegado a través de las personas que se han enterado y de los medios de comunicación», ha dicho Sagardui al ser preguntada por este asunto en una entrevista en Onda Vasca.
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